por Redacción Criterio.hn

Fotos: Nuestra Esquipulas.com

“Vengo de Choluteca, salí de ayer, pasé por Tegucigalpa y hoy estoy acá en San Pedro Sula listo para partir. Yo vengo solo. Es la primera vez que migro. Me di cuenta de la caravana por los rumores en donde yo trabajaba. Ayer mismo tomé la decisión en horas del mediodía. Acá en este país la situación está muy difícil. En Choluteca usted trabaja hoy para pasar otros cuatro días sin trabajo. Por un día máximo le pagan 300 lempiras (12.18 dólares). No se puede vivir con eso. Hablé con mi familia. Le dije a mi madre y mi hermana, que son todo lo que tengo, que me iba. Rompieron en llanto”, dijo en la madrugada de este jueves un joven de 30 años, al sumarse a la enésima caravana de migrantes que se concentró en la ciudad de San Pedro Sula, departamento de Cortés, zona norte del país, para salir rumbo a Corinto, frontera con Guatemala.

La historia se repite, los hondureños buscan el sueño americano debido a que en su país no hay trabajo y lo que abunda es el desempleo la violencia y la inseguridad y ahora se ha sumado la pandemia del Covid-19 que ha traído más pobreza y falta de trabajo.

Durante la noche del miércoles y la madrugada del jueves, centenares de hondureños -muchos de ellos menores de edad- salieron desde la Central Metropolitana de San Pedro Sula en rastras, camiones, carros particulares y buses; partieron con rumbo a Corinto, frontera con Guatemala. Ya en la frontera, un grupo de militares hondureños impidió el paso a los migrantes, sin embargo, estos se lanzaron por puntos ciegos e igualmente ingresaron al vecino país.

Un primer grupo de 500 hondureños ingresó a ese país por la frontera El Florido, entre Guatemala y Honduras, y solicitó que se les permitiera cruzar. La institución gubernamental Migración de Guatemala informó que la mayoría de hondureños no presentó ningún documento de identidad para dejar constancia de registros migratorios.

Otro grupo de migrantes de la caravana de hondureños de alrededor de 300 personas ingresaron por la frontera Corinto, departamento de Izabal. Las personas no están presentado ningún tipo de prueba negativa de COVID-19, dijo el medio Nuestra Esquipulas.

Las autoridades guatemaltecas externaron su preocupación por la situación de la pandemia de la Covid-19 que se vive actualmente en ese país y estudian la forma de cómo atender al grupo de hondureños que cruza su territorio. Mientras que, en redes sociales, miles de guatemaltecos insultaron a los hondureños manifestándoles que se regresaran a su país y los responsabilizaban por posibles focos de contaminación por el nuevo coronavirus.

Criterio.hn buscó la valoración del sociólogo Elvin Hernández, del Equipo de Reflexión Investigación y Comunicación (Eric), quien dijo que la pandemia es real, incapacitante y mortífera, pero que estos migrantes han preferido irse, que morir de hambre en Honduras.

“Hay muchas familias con dolor, luto, mucha rabia, con mucha incertidumbre, y muchas personas no saben cómo canalizar esa parte. Todos los datos apuntan a que la pandemia continúa su rumbo, sin embargo, ese no es el problema principal para ellos. No es lo que los hace salir corriendo, si fuese así, saben que en la caravana tienen un mayor riesgo de contagio, ¿entonces de qué huyen?, se van por la corrupción e impunidad, por la concentración de riquezas que hay en el país”, dice Hernández.

Agrega que estamos en un momento de mucha incertidumbre y que cualquier posibilidad de cambio en Honduras pasa por la salida inevitable de Juan Hernández: “la continuidad de una persona como esta solo le hace daño al país. Solo profundiza los conflictos, solo se siguen acumulando los conflictos y lo convierte en un país con rasgos de inviabilidad, como en su momento lo tuvo Haití, un país que en un momento se volvió inviable porque el Estado perdió toda su soberanía. Lo que pasó en Haití es que pasó a ser gobernada por bandas en regiones del país, el Estado no tenía capacidad de control sobre eso. Como país tenemos la obligación de buscar unos consensos mínimos entre todos los sectores del país para buscar una ruta de salida”.

Hernández manifiesta que a los migrantes hondureños les espera un recorrido muy duro, muy triste, de mucha xenofobia y discriminación, de mucha persecución de parte de Guatemala y México.

“Normalmente las caravanas enfrentan los obstáculos de los controles migratorios, de los militares, retenes, más lo duro del camino bajo lluvias, el sol y el hambre. Aparte de eso está el riesgo de contagio por el coronavirus. Las probabilidades de llegar a EE. UU, debido a los obstáculos altos, son cada vez más limitadas. Así que muchos se quedarán en el camino a medida van avanzando, algo de eso pasó con las últimas caravanas, mucha gente se quedó en Guatemala y México porque, como ellos mismos lo decían, es preferible quedarse en esos países y tener mayores posibilidades, que morirse de hambre en Honduras”, concluye el sociólogo.

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