Caso #RafaelNahuel
Cuarta audiencia: el testimonio de los altos mandos

Kiñe | Uno
“¡No se manden ninguna cagada!”

Durante la cuarta audiencia las jerarquías superiores a cargo del operativo ejecutado el 25 de noviembre de 2017 en Villa Mascardi (Río Negro) dieron un testimonio cargado de obviedades (necesarias), omisiones y reversiones de los hechos.

También declaró Daniel Alberto Colliard, conductor del automóvil que condujo al grupo Albatros hasta el cerro, quien expresó que frente al contexto que se encontraba el grupo (inferioridad numérica, un terreno boscoso que no conocían y al que no estaban acostumbrados) tenían la posibilidad de abortar; es decir, los Albatros podían haber descendido del cerro sin disparar un sólo tiro.

En esta línea, Colliard recordó que antes que subieran les advirtió a sus compañeros: «no se manden ninguna cagada».

Por último, Colliard indicó que fue Pintos el que descendió hasta la camioneta para buscar un MP5, un subfusil de origen alemán con capacidad para disparar en ráfaga.

¿Por qué Pintos necesitaba usar un arma de estas características? ¿Qué estaba ocurriendo en la montaña para necesitar repeler con tremenda capacidad de fuego?

Epu | Dos
La sugerencia: Lezcano, el jefe que no manda

Por otro lado, Francisco Lezcano a cargo de los drones y responsable del grupo Albatros coincidió en que los mapuche estaban lejos, que sólo vio a uno, que no tenía ningún arma y que el grupo Albatros podía y debía mantenerse alejado de ellos. De hecho, Francisco Lezcano, entre dudas y confusiones, dio una reversión de lo sucedido, cambiando su relato, aunque afirmando que les sugirió a Pintos y a Obregón que no ascendieran por la montaña, cuando es sabido que las jerarquías de las fuerzas de seguridad no sugieren, sino que ordenan, dictaminan. Y más en un contexto de tensión, en donde no se conoce el terreno que se pisa.

En este sentido, Lezcano fue muy específico en aclarar que el área de intervención del grupo Albatros son los ríos, los lagos y las costas marítimas. Y que, por lo tanto, «no tienen experiencia en actuar en montaña», que es una zona que les resulta inestable.

Por último, Lezcano afirmó que fue Cavia el que reportó que estaban recibiendo disparos, y que fue el mismo Cavia quien solicitó utilizar municiones letales. Aunque también Lezcano fue conteste en reconocer ser «una patrulla de reconocimiento de terreno». Y que la orden que tenían era de «no confrontar». “Sólo recabar datos».

“Di una orden para descender”. «Continuamos el descenso sin necesidad de realizar ningún disparo». “Ahí sí di una orden», se corrigió Lescano, en referencia al ascenso.

Sin duda, una reversión reveladora, la de Lezcano, el jefe que no manda.

Kvla | Tres
“No vi a ningún masculino portando un arma”

Matías Juan Sola, jefe del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF), colocó cinco sniper (francotiradores) en Villa Mascardi, pero no dispararon sus armas. Tampoco escucharon, ni recibieron fuego «enemigo». Y de los cuatro o cinco masculinos que vio Sola, ninguno portaba armas de fuego.

“Fuimos recibidos con una lluvia de piedras. Incluso un agente tuvo desprendimiento de retina por el impacto de una piedra de gran volumen en el ojo». Sin embargo, incluso en este contexto de agresión, Sola fue contundente en aclarar que el uso de armas está regido y determinado en proporción de las mismas; es decir, debe existir desde el otro lado un ataque con armamento similar al que las fuerzas especiales portan y efectuarse una respuesta en grado y dimensión similar. Si el grupo Albatros disparó 130 disparos, quiere decir que del otro lado, desde el grupo mapuche también se debió ejercer una capacidad de fuego similar, disparando entre 100 y 150 disparos. Sin embargo, no se encontró ningún arma, ni vaina de munición perteneciente a los jóvenes mapuche.

Los grupos especiales de seguridad (en este caso Albatros y GEOF) se mueven bajo protocolos estrictos de actuación y responden a jerarquías innegables e incontestables. Los jefes no sugieren, como intentó indicar el «Jefe Lezcano». Tampoco las jerarquías inferiores toman decisiones de forma arbitraria, individual y/o aislada, como también intentó sugerir Lezcano. ¡El jefe manda! Para la institución de seguridad nacional no existe un jefe que no dé órdenes. Por lo tanto, los cinco Albatros acusados no llegaron a Villa Mascardi por voluntad propia. Tampoco ascendieron, dispararon y llevaron un operativo especial en soledad, aislados y desconociendo las directrices de las jerarquías superiores y los equipos especiales que complementaron el operativo. ¡Los Albatros no estaban solos!

Los Albatros fueron preparados especialmente para responder a una cadena de mandos. Y, fundamentalmente, fueron preparados para obedecer, independientemente del grado de racismo o no que porten hacia el Pueblo Nación  Mapuche. En todo caso, si ese odio existe y lo cargan en sus armas, es justamente porque todas las instituciones de seguridad nacional lo fomentan y estimulan cotidianamente desde los principios patrióticos que afirman que Argentina es una sociedad monocultural y «mononacional». Y que el otro, la otra nación, es un posible riesgo para el país, un agente terrorista que es indispensable reducir, disuadir y eliminar.

En todo caso, y siempre, empezando por lo simbólico y siguiendo por el pensamiento, hasta a las acciones directas, las instituciones nacionales de seguridad se dirigen de forma corporativa.