Por Emilio Azevedo/Brasil de Fato 

El proceso se desarrolló a lo largo de todo el 2016. La segunda etapa pretende duplicar el número de personas alfabetizadas.

El estado de Maranhão tiene cerca de un millón de analfabetos –casi el 20% de su población– según los más recientes datos del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE). La situación se agrava en el medio rural, donde el índice alcanza aproximadamente 40%. Esos números dejan al estado apenas detrás de Piauí y Alagoas, según la Encuesta Nacional de Muestra de Domicilios (PNAD) de 2013. Fue en ese escenario que el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) coordinó un curso de alfabetización de jóvenes y adultos a lo largo de todo el 2016, desarrollado en asociación con el gobierno del estado, a partir de una propuesta del propio MST, convirtiéndose en la principal referencia de la Jornada de Alfabetización desarrollada por el gobierno de Flávio Dino (PCdoB).*

Los próximos dos meses serán de movilización y preparación de educadores y coordinadores para otra etapa del programa. El Secretario de Educación, Felipe Camarão, afirmó que el proceso para la próxima etapa del programa ya está bien avanzado.

Según él, algunos de los municipios que participaron de la primer etapa también pueden tener como meta la superación real del analfabetismo. Uno de ellos, según el Secretario, es Aldeias Altas, que en la primera vuelta redujo un 35% el número de analfabetos. A lo largo de ese período, más de 7000 personas fueron alfabetizadas a través del método cubano ¡Yo sí puedo!”. El proyecto se propuso actuar en los 30 municipios con lo índices de Desarrollo Humano (IDH) más bajos de Maranhão. La asociación con el MST se concretó inicialmente en 8 de esos municipios: Aldeias Altas, Água Doce do Maranhão, Santana do Maranhão, Governador Newton Bello, São João do Caru, São Raimundo do Doca Bezerra, Jenipapo dos Vieira e Itaipava do Grajaú.

En términos absolutos, fueron muchas las personas alfabetizadas en este proceso pero casi nada en términos porcentuales, ya que representan menos del 1% de la demanda marañense. Por eso la meta es duplicar la cantidad de personas alcanzadas en ese estado en 2017, ya que a fines de febrero los representantes del gobierno de Maranhão garantizaron esa ampliación.

“Yo nunca había estudiado, nunca había tenido la oportunidad; ahora quiero más”, afirma Manoel Vieira de Sousa, 67 años. Don Manoel, con los ojos iluminados, entre feliz y orgulloso, insistió en escribir algunas palabras para demostrar su reciente aprendizaje. Sin embargo para llegar a ese momento, hubo que poner mucho empeño. “Al comienzo la dificultad fue grande, yo no sabía nada, no conocía las letras”, explica el campesino hablando de las primeras clases, comentando también la alegría de su esposa al verlo leyendo. “Ella se alegró mucho”, cuenta.

Esa fue recién la segunda vez que la experiencia del “¡Yo sí puedo!” sucedió en el Brasil fuera de los asentamientos del MST. La primera fue en Ceará, en la periferia de la ciudad de Fortaleza. Según Simone Silva Pereira, dirigente del MST en el estado, ese tipo de trabajo, fuera de las bases del movimiento, “es un paso en un proceso de emancipación de clases” como un todo.

Simone explica que el programa no se resume sólo en el proceso de alfabetización. “La gente discute sobre alimentación saludable, el problema de la violencia contra la mujer, la necesidad de todos de seguir estudiando. En el proceso se construyó toda una pauta de reivindicaciones”, destaca. Para ella, las personas involucradas “vencen un descrédito y recuperan una esperanza”.

Es lo que cuenta, por ejemplo, la educadora Alexandrina Silva Lima, del municipio de Santana do Maranhão, que en ese proceso alfabetizó a su madre de 65 años, una tía, y otras 13 personas. Alexandrina dice que el sentimiento de vergüenza es común entre las personas que no saben leer y escribir, y ese es uno de los primeros obstáculos a superar. “Es el miedo a la burla de otros”, explica. No su caso, ella organizó el salón de clases en su casa, con mesas y sillas que no estaban siendo utilizadas por una escuela. Eso facilitó el acceso de las personas de su familia. “En casa ellos se sintieron más cómodos”, dice la educadora.

Para la ejecución del proyecto fueron contratados 702 alfabetizadores y 71 coordinadores que formaron 628 grupos y trabajaron bajo el comando político pedagógico del MST. En la asociación que hicieron, el gobierno participó con la estructura y la logística, mientras el movimiento garantizó el método, la movilización y la coordinación general. En cada uno de los 8 municipios había, permanentemente, dos representantes del MST siguiendo de cerca cada detalle del proceso.

Sala de aula en el municipio de São Raimundo| Foto: Juliana Adriano

Dificultades

Sin embargo, no todo resultó según lo planeado. Algunos obstáculos pusieron mayores desafíos al desarrollo del programa, como la misma dificultad de llegar a los poblados. En algunos casos sólo es posible llegar por medio de motos o vehículos de múltiple tracción, lo que dificultaba inclusive el transporte de los aparatos de TV utilizados en las clases. Sumando a eso las lluvias, las malas rutas, la ausencia de lugares adecuadas para instalar las aulas, la necesidad de que los alumnos conciliaran el estudio y el trabajo, los hijos pequeños de algunos, el cansancio por el trabajo en el campo, el descrédito generalizado en el servicio público, la desmotivación inicial de muchos, las trabas burocráticas y, en el caso de algunos indígenas, hasta la comunicación entre educadores y alumnos por razones de idioma.

