En el comprensible descrédito de las instituciones públicas chilenas, incluidos los Partidos Políticos, faltando poco para elegir los miembros de la Convención democrática con la que Chile elaborará la Nueva Constitución, el debate electoral del progresismo, de la izquierda y centro izquierda se conduce hacia perder la elecciones que el pueblo chileno conquistó movilizado. Muchos de los mismos, sectores, partidos y grupos de independientes que han impulsado cambiar, por fin, la Constitución de Pinochet, hoy confunden la idea de Unidad con uniformidad e ideologizan hasta la esterilidad la herramienta que constituyen los pactos electorales.

Las derechas, en cambio, sin hacer un pacto programático, postularán todas juntas. Sin estridencia se unieron desde la derecha democrática a los pinochetistas vigentes y así ganar la Constituyente o al menos tener los 2/3 que legalmente permiten vetar, impedir los cambios tan popularmente demandados. Así, la derecha conseguiría paralizar los proyectos de regular o debilitar constitucionalmente el ideologismo neoliberal de privilegios que implantó la Dictadura de derecha en la letra de su Constitución de 1980.

Porque el conservadurismo derechista, siguiendo a Carlos Fuentes en ”La silla del águila”, entiende la política “tragando sapos sin hacer gestos”. Mientras, muchos en la centro izquierda e izquierda y sus “independientes”, olvidan el imperativo positivo de Fuentes y se resisten a las alianzas que exigen “tragarse” disgustos, tolerar diferencias, ceder y así ganar la constituyente para debatir con mayoría los cambios que el país reclama.

En las disputas izquierdistas, un fuerte y vasto contingente de independientes, paradojalmente solazados en hacer mucha política pero contra los partidos políticos, alientan agresiones parecidas a rebeldías adolescentes. No parecen desear renovarlos sino demolerlos. Sin temer a la derrota en la Constituyente, quieren, castigarnos por nuestras malas prácticas, mafias de poder y abusos que ha sido evidentes de nuestros partidos políticos. Es comprensible el castigo pero no a costa de perder la Constituyente porque el punible no es el pueblo. La pataleta no es solo antipartidos, sino también entre partidos. Hay partidos que rechazan el pacto electoral que permitiría ganar la mayoría constituyente. El último abuso de la partitocracia fue la negativa a legalizar facilidades reales a la participación de independientes en la próxima elección de los constituyente. Muchos nos jugamos públicamente para que se eliminaran las desventajas de los Independientes.  No lo logramos. Pero ese fracaso, no debe llevar a nadie a debilitar las listas electorales de los Partidos. Los Partidos son un herramienta democrática potente que el pueblo debe aprovechar. Lamentablemente, como en los peores conflictos de violencia intrafamiliar, el ánimo de los independientes de centro izquierda ha sido incendiar la casa. Algunos han llegado a pedir que los partidos se excluyan de la elección y cegados por la emoción, llaman a que los posibles candidatos no participen de los cupos de independientes que faculta la ley electoral y que ofrecen las listas de partidos. Como si lo importante fuese demostrar el rechazo a los Partidos Políticos y no ganar la elección de miembros constituyentes.

Algunos grupos de independientes, de modo inconsecuente, divididos entre ellos, sin unidad, le exigen unidad a los Partidos, sin embargo llegan al absurdo, en su llamado a la unidad, negándose a la unidad con ellos. Es así que están llamando públicamente a rechazar los cupos independientes que les ofrecen los partidos. La contradicción de la oratoria llega al ridículo cuando le enrostran a los partidos la falta de unidad entre ellos mientras, usando el concepto de unidad, promueven más división electoral. Repudian los cupos legales que ofrecen los partidos y critican a aquellos  independientes que han decidido participar como candidatos inscribiéndose como independientes en los cupos de las listas de los partidos. Si esta inmadurez sigue así, solo gana la derecha.

El peligro de la derrota aún puede evitarse, si con madurez se entiende que la unidad significa no solo unidad de los partidos, sino también la  unidad de los independientes con los partidos.

Todos los  modos excluyentes que  entienden la unidad separando listas entre independientes  de las de los  partidos, interpretan bien el estado de ánimo y las emociones contra los políticos, pero no ayudan electoralmente a este momento histórico. Así no corregirán los desastres y vicios que produjimos los políticos. Ese independentismo estimula la inmadurez y promueve la pérdida de  posibilidades de ganar la constituyente.

Nuestra tarea  no es ser los verdugos vengativos contra los Partidos Políticos. Apretemos los dientes frente a la realidad y luchemos por ganar para la historia. Todos deberíamos  promover que se inscriban  muchos independientes  en los cupos de  los Partidos Políticos. Así será más fácil que sean electos más independientes. Así ganando la Constituyente crearemos un régimen político que rompa los vicios que no resuelve el puro enojo.

Abrir paso a  perder la Constituyente por enojo contra los Partidos será un crimen histórico. Y que si eso se cumple, pues que nadie se dé el gusto de enrostrarles a la Partidos Políticos que la derrota fue de su sola culpa, porque la culpa será de todos.