Claudia Domínguez Castro recuperó su verdadera identidad en agosto. Hoy, por primera vez, habló con los medios. Es hija de Walter Hernán Domínguez y Gladys Cristina Castro ambos desaparecidos. Nació a principios de 1978, sus padres se conocían del barrio y se habían casado un año antes de que los secuestraran.

Por Infojus Noticias – fotos de Axel Lloret

Claudia Domínguez Castro, la nieta restituida 117, hija de Walter Hernán Domínguez y Gladys Cristina Castro, contó la historia sobre cómo llegó a conocer su verdadera identidad. Emocionada, pensando en sus abuelas que la buscaron y que no podían esperar un minuto más, decidió su acercamiento. “Son muchas cosas para poder expresarlas, en principio, fue un shock tremendo”, contó Claudia y agregó: “Ahora, es tiempo de ir conociendo lo que les pasó a mis papás e ir conociendo a todos los demás de la familia”.

Claudia compartió su historia y sensaciones en conferencia de prensa, con la prudencia de no ahondar en datos que puedan afectar el proceso judicial que investiga su apropiación. Junto a sus abuelas, en las instalaciones de Radio Nacional de Mendoza, habló por primera vez con los medios de comunicación. “Esto es lo que más miedo me daba”, dijo, en relación a la cantidad de periodistas que esperaban escucharla.

Conocer su identidad no sólo cambió su vida en relación a sus vínculos y a su familia. “Uno siente la responsabilidad de participar”, expresó y comentó que lo estuvo haciendo “a escondidas”, días atrás, en una charla sobre derechos humanos. “Tuve la sorpresa de que me hablaban mirándome a los ojos, me hablaban de mí y yo no podía decir nada. Iba a escuchar otra cosa y terminé escuchando hablar de mí, tenía ganas de pararme, saludar y agradecer, pero no podía, era una primicias para las abuelas”, dijo y las risas de los presentes acompañaron el momento de emoción.

Claudia también dio cuenta de cómo vivía las noticias sobre la recuperación de identidad de otros nietos. “Todo eso lo vivía muy alejado, como noticias del país. Tenía negada esa parte. Se había dado todo tan natural en mi familia adoptiva que yo sabía que no había nada turbio en eso. Realmente no tenía ganas de buscar”. Y agregó sobre sus padres adoptivos: “Ellos siguen siendo mis viejos, tengo cuatro padres ahora y va a seguir siendo así”.  Emocionada, dijo que sueña con la familia entera, sentada junta.

Esa distancia no impidió, sin embargo, que la nieta 117 pusiera en cuestión quiénes eran sus padres biológicos: “Mis dudas siempre estuvieron porque mis padres adoptivos me dijeron, desde que nací, que no era hija biológica de ellos. Así que esa duda la tuve siempre pero sin ningún tiempo de lineamientos relacionados al terrorismo de Estado”, contó. Y agregó: “En el mes de enero, recibí un llamado telefónico de Conadi y entonces dije, sí hay cosas que son posibles.

Enseguida, le contó su decisión de ir por la verdad a sus padres adoptivos. Ellos le dijeron que esa era su decisión y se mostraron abiertos a acompañarla en el proceso. En julio, el Banco de Datos Genéticos fue a Mendoza y ahí se pactó la toma de muestra. En todo momento, se le explicó que el resultado podía ser negativo. “Yo quería descartar esa posibilidad y si era negativo el resultado, no iba a seguir buscando”, aseguró.

En el lapso de espera de los resultados de ADN, el esposo de Claudia tuvo que viajar por trabajo. Ella decidió acompañarlo con sus hijos. Entonces recibió la llamada que le confirmaba el resultado positivo. Claudia contó que, apenas se enteró, cortó el teléfono y ni siquiera preguntó quiénes eran sus padres. “Durante una hora, no sé qué hice, gracias a Dios mis hijos están vivos”, bromeó para graficar el shock que le produjo la noticia. Inmediatamente, pensó en todo lo que no sabía de su historia. Y le escribió un mensaje a la persona de Conadi que le había comunicado la novedad: “Disculpame, pero necesito saber los nombres”, escribió en un mensaje.

La respuesta llegó con la información: era hija de Walter y Gladys. Claudia empezó a buscar por internet más datos sobre sus padres. “Me encontré con fotos; no me veía parecida a ninguno. Sí rasgos de mi papá con mi hijo del medio”, apuntó y agregó: “Cuando llegué al encuentro con mis abuelas y me dieron las fotos familiares, ahí sí me veo igual a mi papá… me emocionó ver eso, los gestos”. También encontró parecidos con su madre y sus primas.

El primer acercamiento con las abuelas María Assof de Domínguez y Angelina Catterino de Castro fue en privado. Después, continuaron el contacto pero con prudencia, para que no se hiciera público. “Primero, quería hablarlo con mis hijos”, comentó y agregó: “Hablé con la mayor, de 9 años. Ella, por Paka Paka, tenía muy en claro muchas más cosas que yo. Le expliqué todo de forma didáctica. Se emocionó, a ella no le había contado que era hija adoptada. Se emocionó mucho, fue muy natural y, en seguida, quería ir y golpearles la puerta a sus abuelas. Todo se dio de la manera más natural”, dijo.

Antes del acercamiento personal con su nueva familia, Claudia fue conociéndolos por Facebook: “Uno de mis tíos abrió un perfil como Nieta 117 y ahí todos se presentaban”. Ella pudo descubrir sus caras, conocer su identidad, reconocer a quienes se habían convertido en familia. “Mi esposo me ayudó a armar un perfil para poder ponerles un ‘me gusta’”, contó sonriente.

En otro tramo de la conferencia de prensa, la abuela María contó: “Tenemos la alegría de tenerla con  nosotros”, dijo y el llanto interrumpió el relato. La otra abuela tomó la posta y compartió la felicidad del primer encuentro, después de 37 años de búsqueda. “Ahora, es una más en la familia, somos un montón”, expresó.

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