Por Busani Bafana

El hijo de Oluwaseun Sangoleye desarrolló raquitismo por su rechazo a las fórmulas de lactancia para bebés. Así que ella decidió iniciar un negocio para elaborar cereales infantiles naturales a partir de productos locales locales en su país, Nigeria.

«Mi experiencia personal me hizo percibir la escasez de soluciones alimenticias económicas y densas en nutrientes para bebés y niños pequeños», dijo esta emprendedora a IPS que se ha hecho famosa más allá de su país con sus productos Baby Grubz, destinados a niños de seis meses a tres años de familiar con con bajos y medios ingresos.

Sangoleye,  quien  ganó este año el premio SUN Pitch Competition, como la más innovadora solución para mejorar la nutrición, forma parte del pequeño pero creciente número de mujeres que dirigen agroindustrias alimentarias en África, algunas de ellas de productos innovadores para combatir la desnutrición.

No hay cifras concluyentes sobre el número de mujeres que participan en negocios vinculados a la alimentación y la agricultura en el continente, pero la Red de Mujeres Africanas en Agronegocios (AWAN, en inglés) afirma que trabaja en 42 de sus países, que vinculan 1600 redes de mujeres en diferentes sectores.

En el último informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),  se afirma que las dietas saludables, incluidas las frutas; las verduras y los alimentos ricos en proteínas cuestan más de 1,90 dólares al día: el umbral de pobreza mundial.

Las estimaciones muestran que más de 3000 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable y en África subsahariana y Asia, 57 por ciento de la población se ve afectada.

Desde que abrió Shais Foods en 2014, Mirriam Nalomba ha tratado de transformar las dietas a base de granos en Zambia con una novedosa oferta de cereales fortificados para bebés de mijo, sorgo, yuca (mandioca), soja y maíz naranja con vitamina A.

«No podemos usar alimentos importados para combatir la desnutrición; los cultivos locales pueden producir alimentos nutritivos», dijo Nalomba a IPS.

La desnutrición crónica afecta a 39 por ciento de los niños menores de cinco años en ese país del centro-sur africano, según la FAO.

El modelo comercial de Nalomba, basado en cultivos locales, le ayudó a sobrellevar mejor que otros negocios el cierre de los mercados en el continente, afectados por el cierre de actividades para contener la pandemia de covid-19.

La emprendedora lamentó que las medidas contra la covid hayan afectado sus planes de expandir su emprendimiento, pero en contrapartida ahora vende sus productos en línea.

Foto World Bank

Sangoleye también ha tenido que sortear las dificultades para acceder a las materias primas para sus productos, pero en contrapartida logró más clientes durante la cuarentena y le sirvió de impulso para empezar a innovar en temas como el embalaje.

«Uno de nuestros distribuidores compartió una emotiva historia de cómo tres mujeres compraron un frasco de Grubz y lo compartieron en tres partes iguales para que sus bebés complementaran la leche materna», dijo Sangoleye.

Esa historia “nos ha desafiado a comenzar a investigar la producción de paquetes más pequeños que sean más asequibles y garanticen la seguridad alimentaria de los niños con el cumplimiento del distanciamiento físico», explicó.

La pandemia de covid ha provocado una disminución de 10 por ciento en las ventas de Sanavita, una empresa social de Tanzania, que apoya a más de 1000 pequeños agricultores que cultivan batata o camote de pulpa naranja, maíz con vitamina A y frijoles fortificados con hierro y zinc, con los que se elaboran harinas nutritivas.

Sanavita vende unos 1000 kilogramos de harina cada mes entre unos 10 000 clientes.

«Nuestro objetivo es acabar con el hambre oculta en Tanzania y esto significa crecimiento para nosotros», dijo a IPS la fundadora de Sanavita, Jolenta Joseph.

La FAO ha incluido a Tanzania como uno de los países africanos que serán más afectados por el clima adverso en los próximos años. Este país de bajos ingresos de la costa oriental africana figura actualmente en la lista de la agencia de la ONU que no ha logrado reducir a la mitad la proporción de personas con desnutrición crónica.

En general, la covid ha impactado en todos los sistemas alimentarios de África.

El aumento de los precios de los alimentos tiene un impacto directo en la calidad de las dietas, impidiendo el acceso a frutas y verduras frescas, así como lácteos, carnes y pescados, debido a que las familias redujeron sus ingresos o no tienen acceso a mercados mayoristas o minoristas, según coincidieron investigadores.

La especialista en políticas públicas Debisi Araba,  directora general del Foro para la Revolución Verde en África (AGRF, en inglés), dijo a IPS que la humanidad ha estado innovando durante mucho tiempo para garantizar que las personas estén nutridas.

Para que eso continúe, aseguró, es importante promover la innovación agrícola en tecnologías, procesos, programas y sistemas en la empresa privada y las políticas públicas.

Con la crisis multidimensional de la covid, la salud y la nutrición están sufriendo múltiples conmociones, dijo a IPS el británico Lawrence Haddad, director ejecutivo de la Alianza Mundial para Mejorar la Nutrición (GAIN, en inglés).

«Las pymes de África y Asia son vitales en la respuesta a la pandemia, pero su capacidad para operar se ve sometida a una presión cada vez mayor», dijo Haddad, y agregó que las pymes necesitan apoyo e inversión continuos  para adaptarse e innovar.

Foto World Bank

Llueve sobre mojado

La covid se suma a una historia de obstáculos para el crecimiento de agronegocios liderados por mujeres.

Amandla Ooko-Ombaka, economista y socia de la firma de gestión global McKinsey, dijo a IPS que las mujeres enfrentan una combinación de desafíos para iniciar y administrar un agronegocio debido a su acceso desproporcionado a la información y la tecnología para acceder a asesoría y créditos destinados a la agronomía.

Añadió que las mujeres sufren en forma permanente el menor acceso al capital para aumentar su productividad y tienen 50 por ciento menos de probabilidades que los hombres de ser propietarias de las tierras que trabajan.

En África subsahariana, las mujeres tienen en promedio la tasa mundial más alta en cuanto a participación laboral en la agricultura, que supera 50 por ciento en muchos países del continente, en especial en África occidental, según la FAO.

A problemas particulares para las mujeres, se suman otros generales para la agricultura africana, como la baja digitalización y las precarias cadenas de valor, indicó Ooko-Ombaka, que la pandemia ha demostrado que son cruciales para mejorar los negocios agrícolas.

Determinación y perseverancia

Más allá de los obstáculos,  las mujeres tienen a su favor su voluntad, perseverancia y compromiso.

«No es fácil dirigir un negocio dirigido por mujeres, pero el trabajo duro, la pasión, el compromiso y la capacidad de planificar y establecer prioridades son claves para el éxito», dijo la tanzana Joseph, la fundadora de Sanavita.

Maame Akua Manful, fundadora Fieldswhite , una empresa social de Ghana que fabrica yogur fortificado, está de acuerdo en que dirigir una agroindustria liderada por mujeres implica mucho sacrificio y una toma de decisiones espontánea.

La marca insignia de la compañía del país de África occidental es el yogur OFSP, elaborados con sabores naturales y fortificados con minerales, proteínas, calcio y vitamina A. El producto está dirigido a niños menores de cinco años y mujeres embarazadas y lactantes.

«No es fácil aprender a manejar un equipo de hombres y comunicarse de una manera que lo entiendan, pero siento que con determinación y perseverancia toda mujer puede sacar esa capacidad emprendedora en ella para hacer que las cosas funcionen», aseguró a IPS.

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