Tengo un amigo que ha comenzado a trabajar en una corporación. Encontró el anuncio por redes sociales. Tuvo una reunión en una sala de una empresa de trabajo temporal donde jóvenes con un discurso único repiten las palabras que han aprendido previamente en un curso de formación. Si se les hace una pregunta no incluida en su guión no saben las respuestas. Me imagino que serán jóvenes con mucho futuro, sobradamente preparadas, con una gran sonrisa y algunos diplomas de universidades que les hace identificarse con un título posiblemente guardado en un cajón de su casa o colgado en una blanca pared. Suelen ser dóciles, no se salen de la norma, trabajan en recursos humanos aunque en el fondo saben que los humanos no debemos ser recursos y que en un futuro cercano su trabajo lo hará una máquina, una herramienta electrónica programada con lo que se denomina inteligencia artificial.

Mi amigo pasó la prueba, es decir, aceptó las condiciones que escuchó, nada por escrito, las palabras se las lleva el viento, el papel tiene un peso… Le mandaron varios mensajes por WhatsApp, SMS, e incluso le llamaron varias veces para recordarle que tenía un compromiso: ha sido aceptado en la corporación y debe ir al curso de formación el día indicado.

Desde el momento en el que fue aceptado recibió incesantes mensajes hasta el punto de sentirse acosado, su asistente virtual tiene nombre de humana, se llama Paulova, una máquina que tampoco resuelve ninguna duda ajena a lo que está dentro de su programación. Paulova manda vídeos de cómo llegar a destino, tutoriales de lo que es la empresa de trabajo temporal… Ahora que pienso y reflexiono, las empresas de trabajo temporal son empresas de fomento de paro sino se llamarían empresas de trabajo, pero si añaden el adjetivo temporal eso quiere decir que… el futuro incierto de un trabajador en una empresa de trabajo temporal.

Mi amigo está contento porque ha entrado en la corporación. Llega el gran día, tras el intensivo curso de formación firma un contrato que no puede leer pero que su asistente virtual le resume: has firmado un contrato para un trabajo de 40 horas semanales. Tu asistente virtual, Paulova, te atenderá para lo que necesites.

Continúa su primer día en la corporación con una reunión. Espera a que se le asigne una gestora. Tras esperar un buen rato su jefa, de la manera más fría posible, le dice que vuelva al día siguiente.

De regreso a su casa le llaman de la Empresa de Trabajo Temporal para que responda a unas preguntas de un supuesto curso de formación de prevención de riesgos laborales. En el autobús escucha más mal que bien las preguntas y responde como si se tratase de un concurso radiofónico. Supera otra prueba. Aprueba “el curso”. Ya está cualificado para trabajar en la corporación.

Vuelve al día siguiente.

Le asignan un puesto y un horario. 11 horas de trabajo contando la hora de descanso, seis días a la semana. Además debe de hacer el mantenimiento de las herramientas de trabajo fuera de ese horario. Si se suman las horas de dedicación serán aproximadamente 70 horas semanales de trabajo en un horario recomendado por su jefa que quizás pueda variar por una buena causa siempre y cuando cumpla con las horas “impuestas recomendadas” que recuerdo son cinco seguidas, una de descanso y otras cinco del tirón. Total once horas al día, excepto el domingo que hay un receso de 8 horas entre turnos.

La jefa es una persona distante, hace esperar, habla poco y es muy seca y directa, hace reuniones cortas porque el tiempo es oro para algunas personas y bronce para los trabajadores. No escucha. Dice que lleva toda su vida trabajando en comunicación pero no es fácil comunicarse con ella. Dice el tópico de que le gusta conciliar la vida familiar pero no pregunta qué tipo de familia tienes y no le interesa saber si acierta con su horario recomendado para la correcta conciliación familiar del trabajador. “Te voy a hacer una pregunta, responde si o no, recuerda que se nos está grabando en vídeo y en audio. Dime la verdad”–me comenta mi amigo que le preguntó su jefa sobre un asunto aparentemente importante. Le pregunté si había carteles en ese cubículo informando de que se está grabando, de lo contrario estarían incumpliendo la ley. No me supo responder. Solo dijo que él no miente, la palabra es uno de sus valores principales.

¿Cuál es el valor de la corporación?

Le dan las herramientas de trabajo, no en muy buen estado, y comienza a trabajar.

