Charla de Hugo Novotny en el Foro-Debate «Aprendizaje y afectividad para una educación humanizadora»  en el Centro Cultural y Educativo “El Jarillal” el pasado viernes en Mendoza, donde participó la Copehu junto a la docente y senadora provincial electa Andrea Blandini y a la directora general de escuelas y diputada electa Silvia Stocco.

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Ante todo agradecer al Centro Cultural y Educativo “El Jarillal”, a Andrea Blandini y Silvia Stocco, por la posibilidad de compartir este Foro. Y a todos ustedes por su presencia.

Por mi parte intentaré comentar brevemente algunas ideas centrales de la propuesta educativa que desarrolla y promueve la Corriente Pedagógica Humanista (Copehu). Partimos de la idea que todo paradigma educativo se basa en una visión del mundo, del ser humano, su conciencia y su función social para la formulación de una teoría del aprendizaje.

A nuestro parecer, hasta aquí llegamos con los postulados positivistas del siglo XIX. No sólo en educación, sino en todos los ámbitos de la sociedad. O sea, hasta aquí llegamos con las teorías filosóficas, políticas y económicas que surgieron en Europa en los siglos XVIII y XIX: capitalismo, socialismo, liberalismo… Teorías que plantearon la supremacía de lo económico, de lo material en la vida humana, formulando en consecuencia esquemas de organización social economicistas que, estamos convencidos, quedaron ya definitivamente agotados. El caos creciente en el que estamos inmersos en nuestro país, en Nuestramérica y el mundo no sólo es producto de un neoliberalismo salvaje que en su agonía está dejando tierra arrasada. Se trata, creemos, de la crisis terminal de todas aquellas concepciones que surgieron en respuesta a los problemas de la sociedad ¡hace más de doscientos años! Es demasiado evidente que el mundo hoy es otro y esto nos pone ante la necesidad imperiosa de renovar profundamente los paradigmas en todos los campos.

En el caso particular de la educación todavía subsiste – y se intenta increíblemente perpetuar, hasta con el argumento de la modernización – una concepción reproductivista, nacida con el surgimiento de la producción industrial en serie, allá por el 1900. Concepción resultante de una mirada que considera al ser humano como pasivo y moldeable, como un recipiente en el que se intentan reproducir aquellos modelos, valores y procedimientos que, quienes ejercen el poder, consideran son los correctos y deben ser imitados, respetados, aplicados; aún bajo la engañosa fachada de la modernización. Pero estos modelos, valores y procedimientos ya no funcionan. Este sistema neoliberal (como estructura global que incluye lo político, lo social, lo económico y lo cultural) ya no responde a las verdaderas necesidades ni a las aspiraciones humanas más profundas. Y, fundamentalmente, ya no responde a la sensibilidad de las nuevas generaciones.

En este absurdo de pretender formar para un mundo que ya no existe, para un sistema que ya no le sirve a la gente, se encuentra, creemos, una de las razones más importantes de la apatía y el desinterés generalizado de los niños y jóvenes por la escuela; y, lo que es aún más grave, un factor generador de violencia dentro del ámbito educativo. En este contexto surge la Corriente Pedagógica Humanista con su propuesta educativa, sus hipótesis teóricas y su práctica.

La COPEHU es un movimiento pedagógico inspirado esencialmente en la filosofía y psicología del Humanismo Universalista de Silo (pseudónimo literario de Mario Luis Rodríguez Cobos, pensador argentino, 1938-2010). Asimismo, la Copehu recoge los aportes del existencialismo y la fenomenología, las investigaciones de las neurociencias y también los trabajos de autores como Lev Vigotsky y Paulo Freire, entre otros. Veamos brevemente algunos antecedentes de esta Pedagogía de la Intencionalidad que impulsa y desarrolla nuestra Corriente:

-Lev Vigotsky y su concepto de zona de desarrollo próximo, con una visión del aprendizaje íntimamente ligada a la interacción social del aprendiente.

