Por: Cesar Bejarano Pérez[1]

En el marco de la Primera Marcha Latinoamericana por la Noviolencia Multiétnica y Pluricultural donde se reivindica a los pueblos originarios, reconociendo sus derechos y su aporte ancestral, reflexionamos sobre la violencia contra la naturaleza a través de una entrevista a Doris Balvín, investigadora del Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización, especialista en temas de ecología social.

Doris nos habla sobre la violencia contra los pueblos originarios, la naturaleza y crisis climática y plantea salidas que se vienen gestando desde las organizaciones sociales que accionan por el clima.

  1. Uno de los objetivos de la Marcha Latinoamericana habla de la necesidad de concientizar sobre la crisis ecológica ¿Qué nos puede decir el humanismo con relación a la crisis ecológica?

Desde el punto de vista del nuevo humanismo la crisis que atravesamos es una crisis sistémica. En ese sentido, los planteamientos de la marcha llaman a denunciar y transformar todo tipo de violencia existente en nuestra sociedad, pero también es importante explicitar la necesidad de superar la violencia contra la naturaleza que nos muestra de manera descarnada que nos dirigimos hacia la extinción, conforme lo precisa el último informe sobre ciencia básica del Panel Intergubernamental frente al cambio climático (IPCC).

Desde la Red Humanista de Ecología Social, Economía y Cambio Climático afirmamos que la crisis climática no es más que una de las manifestaciones más dramáticas de la crisis del sistema; un sistema de creencias que cosifica al ser humano y que no reconoce que la relación ser humano – ambiente constituye una estructura indivisible en la que es fundamental la interacción armónica de ambos en función de transformaciones evolutivas. Somos parte de un sistema de organización social, económica, política y cultural ya caduco que requerimos desmontar y solo una de sus manifestaciones es la crisis climática que atenta contra la naturaleza.

Coincidimos en la necesidad de crear conciencia sobre la crisis ecológica y climática que venimos enfrentando como humanidad; de igual manera, exigimos a quienes gobiernan el mundo a replantar la relación con las otras formas de vida y con nuestra casa común para hacer viable el futuro humano.

  1. De igual manera la marcha latinoamericana llama a reivindicar a los pueblos originarios ¿Cuál es la relación de esta crisis ecológica y climática con los pueblos originarios?

Nos sumamos igualmente al llamado a la no discriminación que se hace desde la Marcha Latinoamericana pues en el caso de la crisis climática y ecológica es claro que los mayores impactos caen sobre las poblaciones más vulnerables y en particular sobre nuestros pueblos originarios, quienes por el contrario, a lo largo de la historia han sabido relacionarse de manera armónica con su entorno; pueblos que guardan importantes conocimientos y que nos llaman a reflexionar respecto a que hay muchas formas de lograr que la relación ser humano -naturaleza sea constructiva y que garantice las transformaciones evolutivas de nuestra especie y de las distintas formas de vida. Desde el Centro Mundial de Estudios Humanistas y desde la Red de Ecología Social Economía y Cambio Climático hacemos un llamado a reivindicar la sabiduría de nuestros Pueblos Originarios en toda Latinoamérica, a que se reconozcan sus derechos, su diversidad y su aporte ancestral. Dicho aporte en particular en el caso de la crisis climática es vital, porque nos muestran otras formas de relacionarnos con los sistemas de vida de los cuales somos parte.

  1. ¿Cómo se vive esta crisis ecológica y climática en la región latinoamericana?

Si bien nuestra región no aporta significativamente en gases efecto invernadero, sí somos países considerados vulnerables al cambio climático. Desde el punto de vista de las emisiones podemos decir que somos parte de la rueda de destrucción del planeta pues desde nuestras tierras se extraen los recursos que se utilizan en el Norte global y que benefician a los “dueños” del sistema en desmedro de las grandes mayorías y de nuestra casa común.

El extractivismo es un legado que se instaló en la Colonia y que no hemos podido superar pero que ya es un lastre, reduce nuestra productividad, es parte del círculo vicioso de la crisis climática y es la principal fuente de conflictos socioambientales, que agudiza la vulnerabilidad climática en desmedro de los sectores más pobres y en especial de las poblaciones indígenas; se trata entonces de dejar este rol que cumplimos en el sistema de comercio global.

Implica igualmente atender las demandas de las poblaciones hoy impactadas por el extractivismo minero, petrolero, gasífero, maderero, pesquero, etc. y vislumbrar salidas basadas en el territorio; es decir, alternativas que posibiliten el desarrollo de economías locales fuertes con base en la agricultura agroecológica; por una matriz energética limpia; por el reconocimiento de la multiculturalidad; por el acceso al agua segura como derecho humano irrenunciable; por la protección del bosque amazónico; etc.

Trabajemos juntos para que nuestros gobiernos replanteen la forma de relación Norte-Sur hoy estancada en el extractivismo. Hoy existe una gran diversidad de organizaciones sociales de base y colectivos que no solo plantean cambios, sino que los están realizando, me refiero a transformaciones en sus estilos de vida y que podemos decir que son la vanguardia de este cambio.

  1. Se dice que el humanismo es antropocéntrico pues privilegia la transformación de la naturaleza y porque se coloca por encima de las otras formas de vida; que no reconoce que en las otras formas de vida también hay conciencia y lo que es peor, ejerce violencia contra ellas ¿Qué nos puedes decir con relación a esta afirmación?

