Ernestina es la madre de Isabel Guillalba, joven mujer wichí de la comunidad El Mistolar (30 años). Isabel murió el 13 de marzo pasado en el Hospital Ramos Mejía de Buenos Aires, después de un doloroso recorrido por las instituciones de Salud Pública formoseña. En su lenguaje sencillo y sentido, Ernestina da testimonio del trato que sufren los indígenas en Formosa, pero también deja clara su determinación.

Por Diego Slagter, para Agencia Periodística Timbó

Ernestina Moreno tiene el pelo atado y lleva colgada una yica colorida en su hombro izquierdo. Se sienta frente a la cámara y espera que la luz roja se encienda. Mira fijo y sin siquiera una pregunta, empieza a hablar: “Yo venía luchando por mi hija. Todo el tiempo iba al hospital. Y los médicos le daban Diclofenac y le daban antibióticos sabiendo que tenía hemorragias. El doctor le dijo que todo era normal, que ella tenga eso. Y no solamente ella, hay varias hermanas que están sufriendo esto, de hemorragias, hasta ahora”, arranca diciendo, para que quede claro lo que está denunciando.

El relato no se interrumpe. Ernestina sigue desarrollándolo con paciencia, en paz. Sus ojos van y vienen. De la cámara al horizonte. Ella necesitó esta cámara para decir lo que ocurrió, lo que hay que decir. Y para también narrar las dificultades que atravesaron por acompañar el Acampe QOPIWINI que se realizó en Capital Federal, en las intersecciones de Avenida de Mayo y 9 de Julio, durante el 2015: “Por lo que yo estaba allá, en la carpa, entonces más le castigaron por eso. ‘¿Para qué me meto allá?, ¿por qué estoy allá con Félix y por qué no estoy acá?, ¿por qué no me ocupo de mi hija?’. Me iban castigando por eso. Estuvimos cinco meses, hasta que le agarró trombosis y tampoco la internaron. Luego, la internaron y le pusieron suero y nada más”, sigue contando.

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Como el escenario no mejoraba, Ernestina Moreno habló en Buenos Aires y denunció lo que estaba pasando en Ingeniero Juárez. Dirigentes Indígenas y amigos se movilizaron para solicitar el traslado de la joven Isabel al Hospital Central de Formosa Capital. ”Allá voy con mi hija y le pregunto a la enfermera quién atiende a mi hija y ella no sabía nada ‘¿Cuál es el médico?’, pregunto. ‘No hay ninguno’, me dijo”.

En ese escenario, Ernestina solicitó el alta voluntario y llevó a su hija a Buenos Aires, al Hospital Ramos Mejía. “Tenía una gran cantidad de hemorragias, botó mucha sangre. A las dos de la mañana del otro día me dicen que tiene cáncer, que está muy avanzando”, dice, conteniendo las lágrimas. “Siempre me pregunto por qué los médicos no me avisaron antes. Me puse muy mal”, sigue diciendo para luego tomar aire, respirar.

Entre las demandas que han realizado, innumerables veces, Organizaciones Indígenas, Comunidades Indígenas y familias Indígenas en la provincia de Formosa, siempre está presente el tema de la salud pública. Serias dificultades para acceder a una buena atención en los hospitales locales; falta de agentes sanitarios en las Comunidades y profesionales que manejen la lengua materna y respeten la cosmovisión y medicina tradicional de los Pueblos; graves problemas en los traslados de urgencia y la obtención de medicamentos.

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En ese sentido, Ernestina Moreno destaca: “Yo como madre sigo luchando por esto. Quiero que todos sepan lo que está pasando en Ingeniero Juárez. Así está pasando. Llega la tarde y lloro. Y mucho. Quiero que termine todo esto. Que termine. Muchas hermanas están sufriendo esto. Hay una hermana que ahora está tirada, que tiene problema de bocio, y tiene hemorragia y tampoco puede hacer anda. A veces me siento mal por no hacer nada”.

Ernestina Moreno es la madre de Isabel. Lleva en su rostro la fuerza y el dolor de una mujer que recorrió caminos eternos para salvar a su hija. Golpeo puertas, pidió entrevistas, luchó con su Pueblo. “Todas las tardes me ataca una tristeza muy grande. No quisiera que algunas madres pasen como me está pasando a mí. Es un dolor muy grande. Un dolor muy grande que tengo en mi corazón. Sigo llorando y voy a seguir luchando hasta que haya solución en nuestra comunidad. Es muy triste lo que está pasando, que este gobierno nos siga haciendo esto”.

Y para finalizar, la madre wichí reflexiona: “Yo diría a las mujeres que ellas no bajen los brazos, que sigan luchando, que no tengan miedo, que hablen. Así como yo, no escondo nada. Porque si escondemos las cosas, creo que vamos a seguir así, nos van a seguir aplastando. Y creo que sería lindo que las hermanas sigan luchando, no tengan miedo. Así vamos a salir adelante”.

Entrevista completa en el siguiente enlace:

 

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