La palabra intoxicación se refiere a la ingesta, inhalación o contacto cutáneo con productos tangibles que causan una grave lesión física o muerte. Son sustancias químicas nocivas en forma de drogas, venenos, gases, etc. Más recientemente se ha introducido a nuestro léxico una variante que se refiere a la afectación de la salud mental producida por personas o formas de vida tóxicas.

La intoxicación por información se refiere al estado de saturación mental y emocional que ocurre cuando una persona está expuesta a una cantidad abrumadora de información que es incapaz de procesar. Sin duda, el nivel de saturación no es igual para todas las personas, sin embargo, todas las personas sí tienen un límite.

Es tanta y tan variada la información que recibimos desde el momento que nos despertamos hasta que nos dormimos: la publicidad en los envases de productos de uso doméstico, en la vía pública, los medios de comunicación como la radio, la TV, los diarios y revistas, la información necesaria para realizar cada uno de nuestros trabajos, las redes sociales, la publicidad en esas plataformas, y tantas otras formas por las que nos llega y no cesa de llegar información.

La intoxicación por información afecta nuestra capacidad cognitiva y dificulta su procesamiento de manera efectiva con impacto en la concentración, la toma de decisiones y en la capacidad para asimilar lo relevante y desechar el resto. Las consecuencias por intoxicación informativa más frecuentes en nuestra sociedad son el estrés, la ansiedad y el miedo que produce el consumo excesivo de noticias negativas que abundan en los medios y redes sociales, muchas veces generados con la sola intención de causar daño.

Reconocer el efecto negativo de la intoxicación por información es el primer desafío en miras a reducir su consumo junto con desarrollar el pensamiento crítico con el fin de poder discernir ante el bombardeo informativo. Es decir, ser capaz de distinguir por medio del intelecto entre dos o más informaciones sobre un mismo tema.

La capacidad de discernimiento debiera ser importante y prioritario en los procesos educativos desde las etapas preescolares, y más aún en tiempos de masificación y acceso a consultar, por ejemplo, sitios de inteligencia artificial que entregan información sin ninguna consideración o filtro respecto de su veracidad, relevancia o validez.

Si bien el desarrollo del pensamiento crítico y la capacidad de discernimiento están en la categoría de importantes en el sistema educacional de Chile, su implementación es extremadamente difícil por cuanto requiere un enfoque integral y continuo, que involucre a docentes, directivos, familias y a la sociedad en general. Pero la realidad es que se está frente a un sistema estructurado sobre materias específicas, con docentes que no cuentan con las herramientas y recursos necesarios para promover el pensamiento crítico y el discernimiento en el aula.

Si queremos promover la salud mental y el bienestar de las personas es fundamental aprender a discernir en este mundo intoxicado por información.