En estos aciagos días, hay mucha gente enojada por la violencia que “recientemente” se ha desatado en el Perú. También me siento muy enojada con la violencia(1) que vivimos día a día…

Por: Erika Vicente.

Así, me enoja mucho la violencia institucional, como cuando el Estado le declara la guerra a la población que protesta. Traición se llama…

También me enoja la violencia económica, pues mientras la mayoría sufre pobreza, explotación y escasas oportunidades; los mayores y mejores recursos se encuentran concentrados en pocas manos y se utilizan para manipular, torcer voluntades, obtener poder y más dinero…

No puedo dejar pasar la violencia en la policía y en las FFAA, porque obligan a sus miembros a ser verdugos, a traicionarse y a traicionar a la población a la que juraron proteger…

Una de las más extendidas en el Perú: la violencia racial, porque el maltrato y la exclusión es habitual si desciendes o perteneces a los pueblos originarios..

También está el clasismo, porque hay ciudadanos de “segunda clase” que valen menos que un pedazo de vereda(2). Los medios y la clase política subestiman a los protestantes, tanto que la pérdida de dinero por los paros es el titular de los diarios en lugar del grave maltrato a compatriotas…

Ni qué decir de la violencia cultural, pues degradan las formas de ver y sentir distintos al del sistema dominante…

¿Y la violencia política e ideológica?, también está extendida pues no hay una verdadera democracia y el poder monopolizado trabaja en contra y excluyendo de las grandes mayorías…

La que es masiva: la violencia psicológica, pues vivimos largos periodos de temor, tensiones y desequilibrios; muchas veces aumentada por los medios de comunicación masivos interesados en desestabilizar y generar zozobra…

Y por supuesto, está la más evidente y bruta de todas: la violencia física, el asesinato de más de 60 peruanos (y seguimos contando). Señal clara de desprecio por la vida, por lo humano y por sus semejantes.

Como vemos el Perú lleva demasiadas heridas abiertas y ahora se evidencia, a la vista de todos, este nuevo agravio, ultraje, avasallamiento, ofensa, lesión o como queramos llamarlo. También sabemos que este no se remediará aumentando la represión, el silenciamiento y tampoco negando la realidad.

Nos toca reflexionar sobre lo que viene pasando, en cómo aportamos a esas violencias o más bien cómo podemos promover reales avances. Urgentemente, necesitamos modificar nuestras valoraciones, creencias, formas de mirar y comportamiento de tal modo que permitan, en lugar de continuar con la degradación; el crecimiento del espíritu.

(1) La definición ampliada de violencia es el avasallamiento de la intención y la libertad humana.

(2) Se viene tratando de modo superlativo los daños a la infraestructura ocurridos durante las protestas, por encima incluso de las vidas humanas.

Foto: New York Times