Una visión de mundo nociva y colonial que es consecuente con los padecimientos que sufre el territorio y la concepción de comunidad que se profesa en la Argentina.

Introducción

“Sembrar la muerte” forma parte de una triada investigativa junto a: “¿Quiénes son Osvaldo y Rolando Rocco?” y  “¿Cuáles son los vínculos de la familia Bennetton en la Argentina?”

Primer capítulo
Sembrar la muerte

Según datos oficiales actualizados del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Argentina, el país posee 1.321.912 hectáreas sembradas con una escasa variedad de árboles entre los que se destaca el pino con un porcentaje del 61,3 % en contraste del 2,5 % de árboles nativos (entre los que se encuentra el pehuén) para la elaboración exclusiva de madera y papel.

Luego de una consulta en la agencia de acceso a la información pública, pude acceder a mapas, porcentajes y variedades específicas de las plantaciones, pero por alguna o varias razones no pude acceder al nombre de los dueños, empresas y monopolios que administran este millón de hectáreas antes citado. Algo que ya había apreciado en las dos crónicas anteriores, en donde aparecen los nombres de «Papel Prensa», «Benetton» y los hermanos Rocco, pero no se específica, en cada caso, cuál es la extensión total de tierras sembradas con pinos que posee cada uno.

De esas 1.321.912 mil hectáreas, 900 mil pertenecen a la provincia de Misiones y Corrientes, mientras que sólo 80 mil están emplazadas en las provincias de Neuquén (65.312) y Río Negro (14.857) respectivamente. Los datos más significativos son justamente en la zona cordillerana: Aluminé posee 19.461 hectáreas sembradas –principalmente con pino ponderosa– y el departamentos Minas (en el norte de Neuquén) con 14.900 hectáreas, mientras que en Bariloche el porcentaje desciende hasta 4.123 hectáreas.

Segundo capítulo
La impunidad de los asesinos

Durante mediados del mes de mayo, Martín Cruz Feilberg (uno de los asesinos de Elías Garay) se pronunció en una audiencia pública (vía zoom) exigiendo por tercera vez su excarcelación, argumentando que él no fue el autor de los disparos que mataron al joven mapuche oriundo de Chubut. Y que, por otro lado, su empleado (Diego Ravasio) efectuó los dos disparos por accidente; es decir, que efectuó dos disparos no simultáneos, a dos personas diferentes y en distintos «forcejeos».

Solicitud de excarcelación de Feilberg y Ravasio. Foto Gustavo Figueroa

Lo que no termina de esclarecerse una vez más es: ¿cuál fue el rol y la responsabilidad de los hermanos Rocco en el asesinato de Elías Garay? ¿Qué intereses persigue Nación y por qué ha mantenido durante casi cuatro décadas un trato especial con estos hermanos, a pesar de que en repetidas ocasiones demostraron no poder mantener económicamente las tierras que usufructuaban? ¿Existe una decisión política estatal –de diferentes gobiernos– para que empresarios como los hermanos Rocco y Luciano Benetton se mantengan en las tierras que ocupan, sabiendo que estás están enmarcadas en derechos preexistentes de pueblos ancestrales (como el pueblo mapuche)?

Tercer capítulo
La proyección del progreso nacional: la sustitución de los bosques de pehuenes

En Junín de los Andes, dentro de Parques Nacionales, se teje en una mesa chica, un proyecto en el que se pretende talar Pehuenes, argumentando que son estos árboles nativos –y no los «bosques de pinos»– los causantes de la sequía en la región. ¿No es acaso una política estatal histórica y fundante del Estado: sustituir e imponer formas, figuras y elementos (incluso personas) foráneos en lugar de las autóctonas? ¿Cómo afecta este modelo de desarrollo en la vida cotidiana, tanto de las personas, como en los diferentes elementos de la naturaleza?

Cuarto capítulo
La ciudad que tiembla

Luego de más de tres años de sismos ininterrumpidos y de las interminables denuncias que el geógrafo Javier Grosso expone a través de los diferentes mapas que elabora, mostrando la actividad sísmica (el último sismo se registró el 21 de mayo) en la ciudad de Sauzal Bonito, el gobernador de la provincia de Neuquén, anunció que va destinar una serie de casas antisísmicas para paliar la «inexplicable actividad tectónica», dando a entender, de este modo, que la fractura hidráulica en la región no se va a detener y que está última no tiene ningún vínculo con la primera (la actividad sísmica). Un negacionismo criminal que ya ha secado un brazo del río Neuquén, ha llevado a la pobreza a innumerables familias -que no pueden sustentar una huerta y la cría de animales, volviéndose dependientes del municipio y el Estado provincial-, resquebrajado las esperanzas y las casas de personas que desean vivir con dignidad y autonomía.

Previo a esta decisión estuvo (el 21 de abril) en la provincia el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunciando la creación de un nuevo gasoducto gasífero llamado Néstor Kirchner que atravesará todo el territorio regional, pasando por la Pampa, hasta llegar a Buenos Aires.

