Escribir el feminismo desde una postura humanista es más simple de lo que creía. ¡Claro! Para el humanismo el ser humano es el valor central y en esta civilización patriarcal el individualismo es lo que prima. Los seres humanos somos objetos de uso para su beneficio.

Muchas veces en mi vida me pregunté: ¿cómo escribo sobre la violencia hacia las mujeres o, mejor dicho, sobre la “violencia de género”? En estos últimos años, ha cambiado todo de tal manera que hay que tomar decisiones sobre cuáles son las prioridades a la hora de escribir y comunicar un punto de vista, un modo de abordar el tema, y sobre todo tener en claro qué es lo que quiero transmitir y de qué modo. Entonces me pregunto: ¿escribo sobre los feminismos, o la historia de los feminismos? Me parece mejor escribir cómo los vivo y los siento.

–Y a vos, Malena, ¿qué te sucede o cómo ves esto?

Escribir con/desde/para/por el feminismo es parte de la forma en la que mi escritura, como dispositivo mutable, normativo y a la vez rebelde, me fue proponiendo plasmar las diversas transformaciones de mi vida cotidiana. ¿A qué me refiero con esto? Mientras me transformo junto a las micropolíticas de lo que creo ser, lo que pienso y siento, en el día a día, por las “gafas” del transfeminismo –en mi caso–, mi escritura va mutando y se va tiñendo de nuevas problemáticas, profundiza reflexiones, inventa dicotomías de lo que –en el ayer– eran integraciones de los discursos simplificadores del heteropatriarcado. Discursos y clasificaciones demasiado extensas para nombrar que nos inventamos, pero necesarias para habituar el pensamiento hacia nuevos territorios dialécticos, para recrear realidades, para inventarnos un glosario que esté más cerca nuestro y cada vez más lejos del habla del opresor. En fin, escribo desde el transfeminismo porque habitarlo en cuerpo y mente, ha atravesado completamente mi forma de existencia terrenal. No solo estamos hablando de un movimiento de masas sino de una revolución de los mundos internos y simbólicos, de las sexualidades y las corporalidades, de los deseos y los propósitos, una filosofía de vida, arriesgo. La escritura transfeminista para mí tiene la sensibilidad de una bomba a punto de estallar, la fuerza poderosa de una flor a punto de salir de su capullo o la semilla que necesita pujar para romper con su coraza dura. Una combinación de fuerza y sensibilidad singular.

Malena: –¿Quién cuenta como ‘nosotras’ en tu propia retórica feminista? 

Esther: –En mi propia retórica “nosotras” somos las mujeres que habitamos este mundo. Nosotras es el plural del “yo”, son todas “las otras” que están afuera de mi propio cuerpo, las que se perciben como mujeres, las que vivieron toda la historia de la humanidad y también, las que habitan este mundo social, político y humano, aunque opinen diferente a mí. ¿Y para vos quiénes cuentan como “nosotras”?

Malena: –El (nos)otrxs rompe con la separatividad inventada de que podemos ser individualidades, compartimentos estancos y excluidos de la interacción con el afuera. El nosotrxs crea comunidades, genera aliadxs, complicidades y marcos de nuevas conspiraciones. Lxs sujetos de la lucha, en lo contemporáneo, para mí somos muchxs que estamos atravesados por diferentes niveles de opresiones, que coexistimos en los diversos territorios, que dejamos de ser solo “mujeres” para convertirnos en el “nombre de seres que escapan de las jaulas”. Es importante que el nosotrxs genere real unidad en la diversidad, que integre las diversas complejidades identitarias, étnicas, de clase; que podamos vislumbrar todas nuestras singularidades dentro del movimiento, nuestros matices de visibilización heterogéneas y que no nos separen, sino que nos potencien sin negarnos. Un nosotrxs que no necesite la homogeneización de la opresión de la normativa ni de ciertas lógicas públicas. Un nosotrxs que comprenda todos los mundos dentro de este mismo mundo.

–Esther, en esta época, ¿quiénes están disponibles para escribir las bases de este relato político llamado ‘las feministas’? 

Están disponibles todas las de sexo biológico femenino, pero también, las que eligieron este género en el transcurso de su vida y las que, independientemente de sus roles de género en este mundo patriarcal, ejercen el feminismo. ¿Y vos cómo lo ves?

