Neocolonialismo y neoliberalismo en la Argentina contemporánea

Newenken, territorio mapuche. Pensar y analizar los procesos históricos de la Argentina desde una visión materialista económica sin contemplar, por un lado, la identidad genocida originaria del propio Estado y, por otro, la identidad territorial que precede ese atentado puede ser el fundamento ideal para que todas las luchas perezcan en la soledad de un paradigma irrefutable de incomprensión. No se puede desconocer la identidad del territorio que se habita, mucho menos la identidad (ancestral) de las personas que lo transitan y la propia historicidad de violencias que ambos espacios -cuerpo y territorio- padecieron -y padecen en la actualidad-. Veo a distintas organizaciones sociales y políticas movilizarse sobre un puente que atraviesa las huellas de un río seco que divide las provincias de Neuquén y Río Negro y entiendo que esa fotografía se convertirá automáticamente, con la velocidad de las redes sociales, en una iconografía de la incomprensión: el agua no es contemplada como un sujeto de derecho, ni siquiera como un ser digno de respeto. El agua, dentro de la filosofía occidental, es comprendida socialmente como una herramienta económica secundaria, que no interviene necesariamente en la vida de los trabajadores. El agua es un subproducto de la superestructura. Cuando pensamos en el agua pensamos como consumirla, distribuirla, ocuparla. Siempre el agua es un recurso a modificar, controlar, dominar, modificar. Nunca podríamos pensar en los ríos y lagos como si pensáramos en nuestros abuelos y abuelas, nunca podríamos contemplarlos como figuras cargadas de conocimiento y sabiduría. ¿Por qué? Quizás ahí resida el punto de inflexión paradigmático entre la lucha de clases, la concepción de emancipación, la visibilización de la identidad ancestral, el neoliberalismo acaparador y el “colonialismo en movimiento” fundante del Estado argentino -junto a las“políticas” de despojo y destierro que el mismo Estado gestiona-. La filosofía del küme mongen (buena vida o buen vivir) debe contemplar a todos los che (gente) que habitan el territorio -incluido el propio territorio-.

“Si el concepto de América no se puede separar de la idea de modernidad, el de Patagonia menos todavía. Los dos son representaciones de proyectos imperiales porque a fin de cuentas, la Argentina no hizo más que concretar el designio que España no pudo. Las instituciones que llegaron al Wallmapu después de las columnas expedicionarias, no fueron creación propia de un proyecto político novedoso u original, sino versiones sudamericanas de trayectorias europeas previas. Otro tanto sucedió abajo del Bío Bío porque las invenciones de Patagonia y de Araucanía, funcionaron como elementos centrales para crear las condiciones que propiciaron las expansiones coloniales, tanto argentina como chilena. Fue el estilo de vida europeo el que arribó triunfal aquí, como sinónimo de progreso de la humanidad. Sin reparar que los muertos en combate, los desterrados, los fusilados, las familias disgregadas y los trasladados a los campos de concentración, también eran humanos”.
Komütuam, descolonizar la historia mapuche en Patagonia, Adrián Moyano.

“De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte Interamericana, según lo establecido en los casos ‘Yakye Axa’ y ‘Sawhoyamaxa’, ‘los integrantes de los pueblos indígenas y tribales tienen el derecho de ser titulares de los recursos naturales que han usado tradicionalmente dentro de su territorio por las mismas razones por las cuales tienen el derecho de ser titulares de la tierra que han usado y ocupado tradicionalmente durante siglos. Sin ellos, la supervivencia económica, social y cultural de dichos pueblos está en riesgo.»
Convenio 169 de la O.I.T. sobre Pueblos Indígenas.

