Esta nota presenta una serie de columnas, que vamos a compartir en entregas sucesivas durante varios días. Es una iniciativa colombiana por la paz, que les proponemos conocer y difundir.

 

Por Gloria Arias Nieto*

Las cifras se olvidan, porque además de ser distintas, casi siempre son distantes. Pero los seres humanos, vivos o muertos, son historias, verdades, ausencias y afectos.

Desde el 2016, han asesinado en Colombia más de 600 líderes sociales. 56, del 1º de enero al 19 de abril de este año 2020, sumido en la incertidumbre.

Matar a un líder es matar la esperanza de un pueblo; es asfixiar la voz que sirve de puente entre el más vulnerable, y quien debería actuar con diligencia, para modificar la realidad. Ser reconocido como líder por una comunidad, toma años de trabajo, de convicción y vocación; es una actividad de alto riesgo, de alta respetabilidad y letalidad.

El líder social es casi siempre la única opción que tiene la Colombia olvidada, para que alguien la escuche. En nuestro país, los líderes son amenazados, son obligados al desplazamiento o al exilio, y están constantemente expuestos a una muerte violenta.

¿Por qué les tienen tanto miedo, tanto odio? Tal vez porque dicen la verdad, porque defienden a los más vulnerados, la tierra, la cultura, los derechos tantas veces incumplidos, por sociedades indiferentes y gobiernos crónicamente incapaces de proteger la vida de los ciudadanos.

Por eso nos reunimos un grupo de columnistas para honrar la memoria de los líderes asesinados; para no permitir que sus historias se pierdan en la costumbre o en el olvido. Empezó como una propuesta al interior del movimiento Defendamos la Paz y pronto se vincularon más y más voces. Sabemos que nuestras palabras no van a devolver las vidas apagadas, pero el silencio no es una opción. Desde el domingo 7 de junio más de 50 columnistas de varias ciudades de Colombia, España y Argentina dedicamos nuestros espacios de opinión a recordar la vida de nuestros líderes asesinados. Hasta el momento, se han publicado 64 columnas en 12 medios de comunicación, y el domingo 14 de junio el diario El Espectador dedicó su primera página, su editorial y tres páginas más a honrar la memoria de los líderes sociales.

Michel Forst, relator de Naciones Unidas, afirmó en febrero que Colombia es uno de los países más peligrosos del mundo, para ejercer la defensa de los derechos humanos. Y la evidencia nos demuestra que Forst tenía razón.

El próximo 26 de julio estaremos sintonizados desde distintos lugares del mundo, para decirle al gobierno de Colombia y a la sociedad en general que tenemos que romper la complicidad del silencio; que es preciso y urgente respetar y cumplir los acuerdos de paz, los derechos humanos y los pactos por la no violencia. Proteger la vida de los firmantes de paz y de los líderes sociales, no es una propuesta: es un deber ético de los cincuenta millones de colombianos y de todos los ciudadanos del mundo, que saben a ciencia y conciencia, que la guerra es el peor error, el más doloroso fracaso de la humanidad.

Tenemos la capacidad de atravesar el silencio y despertar; Colombia puede y debe lograr la paz, y aprenderá a reconciliarse. Esa es nuestra más irrenunciable tarea.


* Médica y periodista, columnista de El Espectador. Promotora de procesos de paz y reconciliación. Miembro del movimiento Defendamos la Paz (DLP) @gloriariasnieto

El artículo original se puede leer aquí