El 24 de abril se realizó un conversatorio organizado por Pressenza Internacional de Buenos Aires en el auditorio del Honorable Senado de la Nación Argentina, titulado «Consolidación de Nuestra América como zona de paz».

Contó con la intervención del economista Andrés Asiaín del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, que analizó comparativamente los presupuestos dedicados en defensa y adquisición de armas en los diferentes países y continentes, demostrando que el continente latinoamericano es de los de menor destinación presupuestaria a la industria de la muerte. El análisis también concluía en que quienes fabrican y venden armas son los principales interesados en generar conflictos, por lo cual, animaba a estar atentos a los intentos norteamericanos de convertir a Nuestra América en un campo de batalla.

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También participó Nelsy Lizarazo, presidenta de la Agencia Internacional de Noticias Pressenza, colombiana de origen y ecuatoriana de adopción, quien evaluó los diferentes procesos vividos en la región para lograr obtener un territorio libro de guerras y avanzando en la disminución de las desigualdades. Su alocución se centró en el eje de la unión de los pueblos, de la base social, al igual que están llevando adelante los gobiernos con la creación de CELAC, UNASUR o el ALBA y destacó como fundamental la labor de la comunicación para poder alcanzar ese objetivo de integrar el continente.

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El panel concluyó con las palabras de Tony Robinson, Co-director para Europa de la Agencia y de quién aquí reproducimos sus apuntes:

En primer lugar, me gustaría agradecer a los organizadores de este panel por invitarme a venir a hablar hoy aquí como alguien que no es de la región, y dar una opinión sobre este tema, con una mirada externa.

Gracias también a todos los que han venido y apoyado este evento.

Hablo aquí en mi calidad de miembro de la asociación internacional Mundo Sin Guerras y Sin Violencia, y como miembro del Consejo Global de la red de organizaciones antinucleares, Abolición 2000.

Cuando miro la situación de América del Sur comparada con el ideal de una zona de paz, debo decir que lo que América Latina ha logrado es bastante notable.

En 1968 se firmó el Tratado de Tlatelolco, que creó la primera zona libre de armas nucleares en una región donde había una población significativa. La Zona Antártica fue la primera, pero casi nadie vive allí. El tratado no solo se aplicaba a las naciones independientes de la región, sino también a los territorios bajo dominación colonial, incluyendo los del Reino Unido, Francia, Holanda y EE.UU.

Bajo el tratado, las partes se comprometen a prohibir el “ensayo, uso, fabricación, producción o adquisición, por cualquier medio, de toda arma nuclear”, y el “recibo, almacenamiento, instalación, emplazamiento, o cualquier forma de posesión de toda arma nuclear».

Este tratado entró en vigor incluso antes del Tratado de No Proliferación Nuclear, del que también son signatarias todas las naciones de la región. Así que está claro que esta región se encuentra a la vanguardia del desarme nuclear.

Si me lo permiten, quisiera detenerme por un momento en el TNP, porque el mismo está a punto de ser revisado en una conferencia a partir del lunes, la que se lleva a cabo cada cinco años en la ONU, en Nueva York. En la última conferencia se creó un plan de acción, y en esta nueva conferencia se examinará los progresos de ese último plan de acción, y se desarrollará uno nuevo.

El movimiento anti-nuclear llega a esta conferencia de revisión con una mezcla de emociones.

Por un lado, en los últimos cinco años se han producido tres grandes conferencias destacando las consecuencias humanitarias de las armas nucleares, una de las cuales tuvo lugar en Nayarit, México. Como si no lo supiéramos ya, estas armas matan a gran escala y lo hacen de manera totalmente indiscriminada. Sin embargo, estas conferencias han puesto de manifiesto una gran cantidad de nueva información y de información que no era conocida de manera amplia.