Nota diario Río Negro

Los pueblos preexistentes sabemos que la construcción de ese gasoducto ocasionará consecuencias materiales e inmateriales irreversibles. No sólo se atravesará con una espada de hierro el territorio, sino que se cruzará territorio ceremonial, vital, con vida propia, que el ojo occidental no puede ver, que no se atreve a ver, que no quiere ni siquiera mirar sobre el hombro.

Nota diario Río Negro

Quinto capítulo
Una visión de mundo nociva y colonial que es consecuente con los padecimientos que sufre el territorio y la concepción de comunidad que se profesa en la Argentina

Existe dentro de las políticas estatales el encubrimiento como herramienta y recurso disuasivo, que impide dejar expuestas las relaciones carnales que mantienen con el ámbito privado – empresarial. Un hecho que se muestra obsceno cuando se observa con detenimiento todos los vínculos empresariales que mantiene la familia Benetton con las autoridades políticas nacionales. Un conflicto de intereses que no concluye solamente allí, sino que trasciende hasta la esfera de la contaminación, los despojos territoriales e inclusive el asesinato (como sucedió con Santiago Maldonado y Elías Garay). Desplegando, en el mismo ejercicio, distintas estrategias institucionales, jurídicas y comunicacionales para tapar, ocultar y/o encubrir la responsabilidades de empresarios y autoridades políticas en esos crímenes. Un círculo vicioso que afecta no sólo la vida en comunidad y la integridad de personas específicas, sino el de todas las formas de vida que nos circundan y acompañan: ríos, lagos, animales, aves, peces, plantas y por supuesto árboles autóctonos.

Desde su origen, el río Limay se ha caracterizado por su fortaleza, por la corriente de sus aguas. Aquí se puede apreciar la contaminación, el bajo caudal y la quietud de las mismas. Foto Gustavo Figueroa

Los ríos se secan, literalmente. Y aún no portamos como país una jurisprudencia para proteger estos elementos que son la fuente de la vida. “Sin agua no hay vida” y “El agua vale más que el oro”, profesan distintos activistas ambientalistas y pertenecientes a los pueblos preexistentes. Pero con eso no alcanza. Porque el fracking, la megaminería a cielo abierto, la ganadería intensiva y el agronegocio continúan con sus políticas avasallantes e invasivas, en donde siempre, y en cada uno de los casos, el primer afectado es el agua, y con el agua todas las formas de vida.

Contaminación del río Limay dentro de la ciudad de Neuquén. Foto Gustavo Figueroa

El dato es irrefutable: más del 60 % de la tierra sembrada con arboleda en la Argentina está sembrada con pinos, mientras que menos del 30 % con especies autóctonas. Y esa brecha se sigue pronunciando año tras año, dadas las distintas autorizaciones que ha aprobado el Estado Nacional a favor de empresarios (como los hermanos Rocco, Papel Prensa y Benetton). Direccionando positivamente las pretensiones de los empresarios y Parques Nacionales, extendiendo la producción de pinos y eucaliptos hacia límites desmedidos, ensanchando, finalmente, la distancia entre la siembra de especies foráneas (monocultivos) y la permanencia de especies autóctonas.

La pregunta obvias es: ¿por qué el Estado Nacional, los Estados provinciales y el «Estado empresarial» se muestran obstinados en reconocer que la sequía de los ríos en la actualidad es producto del “Cambio Climático” y no de la inserción forzada (sin consulta previa, libre e informada como estimula el Convenio 169) de plantaciones de monocultivos (como el pino), la producción extractiva -del fracking y megaminería- y el desarrollo de interminables deforestaciones que provocan la migración y, por lo tanto, el desequilibrio de múltiples ecosistemas?

La visión de mundo invasiva y colonial es consecuente con los padecimientos que sufre el territorio y la concepción de comunidad que se profesa en la Argentina. Mientras los ríos se secan y las ciudades son invadidas con “bosques de pinos” las poblaciones ancestrales (como las especies autóctonas) padecen el hacinamiento, la judicialización inclusive el asesinato, como lo padecieron Elías Garay y Santiago Maldonado, quienes murieron asesinados sobre campos de empresarios que utilizan las tierras «cedidas» por el Estado Nacional (tierras fiscales) para la producción de pinos.

El pino funciona como una caballo de troya que permite al Estado Nacional seguir invadiendo territorio ancestral, apropiándose del mismo, exterminando cualquier vestigio milenario del territorio. Pero como el neneo la vida se sigue pronunciando, incluso en ámbitos hostiles, en defensa del agua y los sitios sagrados.

Todos los elementos del territorio tienen un sentido de ser. ¡Por algo están ahí! Esos elementos son vitales para el equilibrio de los diferentes territorios. Son diversos y complejos. Nunca homogéneos ni sustituibles.  Así como una madre o una abuela no pueden ser reemplazadas, un río o un bosque de pehuenes no pueden ser reemplazados por un proyecto extractivo o un monocultivo.