Y un día la Feria del Libro de Buenos Aires ennegreció, se volvió pueblo, se hinchó de orgullo. Porque los que arman los stands, los que barren y limpian, los que vigilan, los que venden choripanes en la puerta, un día franquearon los controles y presentaron un libro.

Un libro que habla de amores y de miedos, de conquistas y carencias, del silencio y, sobre todo, del grito poderoso que viene del silencio. El grito poderoso que brota del silencio, que se escapa de la indignación de ser silenciado, de ser “hablado” desde el prejuicio del otro, de ser “retratado” por el hambreador. La cosificación elevada a la enésima potencia.

Y un día las puertas del infierno se volvieron luz, se volvieron alegría, se volvieron canto. Se volvieron hermandad y un puño apretado, una lágrima por Kevin, Gastón y esa lista tristemente interminable, pero se volvieron, también, orgullo, coherencia y propuestas.

La Garganta Poderosa: el Libro

Los comunicadores de La Garganta Poderosa, medio de comunicación de las asambleas poderosas de las villas porteñas y de otras 8 provincias estaban presentando su libro, el primer libro. Publicado por la joven editorial Octubre y que recorre los momentos cumbres de los 4 años de trabajo de la revista.

La noche del jueves 30 de abril pudimos conocerlos, abrazarlos, aplaudirlos y agradecerles la labor realizada y pudimos sumergirnos en el latir de sus barrios. Acercar el pulso de Zavaleta o de Fátima o de Juella a la Sociedad Rural, fue un inmenso desafío que se propusieron y que fueron capaces de llevar adelante, como todo lo que se han propuesto, con tenacidad se ha conseguido. “Lo imposible solo tarda un poco más” nos recuerdan garabatos anónimos en las paredes de Buenos Aires.

“Construyamos enseñando, enseñando a disfrutar del arte, de la cultura” nos decían desde el escenario, al tiempo que nos recordaban que La Poderosa no estaba dispuesta a ser auspiciada ni por empresas, ni por el gobierno de la ciudad que los niega y que los carteles luminosos que brillaban en todo el predio, dejaban un espacio virgen y ese espacio era el que ahora ocupaban los tambores y los charangos de los poderosos, los niños felices, las madres orgullosas y los pibes laburantes de la palabra.

Que nadie se confunda, las villas transmiten alegría, pero no porque vivir en una villa sea una bendición, sino porque la tragedia de los pibes muertos por negligencia, por desidia y por el abandono, han desembocado en unidad y lucha, en solidaridad y entrega, en construcción emancipadora. Y el dolor de los pibes asesinados se convierte en combustible para recordarle al mundo las razones por las que esos pibes murieron y el jueves faltaban a esta fiesta de La Poderosa.

kaloian poderoso

Foto de Kaloian / La Garganta Poderosa

Hermanos

“Somos hermanos, unidos por la igualdad, la justicia y la paz” decían inmersos en el temblor que recorría la enorme sala José Hernández. Desde Juella, Jujuy, explicaban el fenómeno Poderoso como “revolución de la comunicación” y aprovechaban el micrófono pare decir fuerte y claro “No a la megaminería a cielo abierto, No a Monsanto, Sí a la soberanía alimentaria y Sí a la educación”. “La unidad de La Poderosa logra que nos hagamos respetar” y era fácil comprender que había una doble vía de ese respeto. El respeto de los que miran la villa desde afuera y el propio respeto de los que viven la villa y que fueron bombardeados por el sentimiento de vergüenza y fracaso de vivir ahí. La dignidad debe venir de la mano del respeto.

Ricardo Mollo cantó junto a los guitarreros poderosos para abrir la velada y Gustavo Cordera inició el bloque musical de cierre cantando una versión muy emocionante de “El tiempo no para” antes de que el “Duende” y el grupo de danza Poderoso arrancaran con los compases finales de la noche.

Los sí y los no

La Poderosa nunca abandona el tono reivindicativo de quienes tienen los pies en el barro, así fue que pedían que la Feria fuera de los escritores y no de los que solo quieren vender libros. También se clarificó sobre las estigmatizaciones de clase, pidiendo que no se fustigue a la clase media por los resultados electorales, “cuantos de nuestros vecinos quisieran ser de clase media” decían.

Se dijo que “nunca existieron los sin voz”, sino que “no nos faltaba voz, nos faltaban canales para expresarla” y tanto La Garganta Poderosa, como el libro que presentaban esa noche eran hijos de esa voz invisibilizada, de esa voz incómoda e inclasificable, diversa, inarmónica, irreverente, plástica y hermosa, una voz que abraza a Estela de Carlotto y la apoya en la lucha incansable por recuperar a los nietos apropiados y devolverles identidad, pero que también denuncia que un funcionario de Derechos Humanos ningunee a la familia Arruga, aunque se llame Guido Carlotto, que defiende a muerte a Hebe de Bonafini, pero pide que se desplace a César Milani, que festeja y ovaciona la Asignación Universal por Hijo, pero critica la represión de Gildo Insfrán. Eso es La Poderosa y eso éramos todos los que estábamos esa noche mirando embelesados este patrimonio cultural, tantas veces desechado, tantas veces escondido.

El libro cuenta con una contratapa del Indio Solari, donde manifiesta que la mejor entrevista en toda su carrera artística se la hicieron los comunicadores villeros de La Poderosa y también viene prologado por el inmenso Eduardo Galeano, que les hizo llegar sus palabras, pocos días antes de su partida. Ingredientes que no eran necesarios para elevar este libro que inmortaliza el trabajo de La Garganta Poderosa, pero que refrendan, casi de modo mágico, la potencia y significado que tiene este aporte a la cultura.