“Ya que nos piden de votar por una foto en un marco, preferimos votar por la Mona Lisa”.

Eso decía una pancarta en una de las tantas marchas que en los últimos meses han llenado las calles de Argelia. Todo un pueblo se ha expresado en contra de Abdelaziz Bouteflika, el presidente que llegó al poder en 1999, que ya desde varios años era convaleciente y ausente de la escena pública y que dimitió el pasado 2 de abril, el día en que esta foto fue sacada de la pared del palacio presidencial después de más de 6 semanas de protestas.

Para conocer más en profundidad lo que está pasando en el país, hemos entrevistado a Lila Benlamri. Ella es activista y feminista argelina, lleva 25 años viviendo en España, es ingeniera de formación y ha trabajado siempre en el campo de la mediación y la resolución de conflictos.

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Lila, qué puedes contarnos del momento que está viviendo Argelia, de la renuncia del presidente Bouteflika, de las protestas en las calles… ¿Qué está pasando en este momento en el país?

Llevamos ocho viernes saliendo a la calle. Los argelinos y las argelinas empezaron a salir a la calle el día 22 de febrero y desde entonces todos los viernes. Hoy es un viernes, ahora mismo también hay una gran manifestación en todas las ciudades argelinas. El 22 de febrero fue a raíz de la propuesta del presidente Bouteflika para una quinta candidatura en las elecciones presidenciales. Entonces la gente se ha echado a la calle para volcar la frustración acumulada durante 20 años. Desde 1999 hasta 2019 el presidente Bouteflika estuvo en el poder y quería un quinto mandato. En Argelia él es conocido como “La Momia” porque lleva desde 2013 sin hablar a su pueblo. Es una persona que ha tenido en 2013 un ictus, con consecuencias muy graves sobre su salud, entonces durante seis años los argelinos no han hablado con su presidente, ni su presidente ha hablado con ellos. Nosotros a esto le hemos llamado “el mandato de la vergüenza” y es una vergüenza para los argelinos que un presidente que está en silla de ruedas y que lleva seis años sin hablarle a su pueblo se presente a una quinta candidatura. Fue el cúmulo de veinte años sin poder expresarse que ha echado a la gente a la calle.

Nos has hablado de una suerte de revolución en marcha que está escribiendo el pueblo argelino. ¿Cómo funciona este movimiento? ¿Quién lo impulsa? ¿Estos cambios que se piden, desde quienes vienen?

Yo hablo de revolución porque hay un escritor argelino que dijo que “cuando los hombres salen a las calles es una revuelta, pero cuando las mujeres los acompañan ya es una revolución”. Lo que está pasando creo que ya es una revolución: las manifestaciones en Algeria son millonarias, se cuenta que hay 22 millones de argelinos y argelinas que han salido a las calles. Son de todas las esferas de la sociedad: niños, niñas, ancianos, ancianas, policías, funcionarios, amas de casa… todo el mundo se ha echado a la calle porque vió que este régimen no puede continuar. Y aunque el presidente Bouteflika haya renunciado a la quinta candidatura, las manifestaciones siguen para pedir que todos se vayan. Los argelinos y las argelinas quieren una ruptura total con el régimen. Es un régimen que durante veinte años ha dilapidado el país. En Argelia se han creado nuevas fortunas, personas que son multimillonarias. Mientras que los hijos del pueblo estudian en Argelia, sus hijos todos estudian en el extranjero, cuando se ponen enfermos se van también a hospitales extranjeros… y hay una represión de la expresión que es muy fuerte. Por eso hoy estar en el espacio público para los argelinos es una gran victoria, han vuelto a las calles después de veinte años. Desde 1999 hay un decreto que prohíbe las manifestaciones en la capital Argel que todavía sigue en vigor, pero aún así las argelinas y los argelinos han salido a la calle desafiando este decreto. Hay un solo eslogan: “¡Que se vayan!”. Todo el mundo, lo único que quieren es que se vayan, que haya una ruptura con el sistema. Luego ya los argelinos y las argelinas tenemos competencias y capacidades para organizarnos y para enfrentar el periodo de transición hacia unas elecciones limpias y transparentes.

Un pueblo que se está movilizando con mucha fuerza. Hablando de esta movilización plural que nos contabas, me gustaría preguntarte sobre el rol de las mujeres, que en Argelia han estado históricamente bien organizadas, a pesar de haber sido bastante oprimidas en ciertos momentos de la historia. Estoy pensando por ejemplo a la guerra por la independencia de Francia, en donde las mujeres tuvieron un papel muy importante. ¿Qué puedes decirnos de las organizaciones de mujeres que hay ahora? ¿Y de las reivindicaciones de las argelinas?

Las mujeres argelinas siempre han estado presentes, como bien lo has dicho han participado activamente en la guerra de liberación algerina y nosotras nos consideramos las herederas de la Kahina, Lalla N’Soumer, Djamila Bouhired. Djamila Bouhired es una mujer que participó en la guerra de liberación, que ahora tiene 82 años y está saliendo a la calle. Ella ha mandado un mensaje al pueblo argelino diciéndole: “No dejáis que ellos roben vuestros sueños”, es una mujer que a los 21 años fue condenada a muerte por el colonialismo francés y hoy ha vuelto a las calles junto a sus hijas. Además la mujer argelina está en las calles no sólo contra el régimen sino contra todas aquellas situaciones de sumisión. También hay pancartas de mujeres pidiendo la igualdad entre hombres y mujeres. En Argelia existe un código de familia, que se decretó en 1984, que considera a las mujeres argelinas como menores para toda la vida. Una mujer argelina, por ejemplo, para casarse necesita de su padre o de su hermano como tutor. Hay reivindicaciones que son propias de las mujeres: libertad e igualdad con los hombres. Y estas reivindicaciones están muy presentes. Además las mujeres están saliendo a las calles con sus hijas y están diciendo que ellas también quieren volver al espacio público. Es una revolución por la libertad y por la conquista del espacio público.

