Entrevistamos a Enrique Dussel, profesor de Posgrado en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México y Coordinador del Centro de Estudios China-México, quien está en estos días de visita en Santiago de Chile para participar de reuniones en CEPAL y dictar la conferencia “Análisis sobre al Inversión Extranjera directa de China en América Latina”, a cargo de la organización Cruzando el Pacífico.

Sabíamos que el Dr. Dussel lleva más de quince años dedicado a desarrollar proyectos muy específicos de intercambio con China, que desde el 2012 colabora con la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, que publica libros y dicta numerosas conferencias, que encara con pasión el tema de la relación que establece nuestra región con el gigante asiático.

Le consultamos sobre la diferencia entre la inversión que China realiza y la de otros países en nuestro continente. “Después de USA, China es el segundo mayor inversor acá”, nos dice. “Pero sus inversiones son cualitativamente muy diferentes a las de los demás países. Hay que considerar que el 87% de la inversión extranjera china es realizada por parte de su Sector Público; es el Sector Público el que define estas inversiones y antes de materializarse deben pasar por 6 o 7 distintos filtros institucionales (del Ministerio de Comercio, de los Bancos de Desarrollo, etc.. etc…) y que el 100% de las inversiones chinas en América Latina y el Caribe están destinadas a la compra de materias primas o a energía. No están permitidas otro tipo de inversiones, por ejemplo cualquiera que lleve valor agregado”.

Dussel, que como experto sabe bien lo que está pasando, está preocupado y mucho. “Desde hace unos 4 años, China es la segunda fuente de inversión para nosotros y esto tiene enormes implicancias políticas, económicas y hasta legales. Por ejemplo, si se genera un desastre ambiental en alguna de las mineras peruanas compradas por China, el responsable será el sector público chino”.

“Para ellos, no hay temas políticamente correctos. Los chinos son pragmáticos y se ajustan en cada lugar a la ley local. Invierten masivamente, pero por ejemplo si lo hacen en Tokio, pagan salarios del estándar del primer mundo. Si en otro lugar los salarios son míseros, cancelan esa miseria. Donde van, hacen lo que ven, de acuerdo al marco legal local.”

“Tenemos que entender”, dice, “que China ha hecho en 5 años lo que a los países desarrollados como Alemania, USA, Francia u otros les tomó alrededor de 150 años lograr. El Sector Público empuja a las empresas a invertir fuera de China porque cuenta con mucho capital y con grandes requerimientos energéticos. Está cambiando sus hábitos de consumo, en China se está comiendo carne, comprando minerales, comprando tierras. Si les fuera posible comprar países, lo harían”.

“¿O no suscitaron una polémica enorme con la oferta de comprar 200.000 kilómetros cuadrados en Neuquén? Este proceso ha sido tan rápido que en muy poco tiempo se han convertido en un socio comercial importantísimo para América Latina. Han aportado beneficios a Cuba, Venezuela y Brasil, dándoles autonomía respecto de los Estados Unidos. A nivel macroeconómico han dado un significativo apoyo a Venezuela ”.

“Pero ¿dónde estarán en 5 años más? Comenzarán a exigir por sus inversiones. Si están comprando emisión de deuda, reclamarán su derecho de prioridad en las licitaciones públicas. Eso es evidente y sin embargo parece que no nos diéramos cuenta. Los países Latinoamericanos no están en condiciones de decirle a China que no a nada. A futuro será mucho peor”.

“Estamos exportando todas nuestras materias primas sin ningún valor agregado, porque además es la condición que nos ponen, mientras no tenemos reparos en importar sus productos terminados y cada vez más sofisticados, productos para el área de telecomunicaciones, electrónica, el sector automotriz, etc…”

Continúa diciendo que China tiene capacidad de diálogo político, cultural y comercial, pero que América Latina no ha sabido entrar en esa discusión holística; que no ha sabido siquiera establecer su propia agenda de desarrollo de modo que menos es capaz de conversarla. Si nuestros países no tienen una estrategia, por cierto que no son capaces de dialogar con China.

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Solamente en México hay actualmente Centros de Investigación de las relaciones con China en los que se da una discusión medianamente estructurada sobre economía y política, pero en los demás lugares no los hay. En la Universidad de Buenos Aires recién se lo está creando, lo mismo que en Perú. Pero en el mundo académico, en el sector empresarial así como en el sector público, no hay conocimiento sobre China.

“En la última reunión de CELAC-China, nos prometen una inversión de 250 mil millones de dólares en América Latina y celebramos sin saber con quién nos estamos metiendo! China es un gran potencial, pero la relación con ella tiene muchas implicancias. No estamos conscientes, ni tenemos una estrategia política de desarrollo y de relación con el país asiático”.

“Cada una de las Cancillerías de nuestros países debería cuanto antes establecer un departamento especializado en China, invertir en instituciones públicas de alta especialización, tener embajadas en Pekín sumamente preparadas. El Sector Privado también tiene que especializarse en China. El mundo académico necesita una estructura con preparación. Hoy no hay capacidad institucional ni tampoco discusión básica sobre estas necesidades. Somos ignorantes y eso es irresponsable, incluso injusto para con quien es nuestro segundo socio comercial”.

“Es una responsabilidad que América Latina no puede seguir eludiendo”, insiste. Le preguntamos entonces qué pasa en China respecto de nuestro continente. ¿Nos conocen, nos estudian? “A nivel académico pasa más o menos lo mismo o peor, sin embargo en el sector empresarial y especialmente en el sector público, no es así; saben muy bien lo que están haciendo”.

El Dr. Enrique Dussel termina señalando que “si haces lo de Marco Polo que quería conquistar China, volverás tal como él, conquistado por China”.