“Lo que hagan los gobernantes no me sorprende, pero me duele profundamente la reacción de una buena parte de la sociedad que repite lo que le dicen sin cuestionar. Quisiera que la gente de buena voluntad se tomara por lo menos el trabajo de averiguar, de informarse en lugar de reproducir como loros la postura de los medios.”

Marta Berretta¹ es mapuche y expresa su indignación frente a las versiones falsas que los grandes medios han venido instalando sobre su pueblo y que mucha gente replica como ciertas sin cuestionar su fundamento.

Efectivamente, a partir de los hechos de Cushamen y Lago Mascardi, el gobierno viene construyendo desde los medios masivos la imagen de un enemigo interno que no tiene ningún sustento, pero que parece considerar suficiente para criminalizar al pueblo mapuche y justificar la represión a manos de las fuerzas de seguridad. No vamos a volver acá sobre el conflicto planteado en torno al territorio que reclama el pueblo mapuche, ni sobre la legislación vigente que no se cumple. También resultaría largo enumerar la lista de acusaciones infundadas, pero al analizar la situación puede ser bueno recordar que el Estado, el mismo que acusa, reprime y termina matando, “no necesita demostrar nada” según los dichos de la Ministra de Seguridad confirmados por el Ejecutivo Nacional.

Así como se han distorsionado otros hechos, la decisión de ocupar el predio de Lago Mascardi por indicación de una machi fue degradado por «insólito», «caprichoso», «especulativo». Un periodista radial llegó a preguntar “¿Y si a la machi se le ocurre pedir la Catedral, o la esquina de Esmeralda y Corrientes? ¿Se la damos?” Por lo que hemos entendido, el señor en cuestión no debería preocuparse: la machi no tendría el menor interés en esos lugares que él parece valorar tanto.

El espacio de la machi

La joven mapuche que indicó el lugar que luego ocuparía la Lof Lafken Winkul Mapu a orillas del Mascardi, tiene 16 años. Es la primer machi (autoridad espiritual) que “se levanta” de este lado de la cordillera desde hace más de 100 años. Se trata de un hecho muy significativo para su pueblo.

La antropóloga Laura Kropff decía hace unos días en una entrevista en Antena Libre: “Cuando me enteré de la recuperación, del lugar que habían elegido al lado de la ruta 40 frente al Lago Mascardi, me dije ‘¡qué falta de sentido de oportunidad política!’, porque con este orden represivo que hay a nivel nacional, esta intención de generar un enemigo interno y de reprimirlo (…), pensé ‘este no es el momento para tomar tierras, encima en una zona donde hay especulación inmobiliaria…’ Pero cuando me acerqué a la comunidad (…) me di cuenta de que esto no se está rigiendo por el tiempo de la oportunidad política, sino por otros tiempos que son los tiempos espirituales y de la historia larga del pueblo mapuche. Entonces no fue una selección caprichosa…”

El espacio es elemento constituyente de la identidad machi. “Los espacios para los machi, no son medidos sólo por sus características físicas sino también por sus características espirituales; cercanía y conocimiento o lejanía y extrañeza, tendrán que ver con variables espaciales físicas y del orden espiritual (intangibles)

Por qué ahora

“Durante más de 300 años el pueblo mapuche le ofreció resistencia a la corona española que no pudo avanzar sobre el territorio, hasta que finalmente se conforman los estados”, explica Marta Berretta. “En ese proceso se fue perdiendo fuerza, se fue produciendo división. La mentalidad occidental y la colonización fueron haciendo estragos al interior de nuestra gente y se interrumpió el avance de nuestra cultura en todas sus expresiones, incluyendo la espiritual. Así fue como nuestro proceso se interrumpió en aquel momento.”