Mi amigo se va ilusionado porque necesita dinero y esta es una forma aparentemente fácil de llegar a ganar mucho en un mes aunque desgaste. Total, como ha sido contratado por una Empresa de Trabajo Temporal, habrá que aguantar un tiempo pues bien sabemos que el trabajo es, como ya he dicho, temporal.

Mi amigo comienza su trabajo a las 5 a.m. y acaba a las 16:30 más o menos. Hace más de las horas  recomendadas pero no puede dejar la faena a medias. No es ese tipo de trabajo. Se termina cuando se termina.

El fin de semana trabaja más de once horas de noche. No se paga más por nocturnidad.

Llega a casa y recibe un mensaje de su querida Paulova, la asistente virtual, le pide que rellene una encuesta de satisfacción, también virtual. Mi amigo la lee sin rellenar. Le preguntan si está contento es la corporación, si le gusta la jornada de 40 horas y cómo siente a la corporación. Mi amigo no puede rellenar la encuesta de satisfacción, tiene miedo a represalias. Prefiere hablar las cosas con un humano que empatice pero en la corporación las personas que han dado el curso de formación son clones de digitalización humana. Paulova es humanización digital con inteligencia artificial pero al igual que los humanos de la corporación, no empatizan. No muestran sentimientos.

Mi reflexión es que la sociedad está generando empresas que crean avariciosos. Cuando mi amigo me contaba todo esto, yo recordaba esos artículos que hablan de lo desafortunados que son aquellos a los que les toca un premio importante en la lotería, parece ser que tras la alegría inicial porque te haya tocado el premio, la vida entra en una vorágine de infortunios que te hacen rozar la miseria o tristeza, ya sea porque se derrocha, porque se compra un coche potente y se tiene un accidente… no sé, me vino a la cabeza esa idea. Nadie da duros a pesetas, céntimos a euros, ni siquiera la corporación. Firmar un contrato con ellos es entrar a ser parte de la “gran familia” y como toda gran “familia”, depende como te portes con ellos podrás llegar a ser muy bien considerado en la corporación.

Que nuestro trabajo no se recompense con la avaricia de recibir el premio gordo porque a medio plazo puede generar infelicidad o insatisfacción. Es mejor un salario justo que un juego de trileros. Las grandes promesas conllevan grandes decepciones.

Queremos una economía sana en una sociedad enferma. Nos ponemos el uniforme de “radicalISMO”, nos dejamos hipnotizar por la corporación y nos autoexplotamos, porque nos prometieron una vida de lujo, más allá de la auotinmolación. No importa a cuantos nos llevemos por delante, lo que importa es conseguir los fines para sentirnos merecedores de pertenecer a la corporación, a la familia. Si lo hacemos bien y  nos dejamos explotar, nos inmolamos, podremos alcanzar el deseado paraíso (fiscal) rodeados de todo tipo de drogas de diseño y muchas mujeres, bien sea de fiesta en fiesta en una falsa sociedad del bienestar, ya sea por las medicinas y sanitarias que necesitemos tras nuestra inmolación, dependiendo del grado de implicación, dependiendo de la suerte que se tenga en la explotación. Decir que para mí ninguna de las alternativas es ni correcta ni buena.

Y lo peor es que cuando comentas esta historia de la explotación laboral la gente responde ¿En qué empresa no explotan al trabajador? ¿En serio hemos de normalizarlo?

Más reflexiones:

¿Todavía confías en las palabras de tus superiores? Pues dale toda tu confianza.

¿Desconfías? Dales una oportunidad.

Directivos, directivas, reflexionad: si no hay confianza no habrá buen ambiente. Si no hay buen ambiente, no hay trabajo feliz por lo que no será eficaz. Generad confianza a través de una correcta comunicación sin amenazas, sin trasmitir miedos que quizás sean vuestras inseguridades.

Recordad que el verdadero valor de una empresa es el “capital humano” por ello siempre será mejor para la empresa humanos con valores así mayor será su capital.

Construyamos una sociedad sana para tener una economía en movimiento circular. Una sociedad humanizada, inteligente, con “principios” en lugar de tristes finales; una sociedad con valores y con muchas herramientas y máquinas que hagan del trabajador un humano feliz.

Como dice Xavier Marcet, si crecemos haciendo crecer, ya sea una empresa, una familia o una sociedad, el resultado será mucho más positivo para todos, para el individuo, para la familia, para la empresa, para la sociedad, para la humanidad.

Humanicemos la vida laboral, por favor, se trata de más de una tercera parte de nuestras vidas… o quizás más, dependiendo de la corporación a la que pertenezcas.