El relato de algunas maestras destaca que algunos tenían problema hasta para sostener el lápiz. Además de la dificultad de leer y escribir, muchos tienen problemas de vista. El plan contemplaba comenzar las clases sólo después que llegaran los anteojos. Hubo atraso en la entrega por parte del poder público. En algunos casos la espera duró cuatro meses y algunas clases tuvieron que empezar sin anteojos, con los alumnos quejándose de dolor en los ojos al forzar la vista durante el estudio.

Aun así, el saldo positivo superó las dificultades enfrentadas en sus más diversas formas. En Itipava do Grajaú, por ejemplo, el albañil Emanoel Alves dos Santos, de 37 años, cuenta que su alfabetización sirvió de gran estímulo para sus dos hijos, que están cursando la escuela primar y la secundaria.

La intención central del programa, sin embargo, es que esa politica educativa, sumada a las políticas de salud y generación de trabajo, brinde más calidad de vida a la población local. “Si el agricultor estuviera alfabetizado, mejor aprenderá a usar las tecnologías y tendrá mejores condiciones de aumentar su productividad y mejorar su ingreso”, explica el secretario de agricultura familiar, Adelmo Soares.

Foto Juliana Adriano

Metodología

En general, se necesitan apenas cuatro meses para que una persona aprenda a leer y escribir por el método de alfabetización “¡Yo sí puedo!”. En un primer momento, los alumnos tienen la ayuda, clase por medio, de una teledramaturgia (telenovela) en video.

Después de los 4 meses, el proyecto avanza a los llamados “Círculos de cultura”, una metodología de educación popular basada en las propuestas del educador Paulo Freire. En esa fase, hay cuatro temas básicos que orientan el aprendizaje: cultura, trabajo, participación política e historia.

Los salones de clase se instalan donde es posible. Además de escuelas públicas, clubes, asociaciones, sindicatos, espacios de cultos afro, salones de iglesias cristianas, espacios comunitarios de aldeas indígenas, casas de alumnos y de educadores y hasta bares, se convierten en aulas. En Santana do Maranhão, por ejemplo, la educadora María do Socorro Costa Saraiva, entre idas y venidas, levantaba a algunos de sus alumnos en moto y los llevaba hasta el lugar donde hacían el proceso formativo.

Para Lizandra Guedes, militante del MST y una de las coordinadoras del día, se produjo una verdadera colaboración colectiva en este proceso. “Esta ha sido la realidad en todos los municipios donde se ha desarrollado el programa. La Jornada de Alfabetización se convirtió en una jornada de solidaridad por el acto de leer y escribir Muchos sujetos se han sumado”, apunta.

En el municipio Jenipapo dos Vieiras, por ejemplo, que tiene el 6º peor IDH del estado, la jornada alcanzó al 30% de la población analfabeta. Ahí se formaron 72 grupos, 24 de ellos en aldeas indígenas. En algunas, parte de los habitantes ni siquiera sabían hablar portugués. De esa manera, el “¡Yo sí puedo!” fue un curso paa aprender a hablar, leer y escribir en un nuevo idioma. Tereza Paiva, asistente social y militante del MST, explica que el papel de los educadores en este caso era “dar acceso al saber sin alterar la cultura”.

Era común en las aldeas indígenas de Jenipapo dos Vieiras la búsqueda de aulas por parte de los caciques, ya que varios de esos lugares no tienen escuela regular. Según Tereza, en un grupo de 15 alumnos matriculados, más de 20 personas concurrían a las clases entre adultos y niños indígenas. En la Aldea Kriuli, el pequeño Hamilton Guajajara, de 10 años, que nunca había ido a la escuela y comenzó a frecuentar las clases sólo para acompañar a su padre, a los 4 meses escribía su propio nombre y el de sus amigos.

Entre una y otra historia, Teresa Paiva evalúa que “con el método convencional, el individuo aprende a leer y escribir en un período medio de un año de actividad escolar. Con el método utilizado en Maranhão, en cinco meses se alcanza ese objetivo, estudiando apenas dos horas por día.”

De los 9.492 educandos matriculados en el “¡Yo sí puedo!”, aproximadamente el 75% fueron efectivamente alfabetizados, lo que totalizó los más de 7.000 jóvenes, adultos y ancianos que tuvieron la oportunidad de enfrentar el desafío de vencer el analfabetismo.

Un ejemplo de ese éxito es contado por Tereza, cuando en un Poblado de Lagoa do Coco, en Jenipapo dos Viera, una maestra llegó hasta las lágrimas al ver a un padre, recién alfabetizado, muy emocionado, logrando escribir la primer carta para su hijo, que vive fuera de Maranhão. En el mismo municipio, uno de los 72 grupos pidió traje para la graduación del programa. Aunque no hubiera presupuesto para eso, la fiesta se hizo de todos modos. Con los pocos recursos reunidos por el grupo, los alumnos improvisaron los sombreros a partir de goma Eva e hicieron la ropa con tejidos reciclados. Después de la graduación los educandos, ya sabiendo leer y escribir, cumplieron su deseo de tirar los sombreros para arriba, siguiendo la tradición de escuelas y universidades de todo el mundo.

Educando lê sua carta para a turma de alfabetização em São Raimundo| Foto: Juliana Adriano

Próximos pasos

Los próximos dos meses serán de movilización y preparación de educadores y coordinadores para otra etapa del programa. El Secretario de Educación, Felipe Camarão, afirmó que el proceso para la próxima etapa del programa ya está bien avanzado.

Según él, algunos de los municipios que participaron de la primer etapa también pueden tener como meta la superación real del analfabetismo. Uno de ellos, según el Secretario, es Aldeias Altas, que en la primera vuelta redujo un 35% el número de analfabetos.

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