“Esto pasó tanto en Gulu Mapu (Chile) como en Puel Mapu (Argentina), pero hay factores que nos diferencian. En lo que es hoy el estado chileno, nuestra gente fue reducida al sur del Bio Bio y – asentada en un territorio estrecho– quedaron más concentrados, en situación más apta para conservar la cultura. De este lado nos dispersamos en un espacio más vasto y nos desintegramos más. No es casual que allá la gente hable más el mapuzungun (lengua mapuche), use más la vestimenta, haga más ceremonias…“

“Hay muchas cosas que nosotros vamos recuperando porque no las hemos conocido, o porque las perdimos… por eso es tan importante viajar, hablar con los hermanos, preguntarle a la gente más grande, a las abuelas que son las que saben y han guardado en la memoria el conocimiento. (…) Sin ellos no tendríamos nada para decir. Recién ahora estamos escribiendo algunos libros, pero en todos estos años los escritos han sido de los curas, de los historiadores, de los cronistas de la época (algunos con buenas intenciones y otros con no tantas) y ahora empezamos a escribir nosotros nuestra propia historia. Pero lo que sabemos fehacientemente es que de este lado se había cortado este proceso de surgimiento de autoridades espirituales.”

“Además nosotros creemos que se está cumpliendo un ciclo en el que vamos a empezar a recuperarnos, en que nuestro pueblo se va a manifestar en cosas que venían estando acalladas, silenciadas. Eso no lo decimos sólo los mapuche. También los hermanos andinos hablan de esto, de la era del Pachakuti. Seguramente tendremos que pasar por un callejón muy angosto y habrá situaciones cruentas, pero de nuevo se irá abriendo camino.”

Foto de Rafael Edwards

El surgimiento de una machi

Nadie decide ser machi ni es elegido por nadie. “nosotros los machi (…) nacimos con ese newen; (…) esos newen nos agarra a nosotros y nos levanta…”²

En la cosmovisión mapuche el newen es la fuerza, la energía vital que nos mueve. Hay quien tiene –por ejemplo– newen de lonko (líder), o de weichafe (guerrero), o de werken (portavoz, mensajero). “La lamgen (hermana) tiene newen de machi”, dice Marta.

El newen puede reconocerse en pewmas (sueños), pero también por señales en la vida diaria.

Según Laura Kropff, “…hay muchas cosas que definen que alguien va a ser machi. A veces se enferman y las comunidades tienen que detectar esa señal de enfermedad porque en realidad es una señal que el cuerpo le está dando a la comunidad de que ahí hay algo diferente. Las comunidades tienen que leer esas señales, tienen que conectar a esta machi con otro machi que la guíe y oriente en su camino y finalmente tienen que conectar a esa machi con el lugar del que nace su fuerza, que no puede ser cualquier lugar, tiene que ser un lugar específico que se define ceremonialmente.”

Machi puede ser una mujer o un hombre, “tiene la dualidad: es femenino y es masculino”, sigue Marta. “En ocasiones el hombre se viste con el chamal de mujer mapuche, usa platería… tiene incorporada la dualidad. Esa es otra de las cosas que pueden reconocerse.” Y agrega: “también hay que tener en cuenta el accionar, que se condice o no con lo que esa persona dice ser. Si alguien dice ‘tengo newen de machi’ y se va a bailar a la disco, no se le va a creer. O irá a la disco y va a pasarla mal, por ejemplo, hasta darse cuenta de que no es ese el lugar para ella. La gente empieza a reconocer lo que le pasa y eso no es fácil. Hay gente que se enferma porque no puede asimilar eso, no le acomoda, no lo puede procesar. Es algo complejo. Son cosas espirituales difíciles de explicar.”

“Cuando la machi reconoce su newen su comunidad la apoya y empieza a prepararse. Seguramente cruzará a Gulu Mapu, donde sí hay machis que la ayudarán a completar su formación. La machi se prepara con la gente que sabe, con la gente idónea. No cualquiera puede cumplir esa función.”

Hablar el mapuzungun es otra condición. No puede ser machi quien no hable la lengua mapuche.

La función de la machi

La (o el) machi es la autoridad espiritual, la guía espiritual del pueblo mapuche.

Laura Kropff explica que “son figuras que tienen el rol fundamental de sanar, son sanadoras de la gente, de los cuerpos de la gente, sanadoras de las comunidades y sanadoras del entorno también.”

Sin embargo –dice Marta– “entre nosotros hay gente que tiene algunos conocimientos y cura algunas cosas, pero no por eso son machi y es bueno decirlo. Nosotros tenemos el compromiso moral de no mentirle a la gente, de ser veraces con el resto de la sociedad que no nos conoce, que quiere conocernos, que quiere saber quiénes somos”.

