Este domingo acaban de realizarse las elecciones primarias en Argentina, que si bien solamente definían los candidatos de cada fuerza para las elecciones de octubre próximo, tenían una importancia relevante para evaluar el avance de la oposición al gobierno de Macri; y el resultado ha sido contundente: la fórmula opositora del Frente de Todos obtuvo más del 47 % de los votos, mientras que el oficialismo de Macri apenas superó el 32 %.

De poco le sirvió al gobierno contar con la cobertura mediática de los principales medios; de poco le sirvió contar con el apoyo del poder económico local e internacional, incluyendo al FMI; de poco le sirvió el apoyo de Trump, de Bolsonaro, y de todas las derechas neoliberales. Porque no tuvo el apoyo del pueblo; un pueblo harto de que se cierren fuentes de trabajo, de que se aumente la pobreza y la indigencia, de que se endeude al país para que los amigos de Macri fuguen divisas al exterior. Un pueblo cansado de que la mitad de los niños sean pobres y que los jubilados no puedan comprar medicamentos y coman una sola vez al día. Un pueblo cansado de que se manipule la justicia para perseguir y encarcelar opositores, tanto de la política como de los pocos medios de comunicación opositores.

Mientras se escriben estas líneas, aún no tenemos escrutinios completos, porque una de las tantas trampas del gobierno de Macri fue contratar a una empresa informática de dudosa reputación para que transmitiera los datos, y demoraron más de 4 horas en empezar a dar información tratando de disimular lo indisimulable. Finalmente el propio Macri tuvo que reconocer la contundente derrota, en la que la oposición obtiene enormes diferencias en casi todos los distritos del país. De mantenerse los actuales porcentajes en las elecciones de octubre, la fórmula del Frente de Todos ganará las elecciones sin necesidad de ballotage, y Argentina tendrá la oportunidad de emprender un camino diferente al del desastre neoliberal del macrismo. Y esto sería una buena noticia para los argentinos y para una región, bastante castigada por los resultados electorales de los últimos tiempos.