  1. El mundo tiene un arsenal de alrededor de 17.000 armas nucleares distribuidas de manera desigual entre nueve países. El 90% de ellas está bajo el control de Rusia y EE.UU. Modelos científicos atmosféricos han demostrado que un intercambio de 100 armas nucleares lanzadas contra ciudades, enviaría suficiente humo y polvo hacia la atmósfera como para hacer descender las temperaturas en todo el planeta y causar la muerte de entre 1 y 2 mil millones de seres humanos en todas partes del mundo, debido a pérdidas en las cosechas. Las personas que sufrirían más, además de aquellas que se encuentren alrededor de los lugares bombardeados, serían los pobres del mundo, los que ya vienen sufriendo de hambre y pobreza.
  2. La guerra nuclear puede comenzar como resultado de un accidente. Desde que la primera bomba fue lanzada sobre Japón, el mundo ha estado a punto de una guerra nuclear en varias ocasiones. El incidente más grave ha sido recientemente convertido en una película, «El hombre que salvó al mundo», y honra al teniente coronel soviético, Stanislav Petrov, quien, el 26 de septiembre 1983, se encontraba trabajando en una instalación militar cerca de Moscú, un Centro de Alerta Temprana al que debería llegar primero el aviso sobre cualquier misil nuclear en camino. De repente, sus pantallas despertaron diciéndole que un misil estadounidense se acercaba; luego llegó la señal de cuatro más. El trabajo de Petrov era reportar este tipo de avisos a su jefe. El trabajo de su jefe era informar a la dirección soviética, y siguiendo la doctrina de » mutua destrucción asegurada», se habría dado la señal de lanzar los misiles que hubieran destruido el mundo. Afortunadamente, Petrov decidió confiar en su intuición, que le decía que si los estadounidenses quisieran iniciar una guerra, lo harían mediante el envío de cientos de misiles, no cinco, por lo que reportó que se había tratado solamente de una falsa alarma.
  3. Los sistemas de armas nucleares son tan abiertos a los ataques cibernéticos como nuestros ordenadores portátiles. La industria militar está invirtiendo cada vez más dinero, tanto en la defensa de sus sistemas informáticos, como en la manera de introducirse en los sistemas de sus enemigos. Los sistemas informáticos nunca son 100% seguros, si sabe usted lo suficiente acerca de cómo funcionan. Hay un gran riesgo de que un fallo en el sistema y/o un acto de piratería pudieran resultar en lanzamientos nucleares no planificados.
  4. Hay cientos, si no miles de misiles nucleares que pueden ser lanzados en cuestión de minutos. Imagínese a usted mismo como el presidente de los EE.UU. o Rusia, y siendo informado que hay misiles nucleares que vienen acercándose. Se le informa que esto es real; pero, ¿cómo lo sabe? ¿Cómo puede estar seguro de que no es un error? ¿Tiene tiempo para llamar a su enemigo y preguntarle dónde están sus misiles? ¿O, simplemente, pulsa usted el botón? Los seres humanos no funcionan bien bajo estrés. Estos presidentes tienen que decidir el destino de millones de seres humanos y se les da apenas unos 10 minutos para decidir, porque ese es el tiempo que tardan en estar listos los misiles.
  5. Por último, no hace falta decir realmente, que las armas nucleares son ilegales en virtud del derecho internacional humanitario. Ellas no pueden ser utilizadas de tal manera que solo los objetivos militares se vean afectados; y, por tanto, no cumplen con los Convenios de Ginebra. La Corte Internacional de Justicia también emitió un dictamen en los años 90, confirmando su ilegalidad.

Las tres conferencias en las que esta información ha sido presentada, han dado lugar a una demanda para prohibir las armas nucleares, algo que el TNP no hace específicamente, pero que se prevé en el artículo VI del tratado.

En la tercera de las tres Conferencias en Austria, el Presidente de la delegación austriaca puso en marcha lo que se ha llamado el Juramento de Austria.

Austria «se compromete a cooperar con todas las partes interesadas, los Estados, las organizaciones internacionales, los movimientos de la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja, los parlamentarios y la sociedad civil, en los esfuerzos para estigmatizar, prohibir y eliminar las armas nucleares a la luz de sus inaceptables consecuencias humanitarias y los riesgos asociados.»

61 países han firmado hasta ahora este compromiso en apoyo de Austria, incluidos todos los países de esta región. Este apoyo se confirmó en la última reunión de la CELAC en Costa Rica a principios de este año.

Así que, tenemos algunas señales positivas para el desarme nuclear, que proceden de esta región.

Por otro lado, también está claro que, incluso si todos los países del mundo sin armas nucleares se comprometen a prohibirlas, el mundo no se volverá un lugar seguro hasta se hayan desmantelado las armas nucleares en todo el mundo. Y esta región no es inmune a cualquier explosión accidental o intencional.

En términos de otras clases de armas, todas las naciones de la región son también parte de la Convención sobre Armas Químicas, que entró en vigor en 1997, y la Convención sobre Armas Biológicas, de 1972. El tratado sobre Minas Antipersonales ha sido firmado por todos, menos por Cuba.

Para alguien que viene de Europa, este apoyo casi unánime que la región da a los tratados de armas y de desarme, crea muchos celos. ¡Cómo desearía que los gobiernos europeos estuvieran así de comprometidos con la paz! De hecho, si tuviéramos que clasificar las regiones en función de su ratificación de los tratados internacionales, seguramente América Latina estaría en primer lugar.

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Integración

En la introducción de este panel se enumeran las amenazas externas contra la región como zona de paz. En el lado positivo, están los desarrollos internos: los avances en los diálogos de paz de Colombia y el aumento de la integración regional.

Creo que este último punto es el que brinda la mayor esperanza para crear no solo una zona de paz, sino también un planeta de paz: la integración. Pero, ¿cómo podría ser esta integración?

Depende de los valores sobre los que estaría edificada la región integrada.

Echemos un vistazo a Europa. El proyecto de la Unión Europea comenzó como un hermoso proyecto de reconstrucción de una región desgarrada por dos horrendas guerras mundiales. El Tratado de la Unión Europea, que data de 1992, es inspiradora, con cláusulas tales como:

«La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías.»

Y,

«La Unión tiene como finalidad promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos».

