En Libia hay una larga guerra civil en curso, por un lado, Al Serraj con su gobierno de unidad nacional apoyado por la ONU, Turquía, Quatar y en último lugar, pero que tiene fuertes intereses en juego con las plataformas de extracción de petróleo y gas: Italia.

Por otro lado, el general Khalifa Haftar esperaba un viaje tranquilo a la capital, Trípoli. El hombre fuerte de Cirenaica, la parte oriental de Libia había iniciado su avance militar con el puesto de sus numerosos aliados: los «declarados» Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Rusia y los «secretos» no declarados, por encima de todo, Francia. Aunque por ahora el bando es un tanto inestable, con los Estados Unidos, por ejemplo, que a veces lo apoya y a veces no.

Ahora, sin embargo, el consenso en torno a su liderazgo se está desvaneciendo y hasta entre los que tradicionalmente han apoyado a Haftar existen dudas sobre el avance hacia Trípoli.

Después de casi cuatro meses de intensos combates, este callejón sin salida a nivel militar multiplica los frentes del conflicto, y simultáneamente hay una guerra diplomática, una guerra cibernética (guerra de información en línea) y una guerra económica por el control de los bancos y los recursos naturales.

Hoy Serraj, tras haberlo solicitado con urgencia, ha tomado un avión desde Trípoli y ha venido a hablar con Salvini como Ministro del Interior, aún hoy hace unas horas, han convocado un Consejo de Ministros de emergencia, a puerta cerrada; oficialmente para establecer cuestiones económicas, extraoficialmente creo que para hablar de cuestiones estratégicas y sobre el juego que se está llevando a cabo en Libia.

También hoy, hace unas horas, se anunció que el General Haftar está a punto de proceder al bombardeo de Trípoli.

A su vez, en estos días, las misiones militares de Francia e Italia, junto con las de Inglaterra y Estados Unidos, compiten por el control de Níger, otro territorio en el que chocan enormes intereses económicos.

Desde allí se abre el camino al control del Delta del Níger donde prácticamente todas las multinacionales del petróleo desde hace 50 años explotan la extracción de los campos petrolíferos hasta más no poder; siempre desde el control del Níger se abren los caminos hacia el Congo y hacia el Malí que pueden garantizar la explotación de las denominadas «tierras raras», de las que depende la industria militar, aeroespacial y electrónica, tener este acceso es de carácter estratégico, y por cómo se encuentra la economía occidental en el país, es vital.

Siempre en estas jornadas se deciden las comisiones europeas, y algunos papeles clave como los Comisarios Europeos, la Presidencia Europea, la Presidencia del BCE, etc. donde están Alemania y Francia tirando de un lado e Italia con un grupo tirando del otro, amenazas de apertura de infracciones, de comisarios, cruces de varios tipos y arbitrajes desde diversas partes, todo ello con el fin de que cada cual reduzca sus opositores a un consejo más mítico. (Incluso lo llaman «Europa unida»)

En medio de todo este matadero, incluso ahora hay más de 200.000 personas desesperadas que han permanecido literalmente atrapadas en Libia, detenidas sin haber cometido ningún delito; si vamos a ver su origen, la mayoría viene de Níger, Malí, Congo, Gambia; exactamente de esas áreas de África donde los estados occidentales, por poder de las multinacionales, están luchando por enormes intereses económicos y control estratégico. Son personas como nosotros, que según la Carta Humanitaria Internacional tienen los mismos derechos que nosotros, necesitan atención y, como confirman más de cinco informes oficiales en manos de los distintos Gobiernos europeos, al menos tendrían que huir, para salvar sus vidas de la tortura, el acoso, el chantaje, la violación, el asesinato y la muerte por la fuerza, que se producen todos los días, ante nuestros propios ojos, en los centros de detención libios financiados por nuestros gobiernos a través de los acuerdos que hemos firmado para detener no la inmigración, sino una verdadera salida, lo que han desencadenado nuestras propias políticas occidentales en décadas de guerra y explotación.

Pero después de todo lo que sabemos… tal vez es pedir demasiado a nuestras conciencias casi dormidas, y mejor seguir llamando a estas personas como siempre lo hemos hecho aquí en Italia: los invasores, o peor, y cuando se usa un término muy bueno… los llamamos inmigrantes… porque sabemos que impresiona menos. Frente a una opinión pública que se conmueve con imágenes de gatitos, una persona muy sensible puede resultar herida, o incluso puede ser golpeada, si se les llama por lo que son: los rehenes atrapados en el medio de un sucio e inmoral juego.


Traducción del italiano por Nicole Salas