El siglo XX llegó con promesas de modernidad pero para los pueblos indígenas y los trabajadores la historia siguió oliendo a pólvora y a caucho.
El cambio de dueño (1900 a 1950)
Al comenzar el siglo XX el Perú seguía siendo un país exportador de materias primas pero ahora bajo un nuevo patrón: Estados Unidos. Los británicos seguían presentes sobre todo en la minería y los ferrocarriles pero las empresas estadounidenses empezaban a dominar la explotación de petróleo, cobre y caucho. El modelo no cambió: el recurso salía, la ganancia se quedaba afuera.
La República mostraba banderas, himnos y constituciones pero no rompía con el esquema colonial. El Estado seguía concentrado en la costa, gobernado por una élite criolla que miraba hacia Europa y despreciaba a los Andes y la Amazonía.
El boom del caucho y el infierno amazónico
Entre 1890 y 1920 la Amazonía peruana vivió la fiebre del caucho. El auge mundial del automóvil disparó la demanda de látex y las selvas del Putumayo, Madre de Dios y Ucayali se convirtieron en zonas de extracción intensiva. Empresas peruanas y extranjeras controlaban el negocio pero las condiciones para los pueblos indígenas eran de esclavitud pura.
Las denuncias más brutales vinieron del Putumayo, donde la Peruvian Amazon Company, registrada en Londres pero manejada por capitalistas peruanos, torturó, asesinó y esclavizó a miles de indígenas uitotos, ocainas y bora. Las cifras son escalofriantes: entre 30.000 y 40.000 indígenas exterminados en apenas dos décadas por trabajos forzados, castigos corporales, hambre y enfermedades introducidas.
El Estado peruano no solo miró hacia otro lado sino que defendió a los responsables en foros internacionales alegando “necesidad de desarrollo” y “falta de pruebas concluyentes”.
La minería del siglo XX temprano
En paralelo la minería metálica vivía un proceso de modernización pero no de nacionalización. Empresas como la Cerro de Pasco Copper Corporation, de capital estadounidense, controlaban las minas de cobre y plata más importantes del país. El modelo era idéntico al colonial: extracción masiva, pago mínimo a trabajadores, ausencia de reinversión en las regiones productoras.
Entre 1900 y 1930 el Perú exportó más de 2 millones de toneladas de cobre, con un valor actual superior a US$ 25.000 millones, sin que esa riqueza cambiara de forma sustancial la infraestructura o la calidad de vida de las zonas mineras.
El petróleo y la costa norte
En el norte la International Petroleum Company (IPC), filial de la Standard Oil, comenzó a explotar yacimientos en Talara y Lobitos. El petróleo peruano alimentó la industria y la marina de Estados Unidos mientras el país recibía regalías mínimas. El conflicto con la IPC marcaría la política nacional durante décadas y estallaría en el famoso escándalo de la “Página Once” en 1968 pero sus raíces estaban en esta primera mitad del siglo.
Cifras aproximadas del saqueo (1900–1950)
• Caucho: más de 40.000 toneladas exportadas, valor actual de US$ 7.000 millones.
• Cobre: más de 2 millones de toneladas, valor actual superior a US$ 25.000 millones.
• Plata y oro: exportaciones conjuntas por US$ 6.000 millones actuales.
• Petróleo: más de 60 millones de barriles extraídos por empresas extranjeras, valor actual superior a US$ 3.500 millones.
• Trabajo forzado indígena en la Amazonía: pérdida social y humana incalculable; estimación mínima de US$ 10.000 millones por valor de mano de obra no remunerada.
Cifras de exterminio y desplazamiento humano – 1900 a 1950
• Población indígena estimada en 1900: menos de 800.000 personas.
• Población indígena en 1950: alrededor de 1,1 a 1,3 millones, debido a cierta recuperación demográfica en zonas andinas, pero con pueblos amazónicos diezmados.
• Principales etnias afectadas: quechuas, aymaras, asháninkas, shipibos, awajún, wampis, uitotos, ocainas, bora.
• Exterminio específico en la fiebre del caucho: entre 30.000 y 40.000 indígenas asesinados o muertos por trabajos forzados.
Crisis, guerra y dependencia
La Gran Depresión de 1929 golpeó duramente a la economía peruana dependiente de las exportaciones. Los precios de las materias primas cayeron pero las deudas externas y los contratos con empresas extranjeras se mantuvieron. El país entró en una espiral de crisis económica y represión política.
La Segunda Guerra Mundial (1939–1945) reactivó temporalmente la minería y la exportación de materias primas, esta vez para abastecer a los aliados. Sin embargo, al terminar la guerra, la dependencia quedó más marcada que nunca. El Perú no había diversificado su economía ni fortalecido su industria nacional, los pueblos originarios seguían marginados, sin acceso a educación, salud ni participación política real.













