Este artículo continúa una serie que intentará explicar brevemente distintos aspectos de la propuesta de la Renta Básica Universal (RBU). Para ver toda la serie de artículos publicados sobre este mismo tema, pulsar aquí.

Como su nombre lo indica, la propuesta de Renta Básica Universal es para todo el mundo. Algunos, para dejarlo todavía más claro, le agregan “Incondicional”; es decir, que no exige condiciones especiales. Frente a esto, algunas personas se preguntan ¿por qué para todos, si algunos no la necesitan? La respuesta tiene al menos dos aspectos: uno conceptual, y el otro práctico.

La RBU es para todos porque se trata de un nuevo derecho que, como tal, se debe aplicar a todas las personas por igual. No es una dádiva, ni un regalo, ni una “paguita”, como algunos dicen pretendiendo degradarla, sino que es algo equiparable a un Derecho Humano. Por tanto, cualquier ser humano tiene derecho. Está claro que hasta que llegue a todos los seres humanos pasará un tiempo, y que habrá que empezar por grupos más pequeños (por ejemplo, países o regiones), pero el objetivo sin duda es global.

También es evidente que la RBU es un mecanismo altamente redistributivo; es decir, que redistribuye la riqueza de manera más justa entre todos, para compensar las injusticias inherentes a un sistema como el capitalista. Como tal, obtiene recursos de quienes más poseen para distribuirlos entre quienes más los necesitan, igual que lo hacen habitualmente los impuestos progresivos. Pero no lo hace de manera discriminatoria, fijando unas condiciones que se deben cumplir, sino que lo hace de manera mucho más transparente (y aquí se puede ver el segundo aspecto de la respuesta, el práctico) y sencilla: a toda persona se otorga unos recursos económicos mínimos; a partir de allí, quien tiene de sobra, tendrá que devolver esos recursos en forma de impuesto, mientras que quien menos tiene (y más necesita) podrá usarlos para sus necesidades sin tener que devolver nada.

Imaginemos que somos un grupo de 10 personas que debe atravesar un desierto, y para eso cada uno necesitará 1 litro de agua. Partimos de una situación en la cual algunos tiene varios litros y otros no tienen nada. Lo que hacemos es un fondo común de 10 litros, de donde entregamos a cada uno el litro que necesita. Para alimentar ese fondo común, quienes tenían más agua son quienes más aportaron. Es un mecanismo sencillo, solidario, justo y tranquilizador, ya que podremos atravesar el desierto sin sobresaltos, sabiendo que todos tienen lo mínimo necesario. Ha llegado la hora de la RBU.