Pero si vemos el caso de Europa, creo que podemos ver el ejemplo de una región integrada, al que no aspira América Latina:

  1. El sistema económico deja que algunos países acumulen riqueza y sometan a otros países de la misma región a condiciones económicas que dejan a los seres humanos sin acceso a los servicios básicos de salud.
  2. La región participa constantemente en guerras en otras regiones.
  3. Algunos miembros de la región cuentan con armas nucleares.
  4. Las empresas multinacionales de la región están explotando los recursos de otras regiones, desestabilizando gobiernos, causando conflictos, haciendo caso omiso a los derechos humanos, ignorando las leyes laborales, y explotando a seres humanos.
  5. La región ha fortalecido sus fronteras y generado tales niveles de xenofobia que llevan a la gente de otras regiones a ser sometida a una terrible violencia una vez que ingresan, y dejando a cientos de miles de muertos en sus intentos de entrar a la región.

Vemos aquí el inequívoco signo de una integración basada en el dinero como valor central. Esto no se menciona en las cláusulas del tratado, pero está claramente allí, porque los puntos mencionados anteriormente lo demuestran.

Así que, mirando a esta región, ¿cómo puede un proceso de integración…

  1. … dirigir a la igualdad de derechos y oportunidades para todos?
  2. … dirigir al desarrollo social, a la mejora de la salud, la educación y la seguridad social para todos?
  3. … llevar a la preservación del medio ambiente natural?
  4. … respetar a todos los seres humanos sin importar a su raza, lugar de nacimiento, sexo, orientación sexual, capacidad física, etc.?
  5. … reducir la violencia en todas sus formas?

En pocas palabras, ¿cómo puede una región de naciones poner el valor de la vida humana como valor central? Voy a usar una frase adaptada del pensamiento humanista: una Nación Humana Regional.

Esta es la pregunta que se enfrenta al ser humano, no solo de esta región, sino de todo el planeta. Sin embargo, sería grandioso si América Latina pudiera avanzar en esa dirección y mostrar al resto del mundo cómo hacerlo.

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La Nación Humana Universal: un mundo sin fronteras

Pregunto. ¿Por qué son necesarios las fronteras y los pasaportes? Para que la gente dentro de las fronteras sepa a quién pagar sus impuestos. ¿Por qué un estado necesita ampliar sus fronteras? Para que el gobierno pueda recaudar más impuestos y controlar todos los recursos naturales que existan al otro lado.

En una Nación Humana Regional podemos imaginar que las fronteras físicas no son necesarias, porque no sería necesario mantener a la gente dentro de ellas. La gente pagaría sus impuestos en cualquier lugar en el que viva o trabaje, recibiendo la misma calidad de servicios públicos en cualquier parte. Aunque pudiera haber razones administrativas para que existiesen las líneas en los mapas que marquen los límites entre administraciones locales, la progresiva elevación de la calidad de los servicios públicos disponibles, no debería variar.

Los recursos naturales del interior de la corteza terrestre pertenecen a toda la población del planeta, o a ninguno, dependiendo del punto de vista. Los beneficios obtenidos de la explotación de esos recursos deberían emplearse a favor de toda la población, aliviando así la necesidad de que un Estado se apropie del territorio de otros Estados.

La “Cuarta carta a mis amigos”, de Silo, dice: “La violencia puede instaurarse y perpetuarse gracias al manejo del aparato del Estado. En consecuencia, la organización social requiere un tipo avanzado de coordinación a salvo de toda concentración de poder, sea esta privada o estatal”. ¿Qué mejor manera de erradicar la violencia del Estado y entre Estados, que erradicar el concepto y crear este tipo avanzado de coordinación?

“Pero, ¿cómo continuaremos apoyando a nuestra selección nacional de fútbol?”, puedo escucharles decir mientras hablo estas palabras. Bien, ¿para qué necesitas el concepto de Estado o un pasaporte para apoyar a la selección nacional?

Silo diferencia entre un Estado, “una entidad que tiene que ver de hecho con ciertas formas de gobierno reguladas por la ley”; y una Nación, “lo que define a una nación es el reconocimiento mutuo que establecen entre sí las personas que se identifican con similares valores y que aspiran a un futuro común”.

Una vez que todos los que vivimos en el planeta estemos de acuerdo en que el valor al que aspiramos es el valor de la vida humana: superar el dolor y el sufrimiento humano en nosotros y en los que están a nuestro alrededor; una vez que estemos de acuerdo en la importancia del reconocimiento mutuo y nos veamos los unos a los otros como seres humanos y no como objetos; una vez que estemos de acuerdo en tratar a los demás como queremos ser tratados; y una vez que estemos de acuerdo en que la profunda conexión entre nosotros es más grande que el Estado o cualquier otra institución, entonces quizá la implementación de esta Utopía será posible comenzando en esta zona latinoamericana, y podremos hacer realidad este futuro común no solamente aquí, sino en todo el planeta.

Muchas Gracias.

Fotos de Walker Vizcarra y Magaly Navarrete