-Paulo Freire y su educación con concientización social: la Pedagogía del Oprimido; su concepción de un ser humano no acabado sino en proceso, en evolución, con capacidad y vocación por transformar las condiciones sociales que lo oprimen.

-También tenemos que mencionar a Piaget con sus etapas del aprendizaje; a las escuelas Waldorf y su concepción de educación integral, con alta sensibilidad en la relación con todo lo vivo y el arte como herramienta de aprendizaje.

-Al profesor indio Sugata Mitra y sus experiencias con entornos de aprendizaje auto-organizado en grupos de alta diversidad: la experiencia de “El agujero en la pared”(3).
-Y a Humberto Maturana y las neurociencias resaltando el gran rol de la afectividad en el aprendizaje. Y en este punto me voy a detener un momento ya que es tema central de nuestro foro de hoy.

No estamos hablando aquí del neurocientismo biologizador que hoy se pretende injertar en la educación para naturalizar diferencias sociales: entre una elite de elegidos, “ricos, inteligentes y normales”; cuadros de personal capacitado y disciplinado a su servicio; y el pueblo, los que “no les da para más”. Muy lejos estamos de estas barbaridades del antihumanismo neoliberal. Estamos hablando de fenómenos notables pero cotidianos, como la empatía y la resonancia límbica (1); estamos hablando de las neuronas espejo y la capacidad de colocarse en el lugar del otro, de experimentar el dolor del otro como propio, tan importante en el desarrollo de la compasión; y estamos hablando del hipocampo, responsable nada menos que de la transferencia de datos de la memoria reciente – la información percibida por los sentidos – a la memoria de más largo plazo. Ese hipocampo que resulta ser tan sensible a las emociones, propias y del entorno, en su funcionamiento y en su desarrollo (2). O sea, nos parece fundamental la interacción afectiva positiva, las atmósferas emotivas afectuosas, lúdicas y de buen humor – además, claro, de una alimentación suficiente y adecuada – tanto para el desarrollo neuronal temprano como para los procesos de aprendizaje en general, en todas las etapas vitales.

Todo esto está analizado en el libro “Preparando el camino de los nuevos tiempos – Una mirada humanista sobre el aprendizaje”(4), uno de los pilares teóricos de la Copehu, junto al “Pedagogía de la Intencionalidad” de Aguilar y Bize (5). Ambos libros, basados en los conceptos filosóficos y psicológicos de Silo.

La teoría del Aprendizaje Intencional, que hemos esbozado con un equipo de investigación de la Copehu y se incluye en el primer libro mencionado, está inspirada en una visión filosófica para la que el ser humano, la superación del dolor y el sufrimiento en todos los seres humanos, su desarrollo integral, son el valor máximo. Y está basada en una concepción psicológica que considera a la conciencia humana no pasiva, ni simplemente reactiva; sino activa, creativa, intencional (6).

Es sobre estas bases que consideramos al niño, no como una esponja que absorbe pasivamente los datos que le dan, o como un disco duro vacío que hay que llenar con la información y los programas que se suponen son los correctos; sino como un ser activo, pensante, sensible y actuante, capaz de transformar al mundo y a sí mismo. Un ser que viene a la vida con una misión, irrepetible e intransferible, en dirección humanizadora. Sí! En nuestra visión, cada ser humano viene al mundo con una misión, humanizadora. Y es tarea de los educadores y la comunidad que lo acoge, poner las mejores condiciones posibles: físicas, emocionales, mentales y sociales para facilitar al niño, adolescente o joven, el cumplimiento de esa misión.

Desde esta perspectiva, el educador cumple la función de facilitador, acompañante o guía, dejando el rol protagónico a los niños y jóvenes; a su vez, el educador que se va formando en la experiencia de esta propuesta pedagógica también aprende y crece, pudiendo convertirse en referencia, en ejemplo de coherencia, propiciando también de este modo el aprendizaje intencional (7). O sea, aprender juntos, crecer juntos, aprendientes y docentes, como seres humanos íntegros y coherentes.

