Fuente: Francisco Roña Córdova(*) – NoticiasSer

Tal vez este 28 de julio haya sido uno de los días más tristes de toda mi vida. Creo que ni cuando vivía los estragos de la extrema pobreza que me tocó pasar se compara con lo vivido en estas celebraciones por la independencia de mi amado Perú. Este país rico y diverso que hoy no reconozco quizá por mi salud resquebrajada por el covid y otras dolencias. Desde todos lados me llaman ‘pueblo’ creyendo que recogen mis intereses. Sin embargo, siento que ninguno de los que nos nombra me representa ni escucha a las voces demandantes del sufrido colectivo. En las redes sociales y en los medios tradicionales transitan analistas, “expertos” y opinólogos sin hacer reflexiones profundas sobre la verdadera realidad que estamos viviendo, por tanto, sin ofrecernos salidas ni una ruta clara.

De las experiencias de aprendizajes desarrolladas con mis estudiantes en mi vida de docencia, puedo destacar y reafirmar que todas las dificultades de relacionamiento y de convivencia se superan con una franca y respetuosa comunicación, así como con una práctica de transparencia permanente en cada una de nuestras acciones, sin importar si somos adultos o menores de edad, únicamente enfocados en los roles y en las responsabilidades que asumimos.

Recuerdo que en los procesos electorales en las aulas se elegía al comité o junta directiva del aula y de la lista que perdía automáticamente se elegía al fiscal. Lo relevante es que todos aportaban en planificar y afrontar los problemas del aula. De esta situación aprendí que cuando uno elige a un líder, representante o una autoridad asume una posición crítica para reconocer lo bueno que haga en función al plan de trabajo, así como también a vigilar y cuestionar los actos que no corresponden, por tanto, no somos seguidores de una persona, líder o partido, sino que ayudamos a construir consensos. Lamentablemente esta no es una práctica de la clase política de nuestro país. ¿Hay temor a la crítica o es que los intereses personales priman sobre los intereses del colectivo?

Los peruanos seguimos divididos como si fuéramos hinchas de diferentes equipos de fútbol, hemos perdido el olfato sobre los verdaderos problemas que nos agobian y debemos enfrentar; escuchamos voces de corruptos acusando a otros de corruptos o justificando la corrupción aduciendo que “es aceptable” si es de menor dimensión respecto de la corrupción de los otros, lo cual es indigno y reprochable desde todo punto de vista.

Nos enfrentamos sobre la base de las pasiones, se pide que se vaya el presidente o que se cierre el Congreso, o que se convoque a elecciones adelantadas. Considero que antes de todo, debemos hacer presión en las calles para que los tres poderes, el Legislativo, el Ejecutivo, y el Judicial, revisen y detengan sus prácticas de oídos sordos y regresen al rol que les corresponde desempeñar, o en todo caso, revisar si la estructura del Estado que tenemos es la más conveniente y empezar a discutir alternativas de otra más viable.

Por un lado, se requiere que el Ejecutivo haga buenas designaciones, evaluando perfiles que sí existen en las bases. Por otro lado, que el Legislativo se concentre en los proyectos de ley que favorezcan al poblador y, finalmente, que se haga justicia rápida y objetiva. Hay hechos en los cuales todos hemos visto pasar las evidencias. Sin embargo, se sigue investigando y muchas de estas investigaciones terminan dando libertad a los delincuentes. ¿No será que estamos abusando de la presunción de inocencia en el caso de los “cuellos blancos” y de los acusados de la alta alcurnia cuando el trato es distinto con los pobres?

Hago un llamado a la prensa, a las amistades en cada uno de los poderes para que intercedan en el desarrollo de una agenda país, entre cuyos puntos podrían estar los siguientes:

  1. Priorizar la aprobación de la ley y la generación de las condiciones para masificar el gas en el menor tiempo, con participación efectiva y descentralizada de los gobiernos locales.
  2. Preparar las condiciones para enfrentar la crisis del agro. Para ello, debe considerarse un trabajo articulado y descentralizado con las universidades, ejecutando desde proyectos de tesis hasta proyectos de inversión, fomentando la asociación de productores, el registro ordenado de las cadenas de mercados nacionales e internacionales que los incluya y permita ser proveedores de los programas de Qaliwarma, ollas comunes, club de madres, alimentación en los hospitales. Aquí se requiere flexibilizar la normativa para poder transferir presupuestos a las regiones.
  3. Generar facilidades para el desarrollo del turismo local, regional y nacional, promocionando el turismo vivencial.
  4. Viabilizar y echar a andar las obras de infraestructura, puentes, caminos, locales institucionales, asegurando como mínimo que el 50% de trabajadores sean del lugar donde se ejecuta la obra y dar oportunidad, de por lo menos medio tiempo, a los estudiantes de institutos y de las universidades.
  5. Activar y fortalecer las superintendencias de los servicios públicos como Osiptel para reducir los costos de los servicios de telefonía; la SUNASS para evitar los pagos excesivos de las tarifas de los servicios públicos de saneamiento y, a quien corresponda, revisar y equilibrar el precio de los peajes, de los medicamentos, de los pasajes, etc., y que la Sunat efectivice el cobro de las deudas millonarias de las empresas.
  6. Recuperación de los aprendizajes con estrategias intergubernamentales e intersectoriales específicas y focalizadas de manera territorial, priorizando los ámbitos de los pueblos indígenas u originarios, la población del VRAEM, de frontera y comunidades afroperuanas, entre otros.
  7. Desarrollar estrategias efectivas de seguridad ciudadana con participación de la vecindad.

Felices fiestas de lo que queda… no perdamos la fe.

 

(*) Maestro piurano.

Fuente foto: Congreso de la República.

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