Malena: Concuerdo con vos, y me quedo reflexionando en por qué aparece ese nuevo relato político. Y creo que la disponibilidad para muchxs tuvo su base en la necesidad y la urgencia de llevar a la práctica aquello que era similar a una crítica de la vida cotidiana en lo teórico. Esa disponibilidad de cortar de cuajo los relatos cuasi mitológicos/cuasi religiosos que veníamos sosteniendo en nuestros sistemas de creencia, pensamientos y corporalidades, fue inminente. Los dispositivos de representación no aguantaron más y muchxs sujetxs decidieron escribir las bases de un nuevo relato político que saboteara la producción de mitos que sostenían una identidad colectiva histórica de opresión, violencia, desigualdad y jerarquías. Estas nuevas imaginaciones sociales y políticas requirieron de muchxs que se pusieron a su disposición desde diferentes ámbitos.

Malena: –¿Qué motiva nuestra adhesión a este movimiento?

Esther: –La motivación para mí es el darse cuenta del sufrimiento y la violencia que existe en la conciencia, en nuestro propio cuerpo y en el de las demás. Todas padecemos la violencia y sus múltiples consecuencias: sufrimientos psíquicos, emocionales y físicos en algún momento de nuestras vidas. Estos dolores no solamente son resultados de una fuerza ejercida de manera personal sobre nosotras sino de una fuerza intencional opresiva del sistema patriarcal. Una motivación profunda para que superemos el sufrimiento psíquico como, así también, la violencia económica, religiosa, política, psicológica, física y social de todas. Creo que es un gran propósito ligado a la revolución de la conciencia en este mundo. ¿Para vos cuál es la motivación?

Malena:  –Tal cual como decís, gran parte de la motivación tiene su fuerza y potencia en la lucha contra las violencias, opresiones y sufrimientos de una gran parte de la población, porque esa raíz venenosa tiene un derrotero en todos los ámbitos materiales de la vida que nombrás. Por ende, la motivación está vinculada con la profunda transformación de nuestras cosmovisiones de vida, y por estar ancladxs a la potencia de vida, de querer seguir produciendo lo más vital para todxs lxs humanxs de la Tierra. Y esa vitalidad, está relacionada con la resistencia, en principio, a estos sistemas de crueldad y muerte, luego con la acción directa contra todas las relaciones de opresión que generan, y, por último, con la creación de otras realidades más amables, más equitativas, más felices para todxs. Mi motivación es la invención e investigación colectiva de experiencias emancipatorias que revolucionen las subjetividades aparentemente aplastadas.

Malena: –¿El único feminismo es el nuestro? ¿Cómo integramos la multiplicidad de perspectivas feministas que hemos desarrollado hasta este momento? 

Esther: –Sé que hay muchos modos de activar el feminismo, pero a veces en el fragor de la batalla, creo que yo sola sé de que se trata y bajar línea sobre este tema es ejercer violencia con las otras. Son las luchas las que construyen unidad. Las diferentes luchas por nuestros derechos son las que construyen al feminismo, no los diversos bandos. En este momento, las distintas vertientes del activismo feminista son múltiples. La pregunta es cómo hacer para no apropiarnos de la creencia de que “mi punto de vista es el más certero” y permitirnos construir un mundo donde todas, todes y todos estemos incluidxs.

Malena: –Sí, sí y sí a todo lo que venimos poniendo en la mesa de ver entre las dos. No podemos negar nuestros atravesamientos culturales, sociales, religiosos, políticos y económicos, incluso hasta en nuestra forma de construir pensamiento somos parte de un dispositivo que nos antecede, que podemos identificar, criticar e incluso, deformar si se precisa. Pero ante todo necesitamos la comunicación dentro de la coexistencia de lenguajes, experiencias culturales y modos de estar en la tierra tan heterogéneos entre sí. Crear telarañas que nos mantengan en red, que generen un circuito no jerarquizado de la información donde podamos pensarnos (sin anular nuestras flexibles identidades) y construir nuevas vidas intelectuales en nuevos territorios corporales.

Malena: –Esther, ¿qué lectura hacés del activismo de los feminismos actuales?

Esther: –Todo está en construcción, una va evolucionando junto con otras que van ayudando a comprender que el mundo no es “natural”, sino que se ha ido construyendo en relación a los poderes ejercidos en estos últimos siglos. Muchas veces nos apropiamos de una actividad que es de muchas y creemos que es personal, que una la inventó, que una es la única que lucha, que la lucha es de su propiedad. Cuando nos dividimos, cuando nos diferenciamos entre las organizaciones por temas que son de todas y cada fracción pelea por el suyo como si fuera el único tema, perdemos fuerza, perdemos claridad.