“Así es como se entiende el concepto de daño cultural: aquellos cambios no deseados ni provocados por los mapuche, que no implican una elección de otro modo de vida sino que han sido provocados por elementos externos (Estado, particulares) y que resultan funcionales a una mayor dependencia del pueblo mapuche y menores posibilidades de autonomía. A diferencia del cambio cultural, que puede ser positivo, negativo o neutro, el daño cultural implica siempre un atentado a la dignidad del pueblo”.
El ‘aporte antropológico’ en un caso evaluativo de ‘daño cultural’, Diana Lenton.

“Parafraseando a Esteban Echeverría, el ethos procomunal apunta a estructurar el mundo de la vida en referencia a un telos definido cualitativamente y que actúa desde el valor de uso de las cosas, desde la dinámica de la consistencia de las cosas práctica de estas; a diferencia del principio estructurador del capitalismo, que emana del valor mercantil de las cosas, y se autodenomina como valor – capital. En la actualidad, ante el avance del cercamiento y secuestro de lo común, ante el hecho capitalista generalizado en un fase de disposición y mercantilización de la vida, las nuevas resistencias se manifiestan a través de la emergencia de espacios de comunidad y formas de sociabilidad, esto es, campos de experimentación colectiva que reivindican la producción y reproducción de lo común, más allá del Estado y el mercado. Así, la noción misma de ethos procomunal sirve tanto para pensar las dimensiones comunitarias preexistentes en América Latina como las dimensiones políticas actuales de las resistencias, orientadas hacia una democracia radical.”
Maldesarrollo, la Argentina del extractivismo y el despojo, Maristella Svampa y Enrique Viale.

 

Domingo 22 de enero de 2017, 21: 33 hs.

Advertencia del autor

El trabajo documental que leerán a continuación es el resultado de la articulación de un compendio de lecturas, entrevistas y diálogos con distintos referentes sociales y autoridades filosóficas mapuce. Como ya muchos lectores saben las elaboraciones argumentales que propongo son extensas, es por ello que sugiero que, para que sea posible una lectura completa del material, dividamos el texto–ensayo en cuatro capítulos. Esto nos permitirá no sólo pausar la lectura, sino además nos ayudara a darnos un tiempo de silencio y reflexión ante las preguntas que se proponen en el mismo, que entiendo no sólo son inquietudes personales, sino un emergente de voces que pululan ávidos de conocimiento, pero que, finalmente, concluyen en el perecimiento de la invisibilidad mediática. En segundo lugar, me gustaría indicar que estos capítulos pretenden ser también un ejercicio de observación y reflexión en donde las fotografías, la representación de escenas visuales y las preguntas -como método dialógico- se mantengan permanentemente en contacto hilvanando un mecanismo de reflexión atípico, que contrasta con las propuestas clásicas de la comunicación (masiva). Esta dinámica de articulación propone, en su ejecución, analizar distintos hechos, escenarios y conceptos aparentemente disímiles, pero que en su interrelación quizás nos permitan visibilizar la historicidad de violencias negada que atravesamos, como sociedad, en la actualidad. ¿Existe un proceso social que preceda la situación de pobreza que padecemos como sociedad? En tercer lugar entiendo que gracias a estas lecturas, relaciones y encuentros han nacido varias consignas comunicacionales que me gustaría extender hacia el lector como una forma de pensarlas en voz alta, pero también comprendiendo, en el mismo ejercicio, que cada consigna está dirigida a problematizar las definiciones de emancipación que manipulamos; o mejor dicho, la lectura de estas consignas nos deben permitir como militantes, comunicadores e intelectuales interpelar las teorías que hemos construido en pos de un proceso de emancipación sobre las violencias y opresiones que nos atraviesan como individuos. Por último, me gustaría reconocer que este artículo no pretende quedar subsumido a la urgencia de los hechos acontecidos recientemente en Ngulu Mapu (Chile) y Puel Mapu (Argentina), sino que este material intenta trascender, en el tiempo, dados los aportes y definiciones que en él se han articulado. Permitamos entonces ser interpelados por ellos.

Texto–ensayo completo en Periferias 

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