Organizaciones campesinas de todo el país despiden a la cordobesa Ramona Bustamante, emblema de la lucha por el derecho a la tierra. Los pueblos originarios lamentan la partida de Israel Alegre, referente del Pueblo Qom, quien enfrentó represiones y denunció la violación de derechos humanos en Formosa.

 

Ramona Bustamante falleció esta madrugada (18-06) por causas naturales, a sus 95 años. Murió en el mismo campo donde nació, creció y por el cual peleó durante más de 30 años, a 200 Kilómetros de Córdoba capital. La resistencia de Ramona a ser desalojada de su tierra por empresarios sojeros se convirtió en un emblema de la lucha campesina en el norte de la provincia mediterránea. El jueves 17 de junio, por Covid 19, falleció también el referente de la comunidad Nam Qom de Formosa, Israel Alegre, defensor de los derechos indígenas. Organizaciones de todo el país lloran a quienes abrieron caminos de la resistencia contra el extractivismo y la depredación de las poblaciones nativas y originarias.

«La Ramona Bustamante»

Su nombre significa la lucha por la dignidad y contra el avance del agronegocio a cualquier costo. Ramona Bustamente vivió sus 95 años en un campo ubicado en el norte cordobés, cerca de Sebastián Elcano. El paraje se llama Las Maravillas, como el rumor de una esperanza. A fines de los años 80 comenzó una contienda judicial que terminó en intentos de desalojos en 2003 y en 2004. Mientras la mujer defendía el campo donde cuidaba a sus animales, los hermanos Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza, dedicados a la producción extensiva de soja en Oncativo, buscaban poner el diente en aquellas 150 hectáreas. Ramona y su hijo Orlando resistieron y se convirtieron en emblema. Pero el fallo judicial que ordena el desalojo sigue vigente: ahora como una amenaza sobre Orlando. «Tenemos hecha una vida aquí, y aquí nos quedamos», solía decir Ramona.

En medio de una trama familiar de pleitos entre hermanos y hermanas, Ramona fue obligada a firmar un cesión de sus tierras, en complicidad con los Scaramuzza, que eran patrones de una de sus hermanastras. Ramona quedó fuera de los trámites sucesorios y se encuentra de un día para el otro con esa «venta» de sus hermanastras a los Scaramuzza del campo donde nació, vivió y vio nacer a sus hijos. La mujer resistió a las topadoras y a la destrucción de su casa de material: por la violencia utilizada vivió durante un tiempo en un ranchito hecho con palos y nylon.

A principios de este año, el Juzgado de Deán Funes arremetió contra la mujer campesina. “La mami llora a cada rato; no sabe si vienen hoy a la noche o mañana a la mañana a desalojarnos. Esta sería la tercera vez que nos desalojan; y no queremos vivir más bajo los naylon como las otras veces; si esta es nuestra casa, nuestro campo, nuestros animalitos. Lo que más bronca me da, es que hará unos dos años, nos vino a ver la señora jueza Emma del Valle Mercado y nos dijo que mientras ella tuviera el caso, no nos iban a desalojar. Pero los Scaramuzza compran todo. La última vez que nos desalojaron fue un miércoles. Ese día estaba yo acá, entonces los policías que vinieron me dijeron que tenía que viajar a Deán Funes el viernes, ir a Tribunales para ver unos papeles; cuando volví ya estaba todo alambrado y habían tirado abajo la casa. Me mintieron, todo compran los Scaramuzza”, dijo Orlando en abril.

“Yo lo único que pido es que me escuche alguien, de la Justicia, el Gobernador, alguien. Nosotros no tenemos ni un papel, los hicieron desaparecer en el tiempo de (los gobernadores Eduardo) Angeloz y (José) De la Sota. No tenemos comprobantes de que el campo es nuestro, la madrastra de la mami vendió el campo y a nosotros nos dejó fuera de la herencia. Queremos lo que nos corresponde y que nos escuchen, nada más”, reclamó entonces el hijo de Ramona.

Tras su muerte, el Movimiento Nacional Campesino Indígena-Somos Tierra expresó su dolor y reconocimiento: «Hoy Ramona dejó este mundo. Su cuerpo cansado de esperar justicia, descansa ya. Pero su semilla se multiplica en las y los que siguen luchando por los derechos al territorio campesino, al trabajo y a la justicia». El movimiento se comprometió a «continuar con esa lucha que nos enseñaste hasta el último día de tu vida: hasta que logremos un país con reforma agraria y soberanía alimentaria».

