Hace un par de días tuve una interesante conversación en torno a los últimos resultados electorales que se están registrando en el mundo, con una tendencia al autoritarismo en lo político y el neoliberalismo en lo económico. Mi interlocutor, un destacado profesor que periódicamente nos entrega anécdotas históricas a través de las redes sociales, me sorprendió al fundamentar lo que estaba ocurriendo con la pirámide de Maslow, la que desconocía por completo, por lo que me puse a indagar.

Esta pirámide tiene el nombre de su creador, Abraham Maslow, uno de los fundadores de la psicología humanista, donde establece una jerarquía de necesidades del ser humano que han de satisfacerse en la búsqueda de su más plena autorrealización. Bajo esta teoría se asume que nuestras acciones están guiadas por el objetivo de satisfacer un conjunto de necesidades que se encuentran en distintos niveles. Según el nivel en que nos encontremos de satisfacción, serían nuestros comportamientos y decisiones que adoptemos.

Según Maslow, son seis los niveles con que plantea su teoría. El primero, que está en la base de la pirámide, incluye las necesidades más básicas que tienen que ver con la supervivencia física, el comer, respirar, dormir. Satisfechas estas necesidades, se pasa a un segundo nivel, asociado al miedo, esto es, a la necesidad de contar con seguridad física, de protección, de mantener lo que se tiene, poder mantener satisfechas las necesidades básicas. Luego viene el nivel de asociación vinculado a la satisfacción de necesidades sociales, de relacionarse afectivamente con la familia y las amistades para sentir amor y sentido de pertenencia. Más arriba se encuentra el nivel correspondiente a la necesidad de ser reconocidos, respetados, valorados y que tienen que ver con la confianza y la autoestima, esto es, de sentirse bien con uno mismo. Por último, está el nivel más alto de desarrollo personal, que apunta a la necesidad de autorrealización, de desarrollo personal, espiritual, de darle un sentido a nuestra existencia mediante el desarrollo de todo nuestro potencial para una vida más plena.

Conocidos estos niveles cabe preguntarse en qué nivel se encuentra cada uno de nosotros. El ideal es estar en el nivel superior, el que supone el pleno desarrollo personal. Desgraciadamente la mayoría no lo está.

Aplicada esta pirámide a nivel de los países también podríamos preguntarnos lo mismo. ¿Dónde estamos? Los resultados de las elecciones y las posturas de los distintos partidos políticos parecen estar dándonos algunas pistas para responder la pregunta. En efecto, cuando las necesidades más básicas o biológicas se dan casi por satisfechas –comer, dormir, respirar, etc.-, especialmente para quienes han logrado salir de la extrema pobreza material, el miedo y las necesidades de seguridad y protección pasan a tener una mayor relevancia. Esto se da particularmente entre quienes se han sumergido en una suerte de consumo insaciable.

Allí donde la derecha y la ultraderecha están ganando elecciones parece ser que es porque escuchan y/o recogen esta búsqueda de protección y de seguridad de la población, de mejor manera que sus oponentes políticos.

Le haría bien al centro y a la izquierda reflexionar en profundidad sobre el tema, y la sociedad en que se inserta, para proponer políticas de seguridad que la población perciba como más confiables, humanas y eficientes que las que nos proponen quienes se están imponiendo mediante un discurso que menoscaba la democracia ensalzando el militarismo, el autoritarismo y el neoliberalismo.