Como se mencionó en el artículo anterior, la salud según la cosmovisión indígena Tzeltal debe ser considerada como un equilibrio entre el cuerpo, la mente, el sistema energético y el espíritu.  Todo esto depende de la relación armoniosa que se tenga con el mundo exterior, es decir, con los otros miembros de la comunidad, con la propia familia de origen, con la Madre Tierra y, finalmente, con las normas del mundo divino y ancestral.

Los niños de una comunidad remota en las montañas comenzaron a enfermarse misteriosamente y a morir lentamente; después de algún tiempo se sospechó que se trataba de una epidemia misteriosa. Los médicos enviados por el gobierno chiapaneco vinieron a investigar y encontrar rápidamente una cura, pero las semanas pasaron sin resultados mientras los niños seguían muriendo. Alrededor de la comunidad había leñadores ilegales, que habían estado deforestando los alrededores de la pequeña aldea durante meses. Los miembros de la comunidad llamaron a un anciano para buscar la causa de la enfermedad y después de unos días reconocieron que la deforestación era la fuente del problema; jóvenes y viejos se levantaron contra los leñadores y los expulsaron de sus fronteras. Después de restablecer el equilibrio espiritual entre la comunidad y la Madre Tierra, el curandero regresó a su comunidad de origen y los enfermos comenzaron a sanar lentamente, hasta que la supuesta epidemia desapareció.

Como mencionó Don Leonardo en el artículo anterior, los jóvenes llamados a trabajar por el equilibrio corren el riesgo de enfermarse y morir si no aceptan la tarea que se les ha confiado. Los santos y las diversas entidades, incluidos los espíritus de los antiguos, se presentan de noche a los elegidos revelando su tarea, su misión. «El rechazo provoca una descompensación, un desequilibrio del sistema energético de la persona que provoca graves estados febriles», afirma con seguridad Don Leonardo.

Por lo tanto, si la salud es un estado armonioso, la enfermedad es el resultado de romper este equilibrio sistémico. La envidia y la malicia son también parte de las enfermedades espirituales que pueden causar la pérdida de los dones espirituales y el desprendimiento del espíritu del cuerpo. La brujería representa la contraparte oscura del mundo del curanderismo: generalmente los brujos adoran a la Santa Muerte, una entidad malvada que a cambio de riquezas materiales y la capacidad de manejar las fuerzas oscuras capaces de romper el estado de equilibrio antes mencionado requiere la vida de los miembros de la familia del brujo.

Incluso el miedo puede causar el desapego del espíritu del cuerpo y dar lugar a enfermedades espirituales. Este desapego provoca lentamente la muerte del cuerpo, mientras que el espíritu se encuentra vagando en el lugar donde ha sufrido el gran temor. Precisamente en este lugar el chamán organizará los rituales de cuidado para restaurar el equilibrio entre los enfermos y los espíritus protectores del lugar mismo; un trauma geolocalizado, se podría decir que asumiendo un punto de vista occidental. Si el ritual no produce los efectos curativos deseados, el curandero envía un perro negro que busca el espíritu perdido y lo lleva a casa en el cuerpo de la persona.

Existen otros elementos externos considerados calientes y fríos que pueden causar el estado de enfermedad. Hombres y mujeres se pueden dividir en estas dos categorías según su personalidad y los alimentos que consumen. Las enfermedades físicas también entran en estas dos clases principales, al igual que las plantas medicinales. El equilibrio del cuerpo está formado por el equilibrio de estos dos elementos, cuya ruptura provoca la enfermedad.

Los médicos tradicionales son considerados, por tanto, como intermediarios que dialogan con diferentes entidades, lugares sagrados como montañas, cuevas o ríos, con los espíritus de los antiguos y con el Dios católico para recuperar la estabilidad física, energética y espiritual de las personas.

Doña Carmen es una curandera del distrito de Candelaria, un área infestada por el narcotráfico. «Antes, la oscuridad se manifestaba especialmente a través de entidades negativas, ahora ha cambiado de forma: usa drogas», dice el curandero.

En las fotos la anciana está identificando la enfermedad espiritual del niño gracias a un huevo; después de haber estado en contacto con el cuerpo se abre en un vaso de agua y dependiendo de la forma que tome, se comprueba la enfermedad. Frente a las trece velas, las flores presentadas en su sueño y su propio altar, Carmen pide al dios católico, a Jesús, a la Virgen, a las entidades y a los santos que le dieron los dones que intervengan y ayuden al niño a sanar.


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide