Una inédita experiencia avanza en Chaco. Comunidades originarias siembran y cosechan algodón agroecológico, lo procesan y en trabajo en red diseñan sus propias prendas. Casi la totalidad del algodón de Argentina es transgénico y con uso de agrotóxicos.

 

En 1998 se aprobó el primer algodón transgénico en Argentina, propiedad de la multinacional Monsanto. Desde ese momento, al igual que antes con la soja y el maíz, el cultivo modificado genéticamente y el uso de agrotóxicos crecieron sin freno. En Chaco, una de las principales provincias algodoneras, se realiza una experiencia que va a contracorriente y es inédita: comunidades del Pueblo Qom y campesinos cultivan y cosechan algodón agroecológico. Ya van por su tercera campaña, establecieron convenios con diseñadoras, elaboran prendas, y remarcan que no envenenan con fumigaciones y que luchan por la soberanía alimentaria.

La comunidad qom Campo Medina de Pampa del Indio (Chaco) conoció de agrotóxicos en 2010, cuando sus cultivos comenzaron a quemarse, sus animales a morir y ellos mismos a enfermar. “El viento trae el veneno”, denunció Juan Capra a este diario en 2010. El agrotóxico provenía de su poderoso vecino, la estancia Don Panos, 96.000 hectáreas de la Corporación Unitec Agro, de Eduardo Eurnekian.

La comunidad qom, junto a la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, emprendieron una lucha que se instaló en la agenda provincial. Marchas, denuncias y cortes de ruta lograron alejar los agrotóxicos. Pudieron continuar, a pesar de las dificultades económicas, con sus cultivos maíz, poroto, sandía y algodón.

En 2017, familias qom de Pampa del Indio pudieron avanzar en algo inédito en la región. Su primera siembra de algodón agroecológico. Es una isla en el mar de algodón transgénico: el 99 por ciento del algodón de Argentina es transgénico.

A contracorriente, las comunidades qom comenzaron a cultivar una semilla criolla en cuatro pequeños lotes de Pampa del Indio y Presidencia Roca. Mariano Peñaloza y Napoleón Tomas encabezaron, junto a otros, las luchas y el proceso de recomposición de los sistemas productivos dañados, que posibilitaron esta experiencia; donde las familias tuvieron su primera cosecha manual, de algodón agroecológico, en 2018. Obtuvieron 300 kilos en media hectárea.

Eligieron el nombre “No’’Oxonec”, que en idioma qom significa “tejido”, y complementaron con “algodón de frontera”, referida a los límites que le impone la estancia Don Panos, sinónimo de transgénicos y agrotóxicos, a la que consideran heredera del robo de territorios que sufrieron los pueblos originarios en la Campaña del Chaco (o “del desierto verde” –Siglo XIX–).

Con el algodón en bruto encararon las siguientes etapas de agregado de valor, con la meta de que sea un producto “100 por ciento chaqueño”. El desmote (separar la fibra de la semilla) se realizó en el INTA Sáenz Peña. Obtuvieron 130 kilos de fibra y 170 kilos de semillas, para cultivas en la próxima campaña. Luego fue la etapa de hilado, donde se obtuvieron 80 conos de hilo de un kilo cada uno.

Le siguió el tejido, realizado en la Cooperativa Inimbo, donde lograron 69 kilos de tejido. En acuerdo con el Departamento de Industrias Culturales de Chaco un grupo de diseñadores locales (organizaciones “Entretejidas” y “Kalu Grib”) avanzaron en el diseño y la confección de prendas.

En mayo de 2019 presentaron públicamente en Resistencia el cierre de la primera campaña, proceso que incluyó desde la semilla y la siembra hasta la indumentaria, y las prendas propias y originales.

En 2019 se sumaron familias de la localidad de Las Palmas, agrupadas en la Corriente Clasista y Combativa (CCC), y el INTA de El Colorado (Formosa) para ser parte de la asistencia técnica. También contaron con el apoyo de la Secretaría de Agricultura Familiar, la Subsecretaría del Algodón, los municipios de Pampa del Indio, Roca y Las Palmas, y la Unión Campesina.

El 19 de agosto pasado fue el turno de la primera cosecha de algodón agroecológico de Las Palmas. Un día después, salió la tercera cosecha desde Pampa del Indio. “Para nosotros es una esperanza, es mostrar que se puede producir sin venenos, junto a otros, de forma cooperativa y sin dejar de luchar por la tierra y por una vida digna”, afirmó Reina Gómez, de la CCC Las Palmas, orgullosa de los 200 kilos de algodón que se cosechó en la media hectárea que trabajan seis familias. Resaltó que, en otras tres hectáreas, también cultivan mandioca, batata, zapallos, lechuga, arveja, melón y maíz, y afirmó: “Tenemos manos y fuerza para trabajar por lo menos ocho hectáreas, producir alimentos sin venenos, pero nos falta tierra y herramientas”.

Al proyecto del algodón también se sumó la Asociación de Pequeños Productores del Chaco (Appch) con 34 familias. La sequía dificultó el trabajo estos meses, pero ya se sembró algodón agroecológico en Pampa del Indio, Presidencia Roca, Castelli, Las Palmas y La Leonesa. “El objetivo es fortalecer los sistemas de producción agroecológicos, recuperar semillas nativas y criollas y lograr el mayor porcentaje de agregado de valor en origen”, explicó Alejandra Gómez, integrante de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo que acompaña a “No’’Oxonec – Algodón de Frontera”. Precisó que cada parcela tiene entre un cuarto y media hectárea. En total creen que este año llegarán a las diecisiete hectáreas.

Desde la organización reconocieron que existen dificultades, sobre todo porque los procesos productivos (desmote, hilado, tejido) están pensados para escala industrial, para grandes productores, y eso genera contratiempos y mayores costos para las familias campesinas e indígenas. El documento de presentación de “No’’Oxonec” resume por qué hacen algodón agroecológico: “Trabajamos por una producción sana y saludable para las familias agricultoras y consumidores, cuidando el ambiente, por las generaciones presentes y futuras, por la agroecología y la soberanía alimentaria”.

Monocultivo transgénico

Desde 1996, cuando se autorizó el primer transgénico en Argentina, se aprobaron cinco semillas de algodón modificadas genéticamente (OGM), con uso de agrotóxicos. Las empresas beneficiadas, propietarias de las semillas, son Bayer-Monsanto y Basf. El avance transgénico en el algodón fue voraz. Alejandra Gómez, de la Red de Salud Popular Ramón Carrillo, afirmó que el 99 por ciento del algodón de Argentina es transgénico y señaló que la Cámara Argentina de la Moda les informó que, ante la falta local, importa algodón orgánico de Perú, Turquía e India, con costos muy altos. Por otro lado, con la experiencia de “No’’Oxonec” de Chaco los qom también están avanzando en producir algodón marrón, “que se encuentra casi en extinción”. Recuperaron semillas nativas y ya las compartieron con campesinos de Loreto (Santiago del Estero).