Una empresa de Costa de Marfil ha construido una tableta destinada específicamente a su uso en escuelas y adaptada a las necesidades locales.

El Gobierno de Costa de Marfil pondrá las tabletas a disposición de 5.000 alumnos en las escuelas públicas, mientras que sus creadores tienen pensado expandir el dispositivo a otros países de la zona.

Por Pablo G. Bejerano para DiarioTuring

De todos los problemas enquistados que tiene África, la educación es uno de ellos. Y la falta de recursos, tanto en lo que se refiere a libros como a material de trabajo para los alumnos, es una lacra. En algunas regiones faltan cuadernos y los niños acostumbran a ir al colegio con tiza y una pizarrita en la mochila. Al menos así lo explica Thierry N’Doufou, el fundador de Qelsay, la empresa que ha creado una tableta del mismo nombre destinada a apoyar la educación en el continente.

N’Doufou habla por su experiencia en Costa de Marfil –dice que allí se va a la escuela de la misma forma en que se iba hace 100 años– pero sugiere que la situación no es muy distinta en otros países y destaca la vocación internacional de la tableta. El Gobierno del país tiene previsto introducir el dispositivo a 5.000 alumnos, mientras que algunos colegios privados llevarán a cabo programas piloto.

Pero Qelsay también se extenderá por otros países. Esta es la intención de sus creadores, a pesar de que los esfuerzos principales están puestos en Costa de Marfil. En Marruecos algunas escuelas privadas seguirán el modelo del país de origen poniendo en marcha programas piloto, mientras que Nigeria o Senegal han mostrado interés en la tableta. El dispositivo ha suscitado asimismo la atención de Ucrania, Macedonia e incluso Francia (antigua metrópoli y cuyas relaciones en los últimos años con Costa de Marfil han llegado a la intervención militar).

La tableta está pensada para que los niños no tengan que cargar con la pesada pizarra que normalmente utilizan. Es un instrumento más ligero y así se sustituyen todos los libros, incluidos los de texto, así como los cuadernos. Qelasy servirá para contener todos los recursos educativos en formato digital, incorporando las aportaciones correspondientes en forma de animaciones explicativas o sonidos ilustrativos. Otra de las ventajas será la interactividad.

Los creadores de Qelsay también han dedicado energías a llenarla de contenido. En la sede de la empresa hacen animaciones en 3D y cuentan con un estudio de sonido, para grabar audiolibros, una manera de llegar a niños de escolarización tardía o con problemas de aprendizaje. En cuanto al deterioro físico, la compañía ha tratado de proteger su producto. En las imágenes aparece con una funda de goma para sobrevivir a los impactos y es resistente al agua.

El dispositivo de momento se produce y se ensambla en China, pero la intención de la compañía en el futuro es poner una fábrica en Costa de Marfil, para que la tableta tenga un sabor local completo.

La difícil introducción de la informática

En los años 90 los ordenadores personales ya se habían popularizado en buena parte de los países occidentales. Se planteó su introducción en las aulas como una forma de enriquecer la educación de los alumnos, pero lo cierto es que los costes de una implantación masiva eran muy grandes. Esta ha sido la rémora de todos los intentos de digitalización de la enseñanza hasta ahora.

Uno de los esfuerzos más conocidos fue el proyecto One Laptop per Child (OLPC), que pretendía distribuir ordenadores portátiles en las escuelas por menos de 100 dólares cada unidad. Comenzó su andadura en 2007 y los responsables creyeron que lograrían su objetivo utilizando componentes de hardware baratos, así como software libre. Sin embargo, el apoyo de gigantes como Google o AMD se desvaneció con los años y la organización no pudo recortar tanto los costes como esperaba.

Hace unos meses OLPC anunció su cierre (excepto en Uruguay, donde la organización local continúa por su cuenta) y de nuevo había que mirar a los costes económicos para adivinar las causas. Mientras que los portátiles de OLPC bajaban de precio poco a poco los smartphones y las tabletas habían desvirtuado por completo el valor económico de un dispositivo informático, cruzando hacia abajo la barrera de los 100 dólares.

Qelsay no es la tableta más barata del mercado (costará unos 232 dólares más impuestos si se adquiere en tiendas). Es su carácter local y su adaptación a las necesidades educativas los que dan motivos al Gobierno marfileño y a las escuelas privadas para respaldar una iniciativa que requiere de este tipo de apoyos para prosperar.