Es muy interesante escuchar que en una época en que las protestas feministas y en general el rol de la mujer están siendo muy importantes, también están pasando cosas significativas en el Norte de África y en Oriente Medio.

La presencia de las mujeres está siendo muy importante. De hecho el próximo viernes voy a estar allí en las manifestaciones porque quiero formar parte de esta gran revolución también. Además estamos hablando de mujeres de todas las estructuras sociales: hay mujeres amas de casa que han salido a la calle con sus hijas, mujeres funcionarias, profesoras, magistradas… todo el mundo allí está en las calles porque está convencido de que a este régimen ya no le queda ni un minuto. No le van a dar ningún minuto a este régimen para que siga.

Una pregunta sobre el contexto político actual: dimitió el presidente Bouteflika y ahora ¿cómo es la situación? ¿Quién está en su lugar? ¿Van a haber elecciones?

Bouteflika dimitió el día 2 de abril. Desde el 9 de abril Abdelkader Bensalah es el presidente interino que está encargado de preparar las próximas elecciones. Parece que la fecha es el 4 de julio de 2019. Pero lo que todo el mundo en Argelia quiere, como dicen muchos de los eslóganes, muchas de las personas que han salido a las calles, es que ninguna persona que haya sido próxima al presidente Bouteflika prepare elecciones. No estamos en las calles para la preparación de las elecciones ahora. Lo que queremos es que se caiga todo este sistema que ha dilapidado el país durante veinte años y Bensalah lleva 17 años como Presidente del Consejo de la Nación y tiene 77 años. Los argelinos tenemos personas muy formadas para poder gestionar un periodo de transición y preparar con tiempo las elecciones. Así que este señor Bensalah el pueblo lo rechaza y pide que se vaya. No puede, la misma cúpula que ha apoyado a Bouteflika durante tantos años, preparar una elección limpia y transparente. No puede ser, ¡es ilógico!

Hablando de esta cúpula que ha garantizado la “estabilidad” de un grupo de poder en los altos cargos del país, ¿por quién está compuesta esta cúpula? ¿Quiénes son los verdaderos poderosos en Argelia? Los militares, la clase política… Y también, para ti ¿cuáles son los cambios que necesitaría el país para llegar a más democracia y mejorar su situación?

Cuando hablo de la cúpula, me refiero a las personas que desde 1999 hasta la fecha han estado con Bouteflika y han hecho de todo para que la sociedad democrática no se pudiera expresar. Todo esto bajo el lema de que cualquier manifestación y expresión de libertad puede llevarnos a que los islamistas puedan volver, a que el “monstruo islamista” pueda volver. No nos olvidamos que Argelia vivió su primera “primavera árabe” en octubre de 1988: los primeros que han salido a las calles lo hicieron el 5 de octubre de 1988 para pedir un cambio de sistema. Luego hemos vivido lo que llamamos la “década negra”, 10 años de represión total y entonces los argelinos y las argelinas durante todos estos años han estado callados porque “si se va Bouteflika, va a volver este monstruo islamista”. Pero eso ya no es realidad, hoy por hoy el movimiento islamista en Argelia no está en las calles, no está en las manifestaciones. Hoy los demócratas argelinos han aprendido la lección, que no hay ningún monstruo y que Argelia la podemos construir entre todos, cada uno con su ideología política, pero desde abajo. Durante los veinte años de Bouteflika lo que más llama la atención, cuando uno va a Argelia, es la proliferación de las grandes fortunas. Personas que están en el poder, familiares de los poderosos, que han acaparado las grandes empresas estratégicas en Argelia, como pueden ser los hidrocarburos o los aeropuertos, y las instituciones públicas. Yo pienso que hoy los argelinos el único cambio que piden es que se vayan todos. Hay una palabra que me gustaría decir en árabe: al-ḥuqra, “humillación”. Nos han humillado.

El 75% de la población argelina tiene menos de 30 años: Argelia tiene un potencial de jóvenes enorme, pero todos los que están en el poder tienen 77,80, hasta 88 años. Bouteflika tiene 82 años y quería un quinto mandato, es decir llegar a los 87 en el poder. Este potencial de gente joven, formada, madura, tiene capacidad suficiente para poder construir otra Argelia: una Argelia libre, democrática, igualitaria, abierta al mundo. Y confío en que esto puede pasar.

Sobre el tema del ejército, uno de los eslóganes muy fuerte en las manifestaciones es: “Un Estado civil: ni militar, ni islámico”. Estamos hartos ya del “monstruo”, de que “si no son los militares los que protegen el país, os va a comer el monstruo islamista”. Queremos construir un país libre y democrático. Entendemos que en el ejército argelino hay hijos, padres y hermanos nuestros, gente honrada dentro de la institución, y por eso también en todas las marchas el pueblo invita a todas estas personas honestas dentro del ejército a unirse. Pero lo que no queremos es un Estado militar. No queremos reproducir lo que ha pasado en Egipto: una revolución preciosa robada por el ejército.