Como refieres el ser humano es transformador de realidades, en algún momento de su historia se atrevió a ir contra su propia naturaleza, rompió sus límites y se acercó al fuego y lo dominó, en este singular hecho se abre una nueva dimensión del ser humano; es decir se atrevió a revelarse frente al largo y lento proceso de evolución de la vida que está presente en todo. Por ello el humanismo afirma que el ser humano es un ser social, que transforma su medio y su propia naturaleza. El problema no está en la transformación de la naturaleza sino en cómo se hace y en beneficio de quién o quiénes. Hoy los grupos ecologistas refieren que no hay planeta B y que por eso no podemos destruir nuestra casa común. Yo diría que no tenemos derecho a destruir la casa común porque, ni a nosotros los humanos, ni a las otras formas de vida les conviene; somos seres que nos completamos en relación con el mundo, es decir, en medio social y natural y en esta relación lo humanizamos.

Existen evidencias históricas a favor y en contra de la forma de relación entre seres humanos y naturaleza, hubo culturas que supieron encontrar métodos de convivencia armónica entre seres humanos y naturaleza en grandes espacios territoriales. Lo que ha ocurrido ahora es una disrupción nunca antes vista para sostener un sistema que beneficia a un pequeño grupo de poder mundial que se ha apropiado de los recursos del planeta; del trabajo de las grandes mayorías, de la propiedad intelectual, de los sistemas de vida, que contamina y que está yendo más allá de los límites de resistencia de los ecosistemas, etc. y lo que ocurre es que las grandes mayorías lo permitimos, pues el temor a lo que va a pasar si nos revelamos es más grande que la acción que pudiéramos emprender para cambiar las cosas.

  1. ¿Cómo hacer para cambiar esta situación?

Desde muy distintas organizaciones de base, colectivos ciudadanos, confesiones religiosas, entre otras se viene promoviendo en América Latina y en particular en el Perú el Pacto Ecosocial, que resume una serie de postulados orientados a establecer una nueva forma de relacionarnos entre seres humanos y con la naturaleza. En el caso peruano estas son algunas de las bases que levanta el Pacto Ecosocial desde la denominada Alianza Ecosocial:

  • Declarar al Perú en Emergencia Climática.
  • Reorientar la reactivación económica con un enfoque de economía ecológica, social, solidaria y popular hacia una transformación socioecológica favoreciendo el desarrollo de economías descentralizadas sólidas.
  • Establecer un empresariado local y regional que garantice derechos y agregue valor a la diversidad ecológica y cultural de los territorios creando cadenas de valor e incrementando la producción ecológica de bienes y servicios (turismo rural comunitario) para el consumo interno y la agroexportación.
  • Políticas redistributivas garantizadas a partir de una transformación tributaria integral que erradique impuestos regresivos y los reemplace por impuestos directos a las grandes empresas.
  • Políticas de fomento a las MYPES y a la agricultura para crear empleo sustentable y dinamizar la demanda y la producción local.
  • Garantizar la soberanía alimentaria basada en la propiedad social, colectiva y comunitaria de la tierra protegiendo de la especulación a quienes la cuidan: impulsando sistemas alimentarios urbano-rurales sustentables libres de agrotóxicos y con justicia social, en base a la producción familiar agroecológica.
  • Fortalecer ollas comunes, comedores populares y la alimentación en centros educativos a todo nivel con productos locales y regionales, adaptados a una alimentación saludable y culturalmente adecuada, en el marco de la “Ley de Compras Estatales de alimentos de origen en la Agricultura Familiar”.
  • Implementar un Sistema Nacional Público de Cuidados.
  • Reconocer los derechos de la Naturaleza en la Constitución política del Perú.
  • Fomentar Ciudades para la Vida.
  • Garantizar el derecho al agua segura, con una gestión integrada y sustentable.
  • Política de protección integral para los y las defensoras ambientales.
  • Ratificar el Acuerdo de Escazú, instrumento que obliga a incorporar políticas públicas para los derechos de acceso a la información, participación pública, acceso a la justicia en asuntos ambientales y la protección de los defensores ambientales.
  • Descentralizar la educación y adoptar un enfoque intercultural, territorial, ambiental y con equidad de género.
  • Recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad actualmente monopolizados por corporaciones dueñas de medios de comunicación y redes sociales, para recuperar los sentidos histórico-culturales de convivencia, desde medios ciudadanos y distintas expresiones multiculturales.
  • Reconocimiento de la autodeterminación de nuestros pueblos originarios en el marco de la gestión pública, articulando los planes de vida comunales con la planificación pública desde un enfoque de territorio integral.
  • Reforma institucional integral descentralizada y articulada a la planificación del desarrollo local y regional.

Como vemos se están dando pasos concretos en función de la construcción de un futuro noviolento en beneficio de todas y todos los seres humanos, los pueblos originarios y la casa común y si vemos estas iniciativas lo que notamos es un cambio en la sensibilidad de quienes los impulsan. Está creciendo esta nueva sensibilidad en los corazones y en la acción de muchos seres humanos y están dando respuestas noviolentas frente a la crisis climática multiétnicas y pluriculturales.

[1] Administrador, Asesor y Analista Político, miembro de Mundo sin Guerras y sin Violencia, del Centro de Estudios Humanistas Nueva Civilización y de la Asociación Proactiva Ciudadana; voluntario de Magdalena Creativa.