Estamos hablando entonces de un nuevo paradigma integral que posibilite el desarrollo pleno del individuo: físico, emocional, intelectual y espiritual, en función social. Estamos hablando de una educación para un sujeto del aprendizaje activo, un ser intencional que aspira a crecer como ser humano en su posibilidad de transformar el mundo y gestar su propia trascendencia; al tiempo que intenta materializar socialmente, junto a otros, la intuición de que ya, a esta altura de la historia, el progreso será para todos o no será para nadie.

Y aquí llegamos a un tema de fondo: la espiritualidad. No la religión. Cada cual tiene total libertad para elegir en qué creer y ojalá la ejerza. No nos referimos al tema de la religión, sino a la espiritualidad. En nuestra opinión, es la atmósfera emocional y espiritual existente en una determinada situación, sociedad o conjunto humano, la que actúa como incubadora, como caldo de cultivo – para bien o para mal – de una determinada visión de las cosas, de las aspiraciones, los valores culturales y los comportamientos de un individuo o de una sociedad. Provocando que se exprese lo peor de las personas o inspirando a que se manifieste lo mejor de ellas.

El tema da para mucho, pero pongamos un sólo ejemplo, un claro ejemplo histórico. Recordemos la Europa medieval, la Europa de la Inquisición, de las Cruzadas y la conquista sangrienta de América. La atmósfera de oscurantismo imperante entonces y todo lo que provocó… Y comparémosla con la Europa renacentista que surgió luego, en rebelión ante aquel oscurantismo medieval; la profunda renovación, efervescencia y florecimiento que se produjeron en el arte, la ciencia, la filosofía, la política, la visión del mundo y la vida en general con la revolución humanista del Renacimiento.

Llevándolo a nuestro tema de hoy, creemos fundamental para la materialización de un paradigma educativo realmente nuevo, superador de las crisis actuales en la mejor dirección, la creación de atmósferas espirituales de libre elección. Atmósferas en las que el niño – así como el joven y el adulto – pueda no sólo aprender a encontrar y relacionar la información que necesita, pueda aprender a pensar, a desarrollar su afectividad y, claro, sus capacidades físicas; sino también aprender a conocer y desarrollar su mundo interno, a conectar con sus guías internos y sus referencias internas, a preguntarse y encontrar las propias respuestas a los grandes temas de la inmortalidad y lo sagrado, de la existencia y su sentido. Todo esto realizado libremente y en conjunto con sus pares. En este punto nos apoyamos en las propuestas y experiencias del Mensaje de Silo (8).

Las prácticas de rélax, gimnasia psicofísica, meditación, contacto con las experiencias verdaderamente inspiradoras del mundo interno, están teniendo no sólo una cálida acogida, sino también resultados sorprendentes en niños y jóvenes de muy diferentes lugares y diferentes estratos socio-culturales, a partir de las actividades que viene realizando la Copehu desde hace algo más de seis años.

Esta diversidad de actividades que comenzó en Argentina en 2011 se viene desarrollando en varios países de Sudamérica, Mesoamérica y ahora también Europa. Por una parte, los retiros para niños y padres en las etapas de 0 a 5 y 6 a 11 años, de jóvenes de 12 a 17 años y las jornadas intergeneracionales en Argentina, Chile, Bolivia y Brasil. Por otra parte, están los programas de aprendizaje intencional y las cinco llaves del aprendizaje en escuelas públicas primarias de Lima y Río de Janeiro. También programas de formación en la pedagogía de la intencionalidad para los docentes de escuelas públicas en estos y otros lugares.

 

En síntesis, las experiencias que se van sumando en distintos países, en no más de cinco años de actividades de la Corriente, son variadas y muy esperanzadoras.

