La columna de opinión del chileno Alberto Mayol titulada “A veces hay que escuchar la voz del narco”, un analista político asociado con la izquierda, en que plantea que debe ser cancelada la invitación a Peso Pluma para participar en el Festival de Viña del Mar 2024, ha dado píe para que una corte de hipócritas y conservadores, que seguramente nunca han visto ni escuchado a Peso Pluma, ni menos leído la letra de sus canciones, se sumen a su crítica y petición.

En toda época de cambios surgen nuevas formas de pensar y nuevos paradigmas que amenazan el orden establecido, o en otras palabras amenazan a quienes ostentan el poder. La reacción de estos grupos de poder es la censura y/o la cancelación. Mantener a los subyugados en la ignorancia es la forma más común de dominación.

Me viene a la memoria la amenaza que significó la imprenta, en particular a la Iglesia Católica que tuvo vigente el “Index Librorum Prohibitorum”, que en español es la lista de libros prohibidos, durante más de 400 años. Se publicó por primera vez a petición del Concilio de Trento por el Papa Pío IV en 1564, su última publicación fue en 1948 y lo suprimió el Papa Pablo VI recién en 1966.  Entre los autores prohibidos estuvieron: Rene Descartes, Balzac, Jean-Paul Sartre. También había libros específicos prohibidos como Los Miserables de Víctor Hugo, Crítica de la Razón Pura de Kant y madame Bovary de Flaubert.

Hoy no es la imprenta la que amenaza, sino los medios de comunicación, principalmente las redes sociales y no son los libros sino las canciones. No es la Iglesia Católica, sino las élites, las que no quieren reconocer que el sistema político y económico predominante ha fracasado en dar respuesta a las expectativas y sueños de la juventudes, que cada día más se hacen parte de una narco cultura que los acoge, les da sentido de pertenencia y movilidad social. En lo íntimo, reconocen que son más los beneficios que los riesgos.

Hoy le tocó el turno a Peso Pluma porque aborda en la letra de sus canciones lo que se vive en Méjico y gran parte de América Latina. Para intentar acallarlo, primero lo deshumanizan al imputarle cargos sin ningún fundamento, identificándolo con el crimen organizado y que “sus canciones habrían sido encargadas por carteles específicos”; segundo, lo desacreditan artísticamente: “el artista no es artista”, no sabe cantar, no sabe bailar, no sabe componer y no sabe redactar; y finalmente, instalan la idea de que su presencia en el Festival de Viña del Mar tiene como objetivo hacer una apología de la narco cultura para presionar por su cancelación.

Ante las críticas y descalificaciones a Peso Pluma cito a Pablo Chill-E, quien de manera muy directa y asertiva dijo respecto de sus propias canciones: “Lo que ellos hacen la vista gorda, yo lo canto”. Para los desconectados con las juventudes de Chile, ya sea por edad o lugar en que viven, Pablo Chill-E un cantante urbano chileno, con millones de visitas a cada una de sus canciones.

Asumamos que la narco cultura tiene amenazado el sistema, y que la mejor manera de hacerle frente es mediante un cambio de paradigma en que políticas públicas y comportamientos privados que se comprometan con la inclusión de niñas, niños y juventudes en una sociedad que acoja, dé oportunidades y provea justicia pareja para todos. Y no criticando de forma hipócrita a un cantante que expresa una realidad latente.