Pedro Pozas Terrados

Naciones Unidas, por voz de su Secretario General, en numerosas ocasiones, hace llamamientos de forma continuada, solicitando a los gobiernos del mundo, que los pueblos originarios deben ser protegidos y sus tierras respetadas, debido a que ellos son indispensables actores en la lucha para mitigar la crisis climática. Numerosos estudios científicos así lo afirman.

Desde hace milenios, las naciones indígenas del mundo han respetado la naturaleza como ningún grupo humano lo haya hecho, sabiendo cómo cuidarla y cómo explotarla sin originar daños a los ecosistemas. Desde siempre han vivido vinculados con Pachamama (Madre Tierra), sabiendo que de sus frutos dependía la supervivencia de sus vidas. Con la llegada de los exploradores y más tarde de los conquistadores, la explotación de los recursos naturales, comenzaron a diezmar los territorios de los pueblos originarios y con el paso de los siglos a día de hoy, los pueblos indígenas se resisten a desaparecer, muchos de ellos expulsados de sus propias tierras, ignorados, considerados por las naciones como ciudadanos sin derecho, en una violación clara de los derechos humanos y en un genocidio continuado de crímenes de lesa de humanidad.

Aunque existe una Declaración de los derechos de los Pueblos Indígenas por parte de las Naciones Unidas, los estados lo incumplen de forma sistemática, sin que la Comunidad Internacional tome cartas en el asunto, cerrando los ojos ante esta grave discriminación y crimen que se está cometiendo contra ellos e incluso violación de las constituciones que los protege.

Muchas de las naciones indígenas han desaparecido para siempre, pero sin embargo otras continúan resistiendo a pesar de ser tratados como objetos, en lugar de seres humanos con derechos.

Esta es la realidad con la que se enfrenta las comunidades indígenas, donde muchos de sus líderes son asesinados, apresados y torturados, pueblos enteros expulsados de sus tierras, ignorados sin recibir ayuda estatal ni asistencia médica, deseando por parte de muchos líderes políticos, que desaparezcan o que se autodestruyan a sí mismos al no concederles ninguna ayuda a pesar de ser ciudadanos con muchos más derechos que los demás al estar asentados en sus propias tierras.

El racismo está extendido de forma peligrosa en aquellos países donde aún sobreviven las comunidades indígenas. En Argentina y según un órgano de expertos independientes del Comité para la eliminación de la discriminación racial de la ONU, ha expresado su gran preocupación por la supuesta violencia policial Argentina, incluidos casos de víctimas mortales, que afecta de forma desproporcionada a pueblos indígenas, afro descendientes y migrantes en casos de desalojo, protestas pacíficas y operaciones contra el comercio ambulante.

En la mayoría de los países donde existen Comunidades Indígenas como en Argentina, intentan destruir la cultura mediante el difícil acceso al mantenimiento en condiciones dignas de escuelas donde los niños puedan aprender sin necesidad de pasar apuros o inconvenientes. El Estado no pone los recursos necesarios para garantizar una educación como a cualquier ciudadano e incluso, las Autoridades de Formosa intervinieron una radio del Pueblo Qom y a pesar de ser una intervención ilegal, aún hoy no se les ha devuelto la emisora de radio que era fundamental para transmitir la cultura de su pueblo a su propia Comunidad. Escuelas en la intemperie, solo con un techo de madera que los cobija, teniendo que suspender en numerosas ocasiones las clases por el frío intenso y porque los profesores no pueden llegar a la escuela debido al mal estado de las carreteras, que son verdaderos caminos de barro intransitable en las épocas de lluvia. Se intenta de esta forma que los niños no tengan la cultura suficiente para poder desenvolverse en el mundo actual.