La machi conoce las plantas y sus propiedades. Esa también es parte de su formación y refuerza la relación con su espacio. Sin embargo “la destrucción del entorno (…), está afectando a gran parte de los machi. Producto de la sobreexplotación de la tierra se han destruido gran parte de los lawen (hierbas medicinales), elementos fundamentales para el desarrollo de la identidad que los constituye como autoridad al interior de su pueblo, primordiales en las ceremonias y sanaciones mapuche.”²

Marta agrega: “por eso hace años que salimos al cruce a defender nuestra Ñuke Mapu –nuestra Madre Tierra–, del avance de las hidrocarburíferas, las sojeras en la pampa, las mineras, las forestales del otro lado de la cordillera…”

Llevar adelante las ceremonias más importantes es otra de las funciones de la autoridad espiritual. “Pero las ceremonias no se hacen para todo el mundo. A veces se hacen algunas más sencillas para que la gente tenga un acercamiento, conozca, pero otras se hacen sólo para los mapuche. Y no es por discriminar. En muchas ceremonias nosotros renovamos nuestros compromisos y aprendemos, porque ese es un espacio de aprendizaje. Si viene otra gente que no tiene ese compromiso, interfieren.”

Un machi explica al respecto: “…en las ceremonias, yo lo primero que hago, yo pido que no haya cámara, no haya grabadora, celulares, que interfiera en las ceremonias. Se supone que en las ceremonias es… concentrarse, es transportarse, conectarse con el cosmos, entonces para eso tiene que haber una concentración única y estar concentrado en lo que uno está haciendo, no tiene que haber otro pensamiento, otra idea.”²

Foto Negro Ramírez

Hacernos cargo

Hasta aquí llega esta nota, sin duda incompleta, movida por la intención de acercarnos a un aspecto prácticamente obviado en la cobertura de lo que se ha llamado “el conflicto mapuche”. Hay otras muchas cosas que decir y aclarar pero quisimos tratar de actuar –como pide nuestra amiga Marta al comenzar– como gente de buena voluntad que se informa antes de repetir como loros. Y nos pareció importante tomar este tema central de la identidad mapuche, que es parte de nuestra identidad.

Coincidimos con Laura Kropff cuando dice: “…acompañar este proceso que está viviendo esta comunidad y que está viviendo el pueblo mapuche en general, es en sí mismo un gesto de sanación, un gesto de reparación que no es para el pueblo mapuche, es para todos nosotros como sociedad, para empezar a reparar esas condiciones en las que estamos vinculándonos unos con otros que son condiciones provocadas por un genocidio, es decir por la muerte, por la aniquilación del otro simplemente por ser lo que es.”

Una machi de Gulu Mapu expresa así lo que siente: “…a mi me da mucha pena que algunos lamngienes (hermanos) por estar reclamando sus derechos lo traten de terrorista como querer apagar al mapuche; es como un jueguito que esta ardiendo y ellos van y le tiran agua y se apaga y queda la pura humaera nomás, así hacen los winkas con lo mapuche y a mí me gustaría que a largo de todo donde habimos mapuche y donde hayan comunidades, que le devolvieran su tierra. No sé po, fuimos tan humillados todos…”²

Por su parte, el werken Mauro Millan, abre el futuro diciendo: “La historia, que ha sufrido la censura del transitorio triunfador, pide a gritos ser rescatada. Es ella quien alimentará la conciencia colectiva de mapuches y no mapuches, será la encargada de derribar los muros de la mentira y aportará a la construcción de una sociedad sin vicios, sin hipocresía ni desigualdad.”³

Apostamos por hacer nuestra parte en esa construcción.


¹ Marta Berretta vive en el conurbano de Buenos Aires. Es parte de la agrupación mapuche Wixaleyiñ, que trabaja por la recuperación del mapuzungun. La agrupación dicta cursos de esa lengua y ha editado un libro de textos tradicionales mapuche y un diccionario.

² Identidad y espiritualidad Mapuche: la visión del Machi, Tesis de Ximena Painemal Caro. Santiago, Chile, Año 2011

³ Crónicas de la resistencia mapuche, Adrián Moyano, Editorial Caleuche, Prólogo.