Hoy se fue el autor de la primera canción que cantamos con mis hijos. Ramón Ayala dejó de respirar, pero no dejará nunca de exudar Misiones, de impregnar el mundo de pinceladas de verde, de azul, de rojo, de luz, de la atmósfera misionera, ese lugar de triple lengua, triple cadencia, triple sueño y amor.

“Nadie puede alejarme de mi tierra, porque la llevo puesta”, arengaba este poeta, con voz de profeta, con mística arbolada, con la curiosidad apropiada de su apellido.

Sus manos curtidas de guitarrear su música profunda tardaron décadas en grabar sus canciones, ya famosas por las interpretaciones de los más excelsos intérpretes. Creador del Gualambao, ritmo que buscó sintetizar la intersección musical que atraviesa su provincia natal.

Ha obtenido numerosos premios a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Konex de Platino al mejor cantante de folclore de la década en 2015, con más de 80 años o el Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad de Misiones.

Pintor renombrado que expuso en toda la Argentina, pero también en Europa, Asia y otros países de América Latina. Escritor prolífico, su poética aseguraba que “detrás de la risa está el universo”.

Su prédica fue la del goce permanente. “Poder gozar de la vida a cada instante” se convirtió en el propósito que guió sus pasos y también en el mensaje que quiso transmitir a las futuras generaciones. Arrebatar el máximo placer de la naturaleza que nos circunda y darle magia a nuestra humanidad, que es tierra modelada conteniendo todos los elementos de la creación.

Hoy se fue el autor de la primera canción que cantamos con mis hijos. Pero “El Cosechero”, “El mensú”, “Posadeña linda”, “El jangadero” o “Canto al río Uruguay” seguirán vibrando en nuestras gargantas, seguirán calentando nuestro pecho. Gloria a Ramón Gumercindo Cidade, Ramón Ayala.

El hombre y el tiempo

de Ramón Ayala

Yo soy la tierra que anda
amor
un soplo del Dios eterno
pasos de carne y misterio
amor
latido del corazón.
Soy un grillo del camino
amor
una chispita de vida
soy la palabra encendida
el hombre y la voz.

Estribillo
Yo fui una vez trigal en flor
del horizonte la oración
de las tormentas la cadencia
la clara conciencia
del tiempo que va
yo soy la flecha y el monte
un galope de horizonte
una caricia de amor.

Recitado
Igual que un guijarro
que ha pulido el mar
de vértigo y ola
de arena y de sal
soy el ser que pasa
con su soledad
bebiendo en el aire
la magia del día
la oculta armonía
que lleva mi andar.

Vengo de un tiempo olvidado
amor
de abuelos que se han perdido
un eslabón de la sangre
soy
de rostros que ya no están.
Voy de la vida a la muerte
amor
como los días y el tiempo
vendré con luz esmeralda
al alba a cantar.

Estribillo
Yo fui una vez desierto y sal
y de las selvas el clamor
piel de aborigen
y unos ojos que traen asombros
y voces sin fin
soy un río que va lejos
soy lo pequeño y lo inmenso
yo soy el hombre y el dios.

Recitado
Igual que la vida
que crece y se apaga
en verde profundo,
en su noche larga
soy la primavera
y la muerte artera
que se vuelve estrella
y arde por mis venas
con la eternidad.
Soy el ser que vuelve
de lucha y de paz