Por María Muñoz para Inspira

Lo que comenzó como un curso de costura como medio de formación y reinserción de mujeres procedentes de la prostitución se ha convertido tres años después en  Dona Kolors, una marca social que elabora a mano y comercializa productos de moda y hogar. Cinco mujeres trabajan a tiempo completo en el taller, que también ha comenzado a coser para terceros, y más de 30 reciben cada año formación.

La iniciativa surgió precisamente desde un taller de inserción que impartía la ONG catalana Lloc de la Dona, que lleva desde hace 30 años trabajando con mujeres que han ejercido la prostitución. “En la asociación decidieron comenzar un curso de costura y vieron que a las mujeres les gustaba y se les daba bien y propusimos que para esas navidades elaboraran diferentes productos y trataran de venderlos a personas cercanas; la experiencia funcionó muy bien”, explica Danielle Pellikan, responsable ahora de Dona Kolors y por entonces voluntaria en la ONG. De aquella primera venta agotaron los cojines, monederos y abanicos que habían elaborado a mano las mujeres.

Los recortes en las subvenciones hicieron que la asociación comenzara a plantearse a elaborar y a comercializar más productos como forma de financiación de los talleres de inserción y de creación de puestos de trabajo estables para las mujeres. Pellikan se embarcó en el proyecto, preparó un plan de negocio y nació Dona Kolors. “ Un nombre que puede leerse de varias maneras: las mujeres [dona es mujer en catalán] y los colores de los estampados y también las que dan color”, indica la responsable del proyecto.

Estampados africanos

El hecho de que todos los productos – desde manteles, cojines, bolsos o pendientes– estén elaborados con telas de vivos colores inspirados en los estampados africanos fue una idea que surgió precisamente de las mujeres que participaban en el taller de costura. “La gran mayoría de ellas procede de Nigeria y muchas comenzaron a traer las sus propias telas para empezar a trabajar con ellas y al final nos gustó a todas y decidimos mantener esos estampados”, detalla Pellikan. Las telas las importan de Holanda y los tintes procuran que sean lo más ecológicos y menos tóxicos posible.

Tras más de tres años en marcha, Dona Kolors ya emplea a tiempo completo a cinco mujeres y cada año más de 30 reciben formación. “Hay algunas que ya saben coser pero otras empiezan desde el principio nociones muy básicas hasta que al final aprenden a crear una prenda desde cero”, detalla Pellikan. De momento, la marca no puede contratar a todas las que forma, pero muchas de ellas han encontrado empleo en otros talleres, tiendas o trabajando por su cuenta. “Algunas trabajan en su casa haciendo arreglos, lo que les permite un cierto nivel de autonomía”, detalla la responsable del proyecto, quien subraya que uno “de los retos más grandes es mantener la eficiencia del taller para poder mantener la formación”.

Además de la venta de los productos a través de su  página web, Dona Kolors también tiene varios puntos de venta en diferentes locales de  Barcelona, Mallorca y Tarragona. También reciben encargos para regalos de empresas y de bodas y están empezando a estudiar la venta en el extranjero.

Lo sí han comenzado es a coser para terceros. “ Hemos empezado esta segunda línea con diseñadores locales”, señala Pellikan. Uno de ellos es  Coshop, una red de tiendas en Barcelona que ofrece un espacio a diseñadores que  apuestan por la producción local y por criterios de sostenibilidad ambiental y laboral y que está preparando una colección de productos bajo su propia marca. También han colaborado con marcas consagradas como  HossIntropia elaborando bolsos a partir de restos de otras temporadas.

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