Persiguiendo nuestra identidad, tras la huella que nos marca la comunidad colla de Juella, ésa que viene conduciendo a La Poderosa Jujeña, el viernes nos encontramos viajando a una gran convocatoria linqueña, para que la conciencia de nuestros barrios se fundiera con la resistencia de los Pueblos Originarios, en una cumbre indígena continental, que no figuraba en la grilla de ningún canal. Convocados por Fernando Signorini y organismos referentes de los Derechos Humanos, compartimos 3 días soñados con hermanos llegados de una historia que precedió a la Argentina, sangre que no se derramó por las Venas Abiertas de América Latina. Pero esta vez, además de las líneas que leés, vamos a contártelo en lenguaje audiovisual, para que retumbe este grito pluricultural, en el contrafrente de la televisión y en la frente de la industria noticiosa… Próximamente, “La Visión Poderosa”.

lincoln 2Miguel Ángel Saulo, cacique de luz, líder Tehuelche en la provincia de Santa Cruz, usa sus manos y su cabeza para alumbrar: “¿Dónde están mis hermanos? Los busco por la naturaleza, pero no los puedo encontrar”.

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Todos los días, Oscar Farías grita aunque nadie lo escuche, porque la Nación Mapuche no se vence, tampoco en la tierra bonaerense. “Y aun si diez veces nos lograran vencer, otras diez veces volveríamos a renacer”.

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Contra los poderes de cualquier Superman, las mujeres como Liliana Antiman no sólo logran que la convicción se amuche, sino también que toda la Nación Mapuche permanezca bien plantada, con esa poderosa garganta liberada que sobrevivió a los relatos absolutos y a las más infames tramas que quisieron instalar, sin grises, ni matices: “Cortaron nuestros frutos y podaron nuestras ramas, pero no pudieron arrancar nuestras raíces”.

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Sobre la historia de una memoria que sigue sumando la explotación en miles de fojas, la Agrupación Mapuche de Rojas resiste en silencio al excéntrico incienso del capitalismo, porque “ser auténtico es el comienzo de ser uno mismo”… ¡Aimé Painé!

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Frente a las balas del periodismo amarillo, la heroica batalla de Jaramillo recobra sentido semana a semana, sobre la tierra americana que les han querido arrebatar desde el tiempo de la bayoneta, cuando Isleta Pueblo tenía la forma del viento y el derecho a escribir su propio legado: “Nuestro momento ha llegado”.

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Por si hubiera alguna duda sobre el valor que le adjudican al amor los pueblos ancestrales, basta con el grito del cacique Raúl Morales, cuya identidad jamás se ha perdido, porque su comunidad se nombra con su apellido, en la provincia de Santa Fe o en cualquier otro rincón de la tierra del Che, gracias a esa fortaleza que ven… “¡Marici Wew Wen!”.

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¿Se escucha bien? Relmu Ñampu grita desde Neuquén, con los poderes de la comunidad Winkul Newen, que mantiene la gloria y la voz de cada ancestro, “porque somos la historia y porque el pasado es nuestro”.

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Del Pueblo Autónomo donde aprendió a caminar y de esa Nación Mapuche que ningún tiempo pudo callar, Damian Portela reencarna gritos perdidos y rompe el silenciamiento, ante el escritorio de la moral: “Unidos, en la fuerza espiritual y en el pensamiento, volveremos al territorio ancestral”.

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“Aguila sagrada”, Calquín Wanka vuela sobre la tierra robada, desde la comunidad “Puel Mapu” o la Tierra del Este, para que todos entiendan, cueste lo que cueste, que para eso vino; para que se escuche. “Yo no soy argentino. Yo soy mapuche”.

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“A pesar de la sangre derramada en la antiguedad, seguiremos cargados de espiritualidad, para que sepan todos los otros quiénes somos realmente nosotros”, grita Marinaw Akun, esperando aún que retumbe la historia entre las telarañas de esas lanzas. No eran campañas. Eran matanzas.

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Casi tan divertido como comprometido, en el dolor que parió su alma de cantor, Hugo Alejandro Garnica parece duro, recio y secote, hasta que entona la historia de Tonokote, para que su prosa suelte una copla más, con la orquesta del estrago no perecedero y con la paz de una siesta en Santiago del Estero… Pues de nosotros depende, que la magia del Duende nos sorprenda con otra revolución musical, a nombre de Evo: “Si queremos reparación cultural, busquemos al Hombre Nuevo”.