Posicionamiento de La Garganta Poderosa sobre debate surgido en los medios argentinos.

Dale hablemos de Víctor Hugo Morales, pero después hablemos de la villa

Durante las últimas horas, nos llamaron de muchos medios, de muchos, de muchos que siempre esperamos, de muchos que nunca responden, de muchos que pasaron por alto el asesinato de Kevin, de muchos que ni pisaron la Carpa Villera, de muchos que jamás cubrieron una marcha por la urbanización… Ahora sí, por fin, nos llamaron. ¿Para qué? Para que saliéramos a criticar a Víctor Hugo, o para que saliéramos a defenderlo, o para que saliéramos a lo que fuera, con tal de agitar ese avispero mediático del que morfan muchos de ellos y ninguno de nosotros.

Por eso mismo, en primera instancia, decidimos no sumarnos a esa revuelta de poses escandalosas, resistiendo a su agenda con la nuestra, pero el bombardeo de agresiones a un tipo que muchas veces nos ayudó a gritar, nos obliga hoy a no quedarnos callados. ¿Por qué? Porque nosotros, como ustedes y como ellos, conocíamos a Víctor Hugo desde antes de sus declaraciones, aunque algunos simulen que no. Y entonces, entendimos, supusimos y leímos que el espíritu de su afirmación intentaba rescatarnos de la estigmatización, resaltando la dignidad y el apego al trabajo que tenemos muchos vecinos de las villas.

¿Que hay quienes se irían ya mismo? Los hay. ¿Que hay quienes jamás se irían? Los hay. ¿Que hay quienes viven en una villa por elección? Los hay. ¿Que hay quienes mueren en una villa sin haber elegido jamás? Los hay. ¿Que hay quienes generalizan y tienen razón? No, de ésos no los hay… Y entonces resulta curioso cómo puede haber tanta gente explicando los motivos por los que nosotros decidimos vivir acá o allá, como si fuéramos una masa uniforme. Y más curioso aún, que los mismos indignados por la frase de Víctor Hugo en sintonía con las estadísticas del gobierno presenten como “la respuesta villera” a Margarita Barrientos, que no fue elegida por sus vecinos y que está, casualmente, apadrinada por el macrismo.

Aun entonces sin estar de acuerdo con su afirmación, tal cual la emitió, sinceramente repudiamos el ataque sobreactuado a Víctor Hugo, por parte de periodistas y medios que parecen haber descubierto el estado de precariedad de nuestros barrios, el hacinamiento, la desigualdad y el caos habitacional, en el preciso instante que Morales los minimizó. ¿Cómo se explica que prácticamente hayan omitido o tergiversado todas nuestras movilizaciones, si realmente les preocupa nuestra realidad? Desde ya, hay postergaciones históricas y avasallamientos sistemáticos de casi todos nuestros derechos, tal como lo expone el asesinato de Kevin, pero eso no se resolverá en otro tiroteo mediático, ni en esta denostación personal, donde los pontífices de la moral parecieran ser, casualmente, los que jamás nos han escuchado.

Pues si se trata de pegarle a Víctor Hugo por su “obediencia” al poder, debemos subrayar que el último domingo hicimos un festival junto a muchas organizaciones, frente al Ministerio de Seguridad de la Nación, para denunciar a las fuerzas de inseguridad que liberaron la zona en el asesinato de Kevin, y su programa nos ofreció mucho más espacio que sus ahora verdugos, para explicar el caso y para repudiar abiertamente la xenofobia de Berni, que nos está arrinconando.

Sobre las declaraciones en cuestión, sólo nos interesa aclarar que ninguna variable suelta de las que conforman la realidad villera basta para explicar décadas y décadas de exclusión, ligeramente. Porque sí, es más lindo vivir cerca que vivir lejos del trabajo, pero a cambio de eso, no es lindo que tus nenes corran en una plaza donde los gendarmes sin identificación tienen armas largas en las manos, donde no entran las ambulancias, donde las conexiones eléctricas amenazan la vida, donde las inundaciones matan y donde las cloacas tapadas muchas veces se combinan con las goteras imparables, transformando nuestras casas en inodoros gigantes, donde todo pareciera confluir para que te sientas como la mierda.

Así de cruda, de difícil, de tremenda y de intensa, es la misma vida de los miles y miles de laburantes villeros que otras tantas veces nos encontramos tomando mate con la puerta abierta o disfrutando la solidaridad de una vecina que no tiene más comida para vender en su kiosco, pero entonces convida el guiso que cocinó en su casa… Cuando quieran, los estaremos esperando para charlar un montón, pero no de puteríos: sólo de urbanización.