Caso Rafael Nahuel: la evaluación pericial

Río Negro, Puel Mapu. La única prueba que sostenía la teoría del enfrentamiento eran los rastros de pólvora que se encontraron en las manos de Rafael Nahuel, Fausto Huala y Lautaro González. No hay armas, no hay balas, no hay disparos, ni heridos. Muchos menos existen muertos del lado de las fuerzas de seguridad nacional. Los rastros, según los peritos balísticos, pueden haberse transferido de mano en mano (en el momento que se esposo a las víctimas), dentro de la camioneta de la policía (todos los móviles de las fuerzas están contaminados) o (menos probable) por dispersión en el momento del disparo de los más de 130 percusiones por parte de los prefectos.

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El vuelo de la pólvora

Según los peritos actuantes en el caso, los residuos de la pólvora se esparcen, primero desde el gatillo percutor y luego desde el cañón de disparo. El viaje de la pólvora es efímero: tan solo, según el bioquímico Daniel Converso, puede recorrer tres metros, en un lugar cerrado, antes de caer al suelo por efecto de la gravedad. Por lo que, para que una persona —que no es el tirador— quede contaminada, debe estar dentro de ese radio. “Un disparo de larga distancia difícilmente deje residuos”, explicó Converso. Por otro lado, en el caso de un disparo en el exterior, los residuos de la pólvora pueden extender su trayectoria o retrotraerse, en función de las condiciones climáticas del lugar (por ejemplo, en el caso de que haya viento). Aunque este doctor en bioquímica advirtió que no es necesario mucho para quedar contaminado por la misma: tan sólo con «un roce con una zona contaminada» los resultados posteriores pueden arrojar positivo.

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¿Por qué los prefectos no le «plantaron» un arma a Rafael?

El doctor en bioquímica Daniel Converso, declaró en tercer lugar, y permitió clarificar el testimonio del licenciado en criminalística Martín Moreno Báez, quien se mostró reticente, confuso y dubitativo en su presentación. Las partes (tanto la fiscalía como la querella) tuvieron que hacer un insistente esfuerzo para entender su exposición. El fragmento con mayor claridad fue cuando Báez explicó la composición química que vincula una muestra (prueba) con un disparo de arma de fuego. A propósito, en el inicio de su testimonio, Báez respondió: “las partículas Características son las que están formadas por plomo, antimonio y bario. Y las Consistentes son particulares que están formadas por la combinación de algunos de estos elementos”. Más adelante Converso advirtió que con tan sólo la presencia de una de estas partículas, el protocolo que utilizan (como parte de las fuerzas militares de la Nación) detecta positivo en relación al disparo de un arma de fuego. Por lo tanto, el margen de contaminación es amplísimo.

Por su parte la Presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica y doctora en física, Adriana Serquis detalló que ese leve roce de contaminación se puede producir incluso dentro de un auto de las fuerzas de seguridad (según lo expuesto en datos estadísticos que comprometen a la policía de Estados Unidos). Un testimonio que no favoreció e hizo irritar al abogado defensor, Marcelo Rocchetti, quien trató, de múltiples formas, de deslegitimar y desautorizar la voz de esta profesional: a) por citar continuamente artículos de divulgación, b) por tener poca experiencia en pericias balísticas), c) tratándola, la primera parte de la declaración, con el rotulo de «señora».

El defensor Marcelo Rocchetti aún se debe estar preguntando ¿por qué sus defendidos no le “plantaron” un arma a Rafael? Quizás, de esta forma, podría haber planteado una defensa más sólida y no tan declinable; tan declinable como la pólvora que compromete a los prefectos.

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Las rastros de pólvora en las manos de Rafael representan el estigma que lo antecede

El odio y el racismo se convierten en pólvora; la pólvora en sangre; la sangre en memoria. ¡Ningún mapuche se irá de su territorio! Ese metamensaje ya ha sido lanzado como una botella al mar, como el sonido de un kulkul sobre un cerro. ¡Prevalecerá! Y aunque las fuerzas de seguridad nacionales, a ambos lados de la cordillera, perfeccionen su ofensiva con nuevas tecnologías y armas más sofisticadas, nunca podrán actuar con impunidad. Como en el pasado, es evidente su accionar desproporcionado, despectivo e innecesario. Los rastros de pólvora en las manos de Rafael representan el estigma que lo antecede; el estigma que precede la vida a todo mapuche que se anime a izar un trarilonko en su frente, para salir a la calle a defender su identidad, su cosmovisión, la porción de territorio que lo vio nacer. Desde ese momento de fortalecimiento el cuerpo Rafael se comenzó a cubrir de pólvora. Ese es el mensaje que el Estado Nacional intenta imponer: desangrar a los weichafes. Pero los espectadores hemos aprendido: el Estado Nacional argentino nació matando por la espalda a jóvenes guerreros. Y esa “filosofía criminal” permanece en el cordón umbilical de cada militar, de cada agente de la fuerza de seguridad de la patria.

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