Anoche estuvimos en el acto de cierre de la campaña de los candidatos del Frente Amplio en el puerto de San Antonio. Un lugar cerrado, pero atiborrado de gente. Personas de todas las edades y condiciones sociales, jóvenes tremendamente preparados y ancianos de larga memoria, luchadores sociales, militantes y también gente común, amable, de trato fácil.

Hubo saludos, discursos, aplausos, canto en vivo, más aplausos, para terminar compartiendo algunos comistrajos mientras cada cual se pertrechaba de materiales de campaña para terminar de repartirlos durante los días finales que restan antes de la elección.

Porque ese fue un tema importante: no dejar de conversar, de esclarecer, de convencer, uno a uno, a cada persona que no tenga resuelto por quien votar. Y son muchos. El escenario parece ser más bien líquido, como se le llama ahora a la indefinición. El asunto es que queda una semana para las elecciones y eso es actualmente una enormidad de tiempo, que permite ganar muchos votos. Sostener el trabajo y darlo todo hasta el final.

Porque el Frente Amplio, que se ha organizado como tal hace menos de un año, es heredero del legado de los gobiernos populares de la primera mitad del siglo XX y también de las luchas sociales que se continuaron hasta levantar a Salvador Allende en los setenta. Es un propósito truncado por el golpe militar que se reactiva en la base social cuando se busca poner fin a la dictadura y va cobrando fuerza hasta democratizar al país. Pero ese impulso hacia la libertad nuevamente es traicionado por los gobiernos que dan continuidad al modelo neoliberal, hasta que su rugido se escucha en las calles, en las protestas estudiantiles del 2011, en el reclamo por otro tipo de sociedad donde no impere el lucro, sino se garanticen los derechos a todos por igual.

El Frente Amplio es también esa sintonía sutil que une a los más despiertos con quienes, en latitudes muy lejanas, también se han puesto en alerta ante el colapso de un sistema que no es capaz de asegurar la continuidad de ésta ni de otras especies. Es la resonancia con los Indignados, con los Insumisos, con los rebeldes de todas partes. Es el reclamo por la paridad y la dignidad que se enarbolan mundialmente.

En estos términos, así como respecto de los valores fundamentales de un humanismo inconformista antes las condiciones opresoras, hablaba anoche ante los concurrentes de San Antonio el dirigente nacional del PH José Gabriel Feres. Reflexionaba sobre la continuidad del proceso de este nuevo conglomerado una vez concluidas las elecciones y sea cual sea el resultado obtenido.

Fue entonces el turno de que tomara la palabra el candidato a senador Octavio González, actual presidente del PH, antes de que lo hiciera la candidata a diputado Camila Rojas. Octavio comenzó diciendo: “¡Ya ganamos!”

Ganamos porque hemos sido capaces de unirnos, de organizarnos, de legalizarnos, de presentar nuestros pre-candidatos y realizar primarias para definir a quienes nos representan, de levantar como candidata a Presidente a una mujer valiente, ajena al mundo de la política cupular y manipuladora. Ganamos porque ofrecemos al país una lista completa de candidatos al Parlamento y a los Consejos Regionales, porque hemos elaborado un programa de gobierno como ninguna otra coalición ha sido capaz: con una enorme participación y dirimiendo en plebiscito nacional los puntos en que no fuimos capaces de llegar a acuerdo unánime. No sólo, este programa es el único que señala cuánto va a costar transformar el país y cómo exactamente se va a financiar ese proceso.

Antes de la elección, señaló González, ya hemos ganado porque nos hemos vinculado, nos hemos organizado en cada uno de los territorios, nos hemos hecho amigos y contamos con esa amalgama para poder seguir adelante. Agradecemos el aporte de cada uno desde su particular diversidad, todo está sumando en esta construcción. Esta fuerza nos ayudará a levantar nuestra bancada desde el Congreso, a pelear hasta el final la posibilidad de pasar a segunda vuelta. Día a día, de esta semana final.

Y si pasamos a segunda vuelta, despertaremos la apatía, remeceremos al ausentismo para que – con coraje – deje sentir su clamor por una sociedad justa y se presente a votar, se atreva a ganar!

Aplausos y el micrófono a Camila Rojas, que fuera dirigente estudiantil y todavía pareciera no salir de la adolescencia. Fue entonces cuando supe que efectivamente ya hemos ganado. Ella, administradora pública y tal vez más preparada para legislar que pocas personas, es el rostro del futuro. La promesa de que, como antorcha de un fuego sagrado que vamos cuidando entre muchos y pasando de mano en mano, las nuevas generaciones resuenan más que nunca con los anhelos solidarios de un país con justicia, con bondad, con alegría. Ella, nacida en San Antonio, asegura continuidad en esta posta que es lo colectivo, lo político. Supe de pronto que llegaremos a ver lo que soñamos, si es ahora o si es después, sólo difiere en los grados de impaciencia. Porque ya está instalado en el corazón, en lo medular de quienes son dueños del futuro.