En diálogo con Tierra Viva, Mariana Gamboa, integrante del grupo Mujeres del Norte de Córdoba -que también integra el MNCI- sostuvo que «hoy Ramona es nuestra raíz, es la raíz de los procesos de lucha que han vuelto a la tierra y que en esa vuelta nos deja fortalecidos como organizaciones». «Vamos a continuar junto a Orlando la búsqueda de reconocimiento por parte del Estado y la Justicia de los territorios campesinos en la provincia de Córdoba. Nuestra raíz también nos ha hecho pensar cuál es nuestra identidad, que es la tierra, la defensa del bosque nativo y del monte», aseguró.

En 2018, en el marco del Día Internacional de la Lucha Campesina, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) distinguió a Ramona Bustamante con el “Premio José María Aricó” en reconocimiento a sus saberes ancestrales, la lucha por la tierra, la defensa de los recursos naturales. «En nuestra provincia, la emergencia ambiental se halla en un punto por demás crítico, al poseer una de las mayores tasas de deforestación del continente, que agudiza problemas existentes y expone a los productores campesinos a la violencia y el despojo”, justificaba la resolución de la UNC, que dio lugar al reconocimiento .

Israel Alegre

Este jueves, en el Hospital Interdistrital Evita de Formosa, falleció el referente Qom Israel Alegre, por un cuadro de Covid19. Allegados a Alegre denuncian que no hubo comunicación con los familiares mientras él permaneció internado. Al respecto, la abogada Elvira Silva había enviado una carta al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel para informarle sobre esas circunstancias. “Nos preocupa la situación de Israel y que no esté recibiendo el tratamiento ni la atención adecuada dado que es parte de las prácticas en Formosa para quienes denuncian la violación de los derechos humanos y además son indígenas”. A Israel Alegre el Covid 19 lo encontró muy bajo de peso y sin la atención adecuada, como a tantas otras personas de las comunidades indígenas de la provincia. Su muerte se relaciona con el proceso genocida que él siempre denunció.

«Estamos viendo cómo grandes luchadores del movimiento indígena están muriendo porque hay enfermedades preexistentes sin atención médica adecuada, porque el Chagas es endémico, porque están mal alimentados. Este es el resultado también del genocidio de los pueblos originarios en Argentina», afirmó Valeria Mapelman de la Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena, en diálogo con esta agencia

«Lo conocimos en 2001 cuando empezó a venir a Buenos Aires, al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), a reclamar por problemas en su comunidad», recuerda la entrevistada. En ese tiempo presidía el país Eduardo Duhalde; la conducción del INAI era aliada políticamente del gobernador formoseño Gildo Insfrán. Israel no obtenía respuestas a sus reclamos, pero ya entonces se le notaba el compromiso con su comunidad, Nam Qom, que actualmente integran unas 500 familias.

En 2002 la policía provincia reprimió a la comunidad, emplazada cerca de la capital provincial. Ochenta detenidos y varios heridos, entre ellos una mujer embarazada que perdió su bebé en el intento de desalojo. «Indios de mierda», decía la policía mientras repartía golpes, mientras los torturaba para obtener declaraciones falsas. En 2004 todos los policías implicados fueron absueltos. A Israel Alegre, traductor bilingüe de los testimonios de las víctimas, la Justicia provincial lo persiguió acusándolo de falso testimonio. Pero él no se rindió: por su impulso, la causa por la represión llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

«Israel era una persona muy lúcida, con muchísimo conocimiento de derecho. Era una persona cuya indignación rendía frutos. Cuando uno lo escuchaba comenzaba a entender cosas que están invisibilizadas completamente, que son estos otros abusos. No solamente el abuso de la policía, sino en la educación, en la Justicia», describe Mapelman. Es recordado por todos como una persona con un gran sentido del humor, que insistía en conservar prácticas culturales, el idioma, salir a cazar. Era un gran artesano. «Aprendimos mucho de él», asegura Mapelman. «Él dejó una puerta abierta para que podamos debatir estas cosas. Porque vemos que todo esto sigue pasando. La violencia sigue sucediendo», agrega.

Sobre las condiciones de la muerte de Israel, Mapelman reflexiona: «La conquista militar del Gran Chaco dejó a los pueblos indígenas sin tierra, sin acceso a la alimentación, sin poder circular libremente por el territorio para cazar, para conseguir frutas, para acceder al agua. Ese proceso de colonización llevó a la extrema pobreza que vemos hoy». Para la entrevistada, la violencia determina la falta de salud que convierte a los pueblos originarios en más vulnerables ante la pandemia.

El artículo original se puede leer aquí