A propósito, cada año desde el 2012 se realiza en enero, aquí cerca en la montaña, en el Parque Punta de Vacas, el Encuentro Internacional de la Copehu, adonde convergen amigos de toda Latinoamérica y Europa para intercambiar experiencias y pensar, experimentar, construir juntos este nuevo paradigma educativo. Tal vez ya tengan en sus manos la invitación al próximo encuentro: 12 – 14 enero 2018.

Siguiendo ahora con nuestro tema de hoy. En esta visión, en estas atmósferas de las que estamos hablando, otro pilar fundamental es la no-violencia. Creemos imprescindible un paradigma educativo que incluya, explícitamente, un compromiso por la No-Violencia, poniendo de manifiesto que en el actual momento histórico la violencia ya no es admisible, ni en la convivencia, familiar o social; ni para la resolución de conflictos en ningún campo; ni como medio para el logro de objetivos. No estamos hablando solamente de pacifismo, sino de resistir la violencia tanto afuera como adentro de uno. Estamos hablando de una cultura de la no-violencia activa, de la posibilidad de transformar la realidad social por medios no-violentos, de construir un mundo más humano de modo no-violento.

En este mismo sentido, me gustaría destacar un fenómeno que se viene expresando, repetida y crecientemente, tanto en nuestro país como en el Brasil y también en otros países (Paraguay, Chile, etc): las tomas de escuelas secundarias. No sólo se trata de acciones no-violentas, en rebelión ante los intentos concretos de ajuste y reforma por parte de los gobiernos neoliberales, en defensa de derechos ganados o de la educación pública y gratuita en general; sino que partiendo de conflictos puntuales, los chicos llegan en esos momentos a plantearse la necesidad de un cambio de fondo en el sistema educativo. Y, muy importante también, muestran una capacidad de autoorganización, reflexión y toma de decisiones autónomas realmente admirables. Un fenómeno de conciencia colectiva muy especial, de lucidez poco habitual.

Algo similar podemos observar en situaciones límite de catástrofe, como fue recientemente el terremoto de México (9), o, un caso que viví personalmente, la inundación de la ciudad de Santa Fe en el año 2003. Los adolescentes y jóvenes, secundarios y universitarios, toman en sus manos la situación, haciéndose cargo de los centros de evacuados, del rescate y la ayuda a las víctimas y sus familiares, con mucha más sensibilidad, generosidad, prontitud y eficacia que los gobernantes, las instituciones y los adultos en general. Un fenómeno de mucho interés, para analizar detenidamente, de lo nuevo que ya está naciendo.

Quisiera para terminar, pedir en mi corazón, y lxs invito a que lo hagamos juntos… Pidamos para que este mundo nuevo que surge poco a poco, silenciosamente, se abra paso y logremos superar este momento oscuro, crítico y tumultuoso que nos ha tocado vivir… Pidamos por el bienestar, por el buen vivir y la felicidad creciente, para nosotros mismos, para nuestros pueblos y, muy especialmente, para las nuevas generaciones en crecimiento.
Muchas gracias por su atención.}

Hugo Novotny. Mendoza, 17-11-17.

Notas
1Richard Lannon; Fari Amini; Thomas Lewis (2000). A general theory of love. New York.
2Diario Página 12, 31.01.2012. “Mi mamá me mima y mi hipocampo crece”. Serie Memoria y Afectividad.
3Mitra, Sugata. The Hole in the Wall: Self-Organising Systems in Education (en inglés). ISBN 0070617872.
4Novotny, Andrea; Di Tomaso, Sabrina; Goyena, Ma. Cristina – Ed. Hypatia, Buenos Aires 2016.
5Bize, Rebecca; Aguilar, Mario – Ed. Homo Sapiens, Rosario, 2012.
6Silo: Humanizar la Tierra. Apuntes de Psicología www.silo.net
7Jaqueline Mera. Copehu, Perú. Intervención en el Simposio Internacional del CMEH en Asución, Paraguay, 28.10.2016
8El Mensaje de Silo www.silo.net
9https://elpais.com/internacional/2017/09/22/actualidad/1506105133_452899.html