por Vinícius B.C.

En enero de este año una serie de masacres en cárceles del Norte y Nordeste, trajo a la luz una realidad dura: la vida en los presidios brasileños. Internacionalmente conocidos por sus pésimas condiciones, tales locales deberían servir para reinsertar a las personas que en teoría no pueden integrarse a la sociedad debido a prácticas criminales previstas en el código penal. Brasil es campeón internacional en número de presos. Poseemos una de las mayores poblaciones carcelarias del mundo, perdiendo sólo para China, Rusia y Estados Unidos. Son más de 600.000 personas.

A los defensores de prisiones medievales, lugares de tortura y crujido de dientes, queda la pregunta: ¿para quién está destinada a las prisiones en Brasil? Más del 60% de los presos son negros o pardos, según datos del Depen – Departamento Penitenciario. Los grandes traficantes salen ilesos. Y existen problemas con el acceso a la justicia. Quien tiene dinero paga buenos abogados, quien no tiene, usa la defensoría pública. Y la tasa de reincidencia, en este modelo, es altísima.

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La Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados (APAC), dirigida por la Fraternidad Brasileña de apoyo a los Condenados (FBAC), es un contrapunto en el sistema penitenciario brasileño, que está marcado por el irrespeto sistemático de los derechos humanos. Un vídeo producido por Conectas Direitos Humanos expone esta condición de cientos de miles de personas.

Se destinan a estas prisiones presos clasificadas como de baja criminalidad. Como aquellos que fueron detenidos por hurto. Los presos son llamados por el nombre, no por algún código numérico, y pasan la mayor parte del tiempo (06h hasta las 22h) involucrados en actividades como estudio y trabajo y no encerrados en celdas, pudriéndose.

Creada por Mário Ottoboni, el modelo ya ha sido exportado a varios países. A través de este ENLACE es posible ver la lista de países que adoptaron el modelo de prisión humanizada.

Mário cree que tiene una misión – humanizar las prisiones y dar una segunda oportunidad a aquellos que cometieron algún delito. El movimiento se vincula al cristianismo y se inició en la década de los 70.

Según la FBAC el número de reincidencia es 3 veces menor al de las prisiones comunes. Y el costo por preso también llega a ser tres veces menor. Los funcionarios y voluntarios que cuidan de las prisiones no usan armas. El ambiente es extremadamente limpio, en comparación con las prisiones convencionales. Los propios presos son encargados de la limpieza. Se les denomina “en recuperación” y no presidiarios.

Prisões humanitárias são um caminho para a recuperação dessas pessoas. A tortura de presos só vai criar condições para que o que está confinado piore. Antes de mais nada é importante enxergar a humanidade nessas pessoas.

Las prisiones humanitarias son un camino para la recuperación de esas personas. La tortura de presos sólo va a crear condiciones para que lo que está confinado empeore. En primer lugar, es importante ver a la humanidad en esas personas.

“Nadie es irrecuperable” – Dr. Mário Ottoboni, fundador das APACs.