Entre el 8 y el 30 de junio pasados, cerca de 2000 indígenas acamparon en Brasilia ante la sede del Supremo Tribunal Federal (STF) –máxima instancia jurídica del Brasil–, para rechazar la aplicación del “marco temporal” en una causa iniciada por el Estado de Santa Catarina. En caso de aprobarse, el fallo sentaría un precedente suficiente para legalizar la usurpación de las tierras indígenas, que ha crecido brutalmente durante el gobierno Bolsonaro. El STF postergó su dictamen para el 25 de agosto, pero las comunidades seguirán expuestas a todo tipo de violencia, ya que las ocupaciones que se vienen produciendo son acompañadas de ataques a las poblaciones, agresiones físicas, amenazas e incluso asesinatos.  Mientras siguen luchando por sus derechos, los pueblos indígenas reclaman apoyo para denunciar y defenderse de invasores y autoridades de turno. “Esta lucha no es sólo nuestra”, dicen.

 

Algunos datos para entender el conflicto

  • La constitución del Brasil reconoce a los pueblos indígenas, entre otros, el derecho a las tierras “que tradicionalmente ocupan, su posesión permanente y el usufructo exclusivo de las riquezas del suelo…”.
  • Recientemente la Comisión de Constitución y Justicia liberó para su discusión en la cámara de diputados el Proyecto de ley 490 (PL490), que entre otras cosas impulsa el llamado “marco temporal”. Se trata de una interpretación constitucional a la medida de ruralistas y extractivistas, según la cual los indígenas sólo tendrían derecho a las tierras que estuvieran ocupando antes del 5/10/1988, fecha de promulgación de la constitución vigente.
  • Apoyado en el “marco temporal” el Estado de Santa Catarina reclama tierras reconocidas como territorio tradicional del pueblo Kokleng. La importancia del caso radica en que éste fue definido como de “repercusión general”, es decir que la sentencia será referencia para la resolución de todos los procesos futuros relativos a la demarcación de tierras indígenas.

Los datos anteriores dan algunas referencias jurídicas de este conflicto, pero no alcanzan a reflejar la violencia y la angustia que sufren los pueblos involucrados.

Sobre eso habló con Pressenza Neusa Kunhã Takuá, vice cacica de la Aldea Tekohá DjE’y de Paraty, del estado de Rio de Janeiro.

Quieren legalizar la ilegalidad

“Este es un momento muy difícil para nosotros –dice Neusa–. El marco temporal afecta directamente nuestras vidas, nuestra existencia.”

“Todos los territorios que están en proceso de demarcación ya no serán demarcados porque lo que quieren es sacarnos de nuestras tierras, ¿y adónde iremos?”

“En plena pandemia nos vemos obligados a dejar nuestras casas, a traer a  Brasilia nuestros niños, ancianos, embarazadas, a poner en riesgo nuestras vidas, para defendernos de la masacre que el gobierno quiere hacer y ya está haciendo con nosotros. Estamos obligados a salir a la calle y llegar hasta aquí para decir que lo que pretenden es inaceptable, que lo que quieren es exterminarnos.”

“Bolsonaro y los bolsonaristas se oponen a la demarcación porque quieren explotar nuestros recursos. Ruralistas, agronegocios, garimpeiros (mineros), madereras… Ellos quieren hacer lo que ya vienen haciendo incluso en tierras demarcadas. Lo que quieren es legalizar la ilegalidad.”

Neusa Kunhã Takuá, vice cacica de la Aldea Tekohá DjE’y de Paraty

La violencia y el miedo

Mientras los procesos judiciales siguen su curso, las comunidades sufren violentas agresiones en sus propios territorios. Neusa describe la situación de su comunidad, que se replica con algunas variantes en otros casos.

“Venimos sufriendo amenazas de garimpeiros, grileiros (usurpadores de tierra), madereros y la especulación inmobiliaria apoyada por el gobierno. ¡El gobierno inflama la violencia, al respaldar a los ocupantes ilegales! Nos insultan, nos amenazan de muerte. Son racistas y se sienten con derecho a exponer su racismo en las redes sociales y en la calle. No podemos vivir tranquilos en nuestra propia casa”.

En 2017, después de que un vecino amenazara con matar al menos 3 indígenas si querían sacarlo del lugar, el hermano de Neusa fue asesinado. Tenía 42 años. Ahora ella misma está amenazada de muerte. Sin embargo, agrega:

“En ningún momento siento miedo, porque mi fe viene de Nhanderú, tal vez porque mi familia es descendiente de pajés (autoridad espiritual). Es algo que no puedo explicar, un sentimiento que existe dentro nuestro. Claro que me asusto y me preocupo, pero me siento preparada para esta lucha, para defender a mi pueblo y mi familia y demostrar a la sociedad que las mujeres también tenemos la fuerza necesaria.”

Precisamos el apoyo de toda la sociedad

Neusa concluye diciendo:

“Estamos hablando de vida, estamos luchando por sobrevivir. Necesitamos que la gente nos acompañe, que grite con nosotros ‘No al marco temporal’, que difunda en las redes sociales, que las personas den su opinión y en la medida de sus posibilidades presionen a los diputados, al gobierno.”

“¡Protejan a sus pueblos originarios! ¡Tendrían que estar orgullosos de nosotros porque esta lucha no es solo nuestra! Cuando una tierra indígena es reconocida, la vida y el medio ambiente de ese lugar son protegidos por nuestros pueblos. Queremos nuestras tierras para plantar, para preservar las aguas, la naturaleza y eso es para todos. Cada uno de ustedes quiere que a futuro sus hijos respiren aire puro, que tomen agua limpia. Precisamos el apoyo de toda la sociedad. ¡Vivimos juntos en la misma casa!”

“Brasil tiene una historia que no vamos a dejar que se ignore. En esta historia, las tierras pertenecen a los pueblos originarios.”

 

Mientras cerramos esta nota, la comunidad Tekohá DjE’y denuncia: “El día 11/07 dos hombres armados entraron en la aldea para violentar, agredir y amenazar a todos sus habitantes. Uno de ellos fue retenido por las mujeres hasta la llegada de la policía y posteriormente preso. El otro hombre huyó”.


Vea la entrevista completa con Neusa Kunhã Takuá (en portugués)

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