Ojalá tengamos memoria y recordemos por siempre quienes hicieron que nuestros padres, madres, abuelos, a partir de ahora les cueste mucho más pagar los servicios básicos, la comida, los remedios, el transporte, lo básico para vivir. Porque la aprobación ayer por parte del Congreso en Argentina de la mal llamada ley de «reforma previsional» (en realidad es de «saqueo a los jubilados») tiene implicancias directas sobre los ingresos mensuales de jubilados, pensionados y quienes reciben asignaciones, ya que la fórmula para el aumento cada vez les dará una suma mucho menor.

Es una combinación fatal del puro y duro neoliberalismo que gobierna Argentina, ese que aumenta sistemáticamente tarifas de servicios, canasta básica, remedios, nafta, transporte, inflación, etcétera. Combinación que en muchos casos de jubilados y jubiladas -que cobran la mínima y no tienen un respaldo familiar- será cuestión de vida o muerte porque les resultará casi imposible lograr las condiciones básicas de subsistencia. No es menor el tema.

Ya lo dice el FMI: los jubilados sobran, que vivan menos, son puro gasto y no producen nada.
No me extraña que haya personas capaces de semejante daño, hay personas capaces de hacer guerras e invasiones. Hay personas capaces de esto y mucho más.


Pero si ese clamor del pueblo que salió a contrarrestar tan nefasta medida, ese que se despertó ayer, anoche, toma fuerza, el futuro será nuestro.

Me dio esperanza estar rodeado de seres humanos que salieron a la calle a toda hora del día, hasta incluso la madrugada, esos que sin temor salieron a hacer sentir un clamor, solidariamente y sin violencia, por ellos, por los demás, y por sus padres y sus abuelos. Saberse rodeado de buenas personas que todavía piensan en el otro, que dejan de lado sus particularidades para dar algo por otros y por un mundo más justo, da alegría y esperanza de que aún no todo es de ellos.