Por Sul21 / Traducción de Pressenza

El Centro de los Profesores del Estado de Rio Grande do Sul (CPERS Sindicato) emitió un comunicado oficial el miércoles (25) calificando el discurso pronunciado el día anterior por el Presidente Jair Bolsonaro, como una «exhortación al genocidio del pueblo brasilero». La entidad acusa a Bolsonaro de practicar crimen contra la comunidad y defiende la importancia de mantener el cierre de las escuelas. «Más que poner en riesgo la vida de los estudiantes, los educadores/as y sus familias, la apertura de las escuelas crearía innumerables vectores de la enfermedad, llevando al colapso casi inmediato del sistema de salud, que hecho ya se está preparando para lo peor», dice el CPERS.

Esta es nota completa:

Ya no es posible usar medias palabras para calificar al Presidente Jair Bolsonaro y su posición frente a la pandemia del Covid-19.

El discurso del martes (24) es una exhortación al exterminio del pueblo brasilero.

Contrartiando a técnicos del propio gobierno, negando el consenso científico más básico, en choque frontal con las medidas recomendadas en todo el mundo y adoptadas por gobernadores y alcaldes, el presidente guía al país al precipicio.

¿Por qué cerrar las escuelas?

La pregunta del presidente da la dimensión de su locura e ineptitud para comprender la gravedad de lo que está sucediendo. Más que poner en riesgo la vida de los estudiantes, los educadores/as y sus familias, la apertura de las escuelas crearía innumerables vectores de la enfermedad, llevando al colapso casi inmediato del sistema de salud, que hecho ya se está preparando para lo peor.

A la completa falta de humanidad y sentido común, se suman los ataques a los trabajadores, las facilidades brindadas al despido de los empleados infectados, la ausencia de políticas de asistencia a los más necesitados y los beneficios a los empleadores en detrimento de la mayoría de la población.

Mientras el mundo entero abre los grifos fiscales y derrumba décadas de paradigmas neoliberales para salvar la civilización, nosotros caminamos en dirección opuesta, hacia la catástrofe.

Más que un defensor del capital por encima de la vida, Bolsonaro reitera sin ningún pudor la identidad que nunca negó: es un entusiasta de la tortura, un adorador de la muerte, incapaz de gobernar respetando el entorno democrático y la existencia de su propio pueblo.

Debemos evitar la hecatombe que se avecina. Pedimos a todos que se sumen a los movimientos de resistencia y lucha por el derecho a la vida, por la salud pública, por la garantía de trabajo e ingresos, por la educación y la democracia.

No seremos cómplices de Jair Bolsonaro en su crimen contra la humanidad.

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