Malena: –Entiendo que aquí habita la contradicción, que incluso considero importante sostenerla en categoría dialéctica para su posible reflexión ya que, si la dejamos en un dilema sin resolver, puede convertirse en una eterna pregunta retórica. Dialogamos sobre la importancia de la visibilidad de la coexistencia de mundos, pero también nos provoca miedo la disgregación y la fragmentación dentro de la misma potencia de lucha. Creo que eso revela uno de los conflictos actuales del activismo feminista, que a veces nos cuesta habitar las contradicciones sin querer modificarlas o resolverlas inmediatamente –parte del paradigma binario occidental– pero son necesarias y fundantes, te diría, de cualquier ideología. Además, observo que es un activismo, porque siempre está acompañado por una red interdisciplinaria de oficios, profesiones, colores, formas creativas de aparecer, exposiciones contraculturales, cartografías contrahegemónicas de manifestarnos, de crear la performance militante, de habitar nuevas corporalidades en el ámbito público, de salir de la norma incluso del activismo rebelde. Por último, como tiene muchxs sujetxs sujetadxs por sus diversas opresiones, también el activismo tiene diferentes frentes de acción y eso también me genera la esperanza de las hormigas que de un mismo hormiguero gigante logran llegar a los rincones más insospechados con su carga sobre su cuerpo.

Malena: –¿Desde qué lugar surge la necesidad de comunicarles a las mujeres tus descubrimientos? 

Esther: –Surge desde la necesidad de dar lo que siento y experimentar este recorrido, porque es más sencillo dejar de sufrir. Descubrí mi propósito de vida, lo organicé de este modo para poder exponerlo. No es razonable, no es lógico, tampoco objetivo. Elegí una opción y la expresé. Es conectar con la sensibilidad humana, es ilógico e irreverente, es totalmente subjetivo. En ese estado me ubico, sin censuras ni autocensuras. Creo que tenemos un cerco mental, que solo vemos algunas cosas, si nos comunicamos sensiblemente podemos salir de ese cerco de creencias dada por la formación educacional. Tal vez sea “exagerado”, el modo de plantear el feminismo, en algunos casos, es que estamos hartas, hartas, hartas de tanta violencia. Esta expresión escrita es una celebración de vida, puedo estar festejando cada descubrimiento, pero más aún, celebro cuando puedo describir el registro de una creencia. Estoy abierta y dispuesta a todo el aprendizaje que se viene, sé que no es un terreno fácil, de hecho, han dejado de saludarme, de conversar conmigo, de ser mis amigas, en fin…

–¿Y en vos, desde qué lugar surge esta necesidad?

Malena: –Amo tu forma de expresar que te importa poco qué piensen sobre vos lxs policías del lenguaje, de la norma o tus propios enemigos internos. Amo tu forma de ser arrastrada por una fuerza más poderosa que los prejuicios e incluso hasta el del lenguaje y sus maneras aprendidas de comunicar. Dicho esto, como antesala, te respondo que no tengo un solo lugar raíz, pero seguramente parte de un diálogo profundo interno que tengo poca capacidad para mantenerlo en la intimidad psíquica-emocional. Después aparece una necesidad de socializar preguntas, inquietudes, saberes, lugares a los que va llegando mi pensamiento y que me interesa que, en este interjuego con las otredades, productoras de sentido, podamos enriquecernos y a partir de nuestras palabras organizadas, surjan otras o nuevas, o críticas, o aportes a las nuestras. Digo, esto de la comunicación de lo que se piensa nunca puede hacerse solamente en soledad. En las instancias de producción y proceso creativo, en general, nos mantenemos en solitario, pero luego, si ese material lo guardo en mi cajón o lo tiro al tacho de basura, no genero ningún tipo de comunicación. Y para masturbarme con mis propias ideas, ya tengo bastante rumeos neuróticos. ¿Por qué no soltar cadenas y compartir conversaciones, diálogos callejeros, escritos o hacer como vos que elaboras publicaciones mes a mes para que puedan ser leídas por un público internacional?

Malena: –En vos, ¿cuándo se evidenció esta necesidad de materializar a través de la escritura? 

Esther: Una de las experiencias que viví fue que hablando se me entendía, pero las palabras se las llevaba el viento, quedaban en el aire, eran efímeras. Varias amigas me pidieron que escribiera eso que decía, entonces comenzó a manifestarse la necesidad de que quedara escrita para que se pudiera entender en el tiempo y que otras la pudieran compartir. Por eso comencé a aprender a escribir para transmitir mis sentires, y de repente me encontré con vos, que no solo sos profe de escritura sino también feminista y tenés mucha info que generosamente compartís. Con mucha velocidad comenzaron a llegarme autoras, títulos, mucha bibliografía feminista. A esta altura, siento que he hecho como una carrera en cuatro años, que me cambió profundamente el modo de abordar este tema. Y también me transformé y cambié mi mirada interna y externa.


Producción, síntesis, diálogo transcripto, embudo de diversas y heterogéneas conversaciones escritas y orales entre Esther Delvenne y Malena Pallás, en el último mes, en el marco del taller de escritura creativa: “La presencia de la palabra”.