Se multiplica la consigna. Y es que ahora, en los días que siguen a la marcha, aparecen las fotos y las repercusiones. Ahora todos pueden ver lo que muchos vimos en persona: diversidad.

Es que había más de 200.000 personas. Y cada “ni una menos” que se leía era distinto al anterior. Lo escribieron gente de todas las edades, géneros, y sectores sociales. Lo escribieron en cartulinas, en banderas, en pancartas, o en sus cuerpos. Lo dijo gente riendo, gente cantando, gente llorando, y gente rezando. Lo escribieron familiares y amigos de víctimas, militantes de partidos políticos y de organizaciones sociales, grupos de amigos, y gente de todo tipo que se identificó con la consigna y le puso su propia carga para gritarla con fuerza.

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En esta multiplicidad de voces apareció, a mi entender, la riqueza de la marcha. Había reclamos oficiales, los citados por los organizadores, pero el tono general de los asistentes fue mucho más allá: apuntó a la concientización y al cambio cultural, a un cambio profundo. Por eso entre las pancartas que más se repitieron aparecían, solo para dar algunos ejemplos, críticas a Tinelli, o el reclamo por el aborto legal y seguro. Porque lo que se busca es un cambio de mentalidad. Porque la violencia, toda la violencia, es cultural… y lo del 3 de junio tiene la dirección de la No Violencia.

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Respondiendo sin violencia ante la violencia, se abrió una puerta, se abrió un camino necesario. En la marcha pude ver jóvenes que por primera vez se expresaban de ese modo. Y durante la marcha y al día siguiente pude escuchar testimonios del tipo de “recuperé la fe en la humanidad”. Y es que sí, la No Violencia gana fuerza en el conjunto, más fuerza que el temor y la injusticia.

Algunos detractores de la marcha dijeron o dicen que es “una moda”. Yo digo, entonces, que ojalá se pongan de moda temas tan urgentes y necesarios, y con tanta profundidad y magnitud como en este caso.

Fotos de Eugenio Martínez

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