“Ha de estar en la médula de lo que crees la clave de lo que haces.” Silo, El Paisaje Interno.

Ayer se realizaron las elecciones municipales en Chile, tal como se venía haciendo últimamente, con inscripción automática y voto voluntario. Más del 65,1% de los ciudadanos con derecho a voto se abstuvieron de participar. Nunca habían participado tan pocos. De los más de 14 millones de posibles electores, solamente algo más de 4 millones concurrieron a las urnas para optar por alguno de los candidatos a concejal y alcalde de sus comunas, de los representantes más directos que inciden en las políticas barriales y comunales.

¿Por qué esta abstención abrumadora?

Son muchos los análisis que todas las corrientes políticas aventuran al día de hoy. Sin embargo lo que nadie señala es que para concurrir a marcar alguna preferencia, es necesario creer en lo que se hace, confiar en que el futuro podrá cambiar para mejor, tener esperanza en que las instituciones podrán solucionar los problemas cotidianos que experimenta la sociedad o, al menos, los problemas más importantes del vecindario, del barrio, de la gente.

Al parecer, esa creencia se ha desgastado y ya no es capaz de mover la conducta de la gran mayoría de la población.

No se cree en las políticas porque han demostrado su ineficacia, dado que una y otra vez los electos han defraudado a sus electores con promesas incumplidas y eslóganes ilusorios. Una y otra vez la clase política le ha dado la espalda a la gente. La corrupción ha tocado en Chile a los más altos cargos del poder Ejecutivo y Legislativo. Personeros de todos los partidos tradicionales se han trenzado con el dinero del empresariado, condicionando sus decisiones en base a las mejores opciones de negocios que sus financistas han requerido, al tiempo que reciben uno de los salarios más altos del mundo por ejercer sus cargos.

Y sin embargo en las calles de Chile sí se viene expresando y con insistencia el reclamo social. No se ha ido a las urnas, pero se concurre masivamente a protestar. La gente sí se moviliza y la crítica se manifiesta en todas las regiones, llenándose las calles de gente común que comparte el descontento. Salen los jóvenes reclamando sostenidamente, desde hace años, por una educación gratuita y de calidad; también sus profesores van al paro por semanas y concurren a las marchas. Los mayores, acompañados de toda su familia, insistentemente se quejan de que no pueden sobrevivir con las exiguas pensiones que reciben, pidiendo que se termine con el sistema de AFP. Últimamente las mujeres salen también masivamente y de negro, porque siguen experimentando en carne propia una violencia imparable. Sin contar a los ambientalistas que no cesan de alertar sobre los desastres provocados a la naturaleza y a los mapuches que exigen la devolución de sus tierras ancestrales.

En este país de sordos ante el clamor social, la opción que ha triunfado es el vacío al poder, vacío a las instituciones, vacío a los políticos de siempre. Casi dos de cada tres chilenos ha demostrado con su ausencia que ya no quiere más, que dejó de creer, que más vale decir basta!