Por Lilian Campelo/Brasil de Fato. Traducción de Pressenza.

Para los líderes, la cuestión de la salud está muy ligada a la demarcación de tierras y seguridad alimentaria.

Reducir un 20% la mortalidad de bebés y niños indígenas de hasta 5 años hasta 2019. Ese es el objetivo que quiere alcanzar el Ministerio de Salud por medios de varias acciones orientadas a la atención de la salud infantil anunciadas el último miércoles (23), sin embargo las propuestas no fueron conversadas con los consejos locales, distritales, la Comisión Intersectorial de Salud indígena (Cisi) ni –principalmente– con los pueblos de la selva.

 “Lo primero que se percibe es que están actuando de una forma inadecuada porque no hacen pasar esas deliberaciones por los consejos locales y distritales, lo que en la práctica puede hacer inviables las acciones una vez puestas en marcha”. Es lo que dice Roberto Liebgott, presidente del Consejo Indigenista Misionario (Cimi-Sul) y miembro del Cisi, instancia creada por el Consejo Nacional de Salud (CNS) que tiene la función de estudiar y analizar las políticas de salud indigenista y hacer recomendaciones al CNS, que a su turno delibera.

Las propuestas presentadas tomaron por sorpresa al presidente del Consejo Distrital de Salud Indígena Pina Tembé¹. Cuenta que otra vez el gobierno no trata la salud indígena como debería y explica que no basta con tratar la enfermedad con medidas paliativas, mientras comunidades enteras sufren y luchan por la demarcación de sus territorios.

“Quería que hiciéramos esa prevención mucho antes, antes de que el bebé naciera, antes de que la mujer se embarazara, porque la salud indígena está muy relacionada con el tema de la tierra, muy relacionada con la vida de las comunidades, con la alimentación de la comunidad, de la preservación cultural de ese pueblo”, dice Tembé que vive en la Aldea Ytuaçu perteneciente al territorio indígena Alto Río Guamá, en el municipio de Santa Luzia do Pará y que actualmente tiene el 80% de su territorio invadido.

El portal Saúde (Salud) presentó datos indicando que el 65% de la mortalidad infantil indígena es provocada por enfermedades evitables como por ejemplo respiratorias, parasitarias y nutricionales, casos en que las acciones previstas tendrán incidencia. El número de muertes de niños indígenas antes de cumplir un mes de vida es de 31,28 por mil nacidos vivos, comparativamente tres veces más que la media nacional (13,8).

El Ministerio de Salud estableció cinco metas para llevar hasta el 90% el seguimiento alimentario y nutricional de niños indígenas menores de 5 años. Las metas condicen con una serie de acciones como, por ejemplo, la elaboración de metodologías para la distribución de kits denominados de Crecimiento y desarrollo infantil, que deberán contener suplementos, medicamentos y equipos de monitoreo nutricional.

Foto Daniel Zanini.

Foto Daniel Zanini.

Diversidad vs. receta preparada

Frente a la diversidad étnica, lingüística y cultural que abarcan las comunidades indígenas –el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE) indica que son 305 etnias y que hablan al menos 274 lenguas– indicar recetas preestablecidas para atender la salud de los pueblos indígenas es pasar otra vez por encima de los hábitos, costumbres, deseos y necesidades de las comunidades. Es lo que analiza la antropóloga y profesora de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de San Pablo, Lucia Rangel, asesora del Cimi y responsable del informe de violencia contra los pueblos indígenas, publicado por el organismo ligado a la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB).

 “Algunos programas gubernamentales necesitan oír a las comunidades, los involucrados. Ahora hay algo que falta: falta médico, falta medicamento, falta equipamiento de atención; todo eso falta, entonces no sirve de nada hacer programas si no va a tener médico, si no va a tener transporte, si no va a tener medicamento y equpos”, dice Rangel.

Otra observación que la profesora destaca sobre la diversidad y realidad de los pueblos indígenas, es que muchas comunidades todavía no tienen sus territorios demarcados, lo que afecta directamente la seguridad alimentaria de hombres, mujeres y niños. A contramano de esa realidad, una de las propuestas del gobierno es elaborar una “Guía alimentaria de los pueblos indígenas brasileros”, pero una vez más Rangel destaca las peculiaridades del contexto social en que esos pueblos se encuentran.

“Primero, hay diferencias muy grandes de un lugar a otro, de una región a otra. Usted va a encontrar situaciones de comunidades que tienen sus tierras demarcadas, lugares buenos para plantar, cazar, criar animales. En cambio comunidades que están acampando a la vera de la ruta necesitan recursos alimentarios como las bolsas (que entrega el gobierno) que tienen, por ejemplo, harinas de pésima calidad. Y tenemos experiencia de comunidades que dependen de esas bolsas y en consecuencia tienen desnutrición infantil. Ese es un problema serio”, relata.

Brasil de Fato entró en contacto con la asesoría de comunicación del Ministerio de Salud para confirmar si las acciones para reducir la mortalidad infantil indígena fueron consultadas con los consejos locales y distritales, y la intersectorial de salud indígena. Sin embargo hasta el cierre de esta nota no obtuvimos respuesta.

¹ (Condis), de Guamá-Tocantins, Pará.

Audio original de la nota (en portugués):

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