Sudamérica es sacudida por manifestaciones longitudinales. Ecuador, Bolivia, Colombia y Chile son algunos ejemplos de la insatisfacción popular. ¿Podrían estas manifestaciones ser entendidas como una expresión de la cara salvaje del capitalismo?

Cada caso es único. Cada país tiene sus particularidades, como la correlación de fuerzas y la estructura social acuñada a lo largo de los siglos. Las protestas se han extendido, revelando la insatisfacción popular.

Ecuador, Chile y Colombia: rebelión contra el neoliberalismo

Ecuador, gobernado por Lenin Moreno, fue escenario de intensos levantamientos populares liderados por el movimiento indígena local, que se rebeló contra el golpe y el «Paquetazo» neoliberal. En Chile, cuna del neoliberalismo, el pueblo se subleva por razones muy similares. Mientras que en Colombia, gobernada por Iván Duque, en las calles también se levantan voces en contra de las medidas de austeridad.

Siempre ha sido difícil establecer paralelismos con realidades diferentes. Pero en estos casos, es evidente el incremento de la desigualdad social potenciada por las medidas neoliberales que, eliminan las redes de seguridad creadas para garantizar, como mínimo, una vida digna para las entidades más pobres en estos países.

Las medidas neoliberales profundizan las tensiones sociales a medida que existe un aumento en el costo  vida. Y en estos contextos, no es raro que haya manifestaciones y que la gente se tome las calles. Similar a otras revoluciones que surgieron por el aumento de la pobreza y la dificultad para vivir el día a día. Como la Revolución Francesa, que tuvo como última gota, el aumento del precio del pan.

Nuevos modelos para problemas viejos

Brasil, desde el punto de vista neoliberal, que ha estado haciendo añicos a los derechos laborales y de seguridad social y ha aumentado la precariedad del trabajo, aún no se ha rebelado. Pero falta poco. El aumento del precio de la carne, el aumento del dólar, que en la práctica significa el aumento del pan (una vez que se importa el trigo, Brasil no produce todo el trigo que consume) ya está poniendo a prueba la paciencia del pueblo. El estrangulamiento económico genera una rebelión popular.

El agotamiento del modelo neoliberal demuestra un claro quiebre del mismo. Es importante pensar en otra forma de construir relaciones socioeconómicas. Aprender de los pueblos originarios la idea del buen vivir. La construcción del respeto de la dignidad humana por encima de cualquier lucro.


Traducción de Erika Rodriguez