En el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA se presentó en sociedad la Fundación Germán Abdala. Nacida desde la CTA y UTE, con fuerte envión desde ATE Capital, se creó esta Fundación con la finalidad de ponerse al servicio de las necesidades y demandas de los pueblos latinoamericanos a través de Programas y Proyectos de Formación, de la coordinación de Investigación y Desarrollo y la creación de un Instituto de Trabajo y Economía.

Más sintéticamente fue descrita por uno de los presentadores como “una herramienta para volver”.

Nombraron a la militante social Marcela Bordenave como presidenta de honor y fue quien tuvo que romper el hielo. Dijo que pese a la bronca que sentía por haber perdido las últimas elecciones “la única forma de lograr sacar a este enemigo es con mucha unidad” y “construir confianza para que cualquiera nos pueda representar”.

El anfitrión Carlos Girotti anunció a los disertantes Eduardo Rinesi, Emir Sader y Álvaro García Linera, anticipando la consigna de que “Ciudadanía y República no pueden quedar en manos de la derecha”.

El ex director del AFSCA y Decano de la Universidad de Gral Sarmiento, Eduardo Rinesi ahondó sobre las ideas de la democratización y la libertad republicana. Manifestó que “la libertad del pueblo, no es contra el Estado, sino a través de un Estado que lucha por los sectores populares”. También lamentó que el nuevo presidente en su discurso de asunción no hubiera utilizado ni siquiera una vez la palabra derecho, “es contra esto que nos enfrentamos”, remató.

Y aseguró que “los verdaderos republicanos en América Latina somos los populistas”.

El intelectual brasilero Emir Sader aprovechó esta definición para reír junto al público “yo voy a hacer demagogia, hablaré de pie como buen populista. Dicen tantas cosas de nosotros, que somos bolivarianos, kirchneristas, lulistas. Y sí, lo somos”.

Fue muy crítico con los teóricos de izquierda, que se quedan en su purismo teórico, pero nunca son las teorías las que cambian la realidad, sino la correlación de fuerzas y la intención de tomar el poder para defender a los oprimidos. Las críticas siguieron hacia las políticas económicas de Dilma Rousseff que la llevaron a perder el apoyo popular en su segundo mandato. El monopolio mediático no se salvó de las críticas, ni tampoco de las acusaciones de haber comandado un golpe contra Dilma, porque la derecha llevaba 4 elecciones seguidas perdidas y “todo indicaba que perderían una quinta consecutiva con Lula”. Así fue que “el peor Congreso de todos los tiempos”, “instaló un gobierno de bandidos. Y no tengo ánimo de ofender a los bandidos” agregó ante el atento auditorio.

Expuso la idea de que la disputa de estos tiempos es entre “neoliberalismo contra antineoliberalismo” y lamentó que no “tuviéramos alternativas a nuestra izquierda”, pero que “tenemos el apoyo popular, tenemos el liderazgo de Lula y además, tenemos la razón”.

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García Linera Rock Star

La llegada del vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia se dio entre ovaciones y cientos de celulares captando sus saludos. Su oratoria fue aplaudida e intensamente sentida por todos los presentes. Las envolventes ideas iban elaborando discursos de autocrítica por el freno de los procesos emancipatorios de la región, por los errores, pero también para entender que las disputas no son coyunturales, sino que se trata de batallas culturales que requieren procesos largos para plasmarse en nuevas realidades. Fue certero en las descripciones del momento actual y, fundamentalmente, fue esperanzador trazando líneas de acción para el futuro, para la profundización y extender el alcance de las correntadas revolucionarias.

El Rock Star fotografiado y que firmaba autógrafos dejó lugar al pensador. Y estos fueron algunos de los conceptos que vertió: “Hemos vivido en la región un proceso postneoliberal, todavía no se vio el socialismo”. Sin embargo calificó a Chávez, Lula y Néstor como “el Comité Central del Internacionalismo de su época y de la región”.

Pero basó su ponencia en lo que calificó como “los 5 límites, contradicciones o debilidades” del proceso vivido en América Latina en la última década.

“En el minuto que lo popular se muestra débil, el empresariado que estaba siendo controlado por un gobierno popular, no dejará pasar la oportunidad de hacernos a un costado”, por eso estableció la necesidad de profundizar el compromiso económico de los gobiernos y la necesidad de mayor integración económica regional.

Dijo que ningún país puede hacer la revolución de manera solitaria, “la revolución es continental, o mundial, o es una caricatura de revolución”. También lamentó que se mejoró mucho en la redistribución de la riqueza, pero eso no alcanza cuando hay “redistribución sin politización de la sociedad”. Lo que venía unido a su llamado a “la democratización del alma, del espíritu de cada persona, hay que salir del espasmo”, refiriéndose a la necesidad de sostener lo expresado en una asamblea en la vida diaria, en cada momento. “No hay revolución verdadera sin una revolución cultural y ética” concluyó.

Tras esta fantástica oda a la coherencia, planteó un desafío nuevo del que nunca en la historia los revolucionarios habían tenido que trabajar, “¿cómo se resuelve la continuidad de los liderazgos? Las revoluciones no las hacen las instituciones, las hacen las personas. La revolución verdadera la hacen los líderes y los caudillos” aseguró. Y planteó la dificultad de ser revolucionario conviviendo con el enemigo, “algo que sucede en la democracia”.

La conclusión llegó con una demarcación clara entre el conservadurismo restaurador y las fuerzas revolucionarias del continente. “Somos el futuro, ellos son zombis, muertos vivientes, el pasado. Ellos no son alternativa porque solo representan el pasado, quieren restaurar algo que ya conocemos, la única alternativa somos nosotros” refrendó.

Frente a las dificultades de este momento, dijo que “los tiempos difíciles son el aire de los revolucionarios”.

Y todos comprendimos la realidad de un modo nuevo y todos sentimos, o al menos con quienes hablamos sobre el discurso de García Linera, que nuestro compromiso se fortalecía y entendimos que como bien dijo el boliviano, “todos los puestos son igual de importantes para hacer la revolución, para cambiar el sentido común de la época”.

Y el círculo cerraba con la apertura de Marcela Bordenave que llamaba a construir confianza y yendo un poco más lejos pensábamos en las palabras de referentes políticos que aseguraban que manteniendo la unidad y poniéndose al frente de los reclamos de la sociedad, de ese movimiento social iban a surgir los nuevos dirigentes políticos. Podíamos confiar, podíamos sentirnos un poquito más libres. Como recordaba Rinesi “hoy los argentinos somos un poquito más libres” dijo Néstor cuando canceló la deuda con el FMI y también lo repitió Cristina cuando puso en órbita el primer satélite argentino. Parafraseando a estos líderes puedo asegurar que los asistentes al lanzamiento de la Fundación Germán Abdala nos fuimos de allí un poquito más libres.