El responsable de este genocidio cultural es el Gobernador de la provincia de Formosa Gildo Insfrán, que mantiene una lucha despiadada y violando los derechos humanos  contra las comunidades indígenas a las que califica de forma despectiva “Indios” y que en sus intervenciones públicas y de forma constante también humilla al líder indígena representante de las comunidades en Argentina Félix Díaz. Mantiene los caminos embarrados sin cuidar y las escuelas de los pueblos originarios totalmente abandonadas. No pueden tener acceso a la sanidad pública y son tratados de forma despectiva por todos los órganos oficiales de Formosa. No tienen derecho a un abogado ni que la justicia les proteja y dé curso a sus demandas. Se les niega los derechos más básicos y se les ha robado sus tierras que por Ley y por mandato de la constitución de Argentina les reconoce. Siempre que puede, Gildo arremete contra el líder indígena y dice que mientras él viva, nunca podrá ser dueño de tierras. ¿Son éstas las formas de gobernar una provincia? Sus comparecencias públicas son  penosas, insultantes y totalmente desprovistas de quien  debe encargarse del bienestar de todos  los ciudadanos, sea cual sea el color de su piel. Es una persona tóxica y el Presidente de Argentina debe de forma inmediata sustituirle, ya que mientras él este gobernando, las comunidades indígenas seguirán sufriendo en un genocidio consentido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que se debe realizar una política relativa a los pueblos indígenas a fin de tratar su salud en todas las regiones y subrayando que la condición de indígena debe considerarse determinante general de la salud. Sin embargo la realidad es muy distinta y en Formosa como en otras regiones, no tienen derecho al acceso a la atención sanitaria y de su salud. Muchos niños en esa provincia argentina mueren desnutridos y en los accidentes cuyos culpables son criollos o ciudadanos blancos, no pueden optar por indemnizaciones ya que no pueden pagar a un abogado y el Estado no les ofrece defensa jurídica.

Las recomendaciones de la ONU a favor de los pueblos indígenas, así como las leyes nacionales de Argentina y la propia constitución, son violadas sistemáticamente, como si no existieran sus derechos, en claro desprecio y de un racismo y odio hacia los verdaderos dueños ancestrales de la tierra.

El Comité de la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU, expresó su inquietud por los presuntos abusos y la violencia sexual contra mujeres y niñas indígenas, sobre todo en el norte de Argentina, donde se encuentran las provincias de Formosa y Salta, como el caso de las mujeres y niñas Wichi en Salta y pidió la instauración de medidas para prevenir estos casos y su investigación que son nulas en las citadas provincias.

Félix Díaz, líder indígena de los pueblos originarios de Argentina junto a varios miembros de su comunidad, llevan acampados frente a la casa rosada, sede del Gobierno de Argentina, DOS AÑOS Y CUATRO MESES, solicitando que sea recibido por el Presidente del Gobierno. Es un claro desprecio a los pueblos indígenas de Argentina. ¿Qué le cuesta reunirse con ellos, que expresen sus motivos de queja? ¿Acaso no son ciudadanos de pleno derecho? ¿Cómo se puede consentir este claro insulto y burla contra las comunidades indígenas? Con este ejemplo, se demuestra como el pasotismo de las Autoridades de Argentina raya el crimen de lesa humanidad y vulnera los más elementales derechos humanos a ciudadanos con pleno voz y voto.

Por toda esta lucha que lleva durante años Félix luchando y el odio que tiene el Gobernador de la provincia contra él, su familia y su comunidad,  por su lucha pacífica de los derechos de los pueblos indígenas, imploro desde aquí a la comunidad internacional, a las Asociaciones de Derechos Humanos, a Amnistía Internacional y al propio Gobierno de Argentina, que cese de forma inmediata este abuso contra los derechos humanos, temiendo por la vida del líder indígena Félix Díaz que se encuentra sin ningún tipo de protección.

Muchas veces he valorado a la justicia argentina en cuanto a sentencias que se han dictado entorno a los derechos de los seres sintientes no humanos y a las sentencias  de la chimpancé Cecilia y la orangutana Sandra, que han sido consideradas personas no humanas y por tanto con derechos, trasladándolas de los zoos a santuarios. Sin embargo debo criticar de igual forma a la justicia argentina por no defender de oficio y de forma independiente a las Comunidades Indígenas y a su genocidio cultural lento pero firme, violándose las leyes y la constitución argentina sin que se haga nada por evitarlo.

A pesar de los intensos comunicados de las Naciones Unidas respecto a la importancia en la protección de los derechos de los Pueblos Indígenas, todo ello solo se queda en palabras, y los pueblos que de siempre han respetado la naturaleza y sus tierras, mueren en silencio, invisibles en sus tierras de origen, siendo tratados como simples objetos, olvidados por sus propios ciudadanos que los ven como seres molestos y que solo les utilizan con el miedo y las promesas falsas en las elecciones de los políticos.

Un genocidio que aún continua, un crimen imperdonable del que nadie habla y en el que el mundo calla.