A propósito del compromiso de los trabajadores y trabajadoras por la paz y las tareas de consolidación de la paz.

Inaugurada oficialmente el 15 de octubre de 1994, pero creada por el Ayuntamiento de Vicenza, a iniciativa de los y las activistas, asociaciones y organizaciones del mundo pacifista y no violento, por la resolución No. 60 del 1 de junio de 1993, la Casa para la Paz de Vicenza sigue siendo, veinticinco años después de su fundación, un espacio abierto y activo, que alberga asociaciones e iniciativas, y se propone como un lugar de activación y coordinación, en itinerarios y actividades orientadas a la formación de la generación más joven y a la sensibilización de la opinión pública sobre los temas de la paz y la no violencia, la solidaridad y la ciudadanía activa, la construcción de la paz y la transformación no violenta de los conflictos.

Una iniciativa más reciente del Consejo, una vez más en el contexto de la Municipalidad de Vicenza, condujo a la aprobación de la resolución del 13 de marzo de 2018, con la que se aprobó el reglamento de la Casa para la Paz, que define y amplía sus funciones. Se define como objetivo principal de la estructura «promover la educación para la paz y la resolución no violenta de conflictos en la ciudad, situando en el centro de sus proyectos e iniciativas los temas fundamentales de la cultura de paz y la no violencia»; se define como un programa de iniciativas «llevado a cabo con el programa trienal aprobado por el Ayuntamiento a propuesta del Foro de Paz, también sobre la base de las directrices del Comité Científico»; y articula la estructura en un Foro de Paz, un Comité de Gestión y un Comité Científico.

En este contexto, tan prometedor para el desarrollo de caminos e iniciativas estructuradas relacionadas con la consolidación de la paz y la prevención de la violencia, se celebró el 29 de mayo, con ocasión del Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas, la presentación del libro de G. Pisa, «Ordalías. Memorias y memoriales para la paz y la convivencia» (Nápoles, 2017), que, unido al desarrollo de una investigación-acción para la construcción de la paz y la promoción de la convivencia basada en la cultura, ha permitido poner en relieve algunas de las tareas de los trabajadores por la paz, en particular de los Cuerpos Civiles de Paz, en el trabajo social y cultural en zonas de conflicto y posconflicto, concretamente en la antigua Yugoslavia.

La discusión horizontal que siguió, en la que participaron todos los presentes, empezando por los organizadores del evento, Francesco Ambrosi del MIR/IFOR de Vicenza y Nazionale, y Matteo Soccio, de la Casa para la Paz de Vicenza, también tuvo el mérito de señalar la importancia de la jornada, no sólo como un homenaje a los trabajadores por la paz que perdieron la vida en su compromiso con la prevención de la guerra y el mantenimiento de la paz, sino también como una preciosa oportunidad para reflexionar hoy sobre el compromiso de los «constructores de la paz», tanto a nivel territorial como internacional, destacando la importancia de temas como la mediación, la construcción del diálogo y la confianza, la educación para la paz y la no violencia, la comunicación de paz, la prevención de conflictos violentos, la coexistencia y la reconciliación.

Además, se trata de tareas que forman parte del compromiso con el peacebuilding, en otras palabras, de consolidación de la paz. De hecho, si el «peacekeeping» (mantenimiento de la paz) pretende acompañar o apoyar los esfuerzos necesarios para el final del conflicto, la supervisión de las líneas de tregua y la definición de las condiciones para la difícil transición de la guerra a la paz, con tareas de mantenimiento de la paz y la seguridad, la protección de la población civil, la facilitación de los procesos de transición, así como la asistencia en las operaciones de desarme, desmovilización y reintegración de los excombatientes; el «peacebuilding» (consolidación de la paz) pretende actuar para prevenir el riesgo de una mayor precipitación a la guerra y sentar las bases para construir una paz positiva y un desarrollo sostenible. Las tareas típicamente civiles de la consolidación de la paz van desde la reconstrucción de la confianza hasta el restablecimiento de las relaciones sociales, desde la facilitación de la comunicación hasta la promoción social, desde la educación hasta la paz y la protección de los derechos humanos, pasando por el apoyo a los trabajadores de paz en las zonas en conflicto y en las que salen de un conflicto.

El «trabajo cultural», en este escenario y en los contextos marcados por la guerra etno-política y por la polarización étnica, asume por tanto un énfasis importante. Puede permitir reconocer el valor universal del patrimonio cultural presente en un territorio determinado, más allá de la etnia, en el sentido de apropiación colectiva, con su carga de idealismo y mensajes universales, como en el caso de los valores de fraternidad y amistad entre los pueblos. Y puede regenerar una «memoria colectiva» positiva allí donde nuevas narrativas ideológicas, sofocando las instancias de convivencia y reconciliación, actúen para construir nuevas memorias divisorias o segregadoras, narrativas tóxicas, desde el punto de vista etno-comunitario y nacionalista, revisitaciones de la historia en clave nacional o exclusiva; en cambio, habría una creciente necesidad de «reconocerse» recíproca y colectivamente, y de actuar en el sentido de la convergencia de las culturas y de la paz.

Traducido del italiano por María Cristina Sánchez