Por unas horas el color rojo de las banderas y los petos sindicales inundó Madrid. Convocados por CCOO y UGT, varias decenas de miles de delegadas y delegados se manifestaron el 3 de noviembre para exigir el desbloqueo de la negociación de los convenios y aumentos salariales acordes con la inflación. Acudieron desde todo el Estado y se unieron a los de Madrid para formar tres columnas, que, desde Atocha, Puerta de Toledo y Plaza de España confluyeron y desbordaron la Plaza Mayor. Se necesitaba una acción como esta. Se necesitan acciones generales que muestren la fuerza y decisión de la clase trabajadora, que den visibilidad al malestar y sufrimiento que se padece. El pasado 15 de octubre lo hicieron los pensionistas y esta semana el movimiento sindical.

Por Miguel Salas

Los datos son brutales. A pesar de una cierta moderación en la inflación, el mes de octubre cerraba con un crecimiento del 7,3%, pero los precios básicos de la cesta de la compra (aceite, pasta, verdura, etc.) se calcula que han aumentado un 15%. Además, el repunte de los tipos de interés y el encarecimiento de las hipotecas significa una pérdida directa de poder adquisitivo. Algunos estudios consideran que los salarios están sufriendo la mayor caída de los últimos 40 años, de casi un 8%. A finales de septiembre, la media de aumento salarial de los convenios firmados era del 2,61%.

Probablemente ha crecido un poco con los convenios firmados durante el mes de octubre, pero la distancia entre inflación y aumento salarial es enorme. Y, como es bien sabido, los beneficios empresariales siguen hacia arriba. Se calcula que los beneficios de las empresas del Ibex crecen 8 veces más que los salarios. Hasta el mes de junio alcanzaban la estratosférica cifra de 31.305 millones, un 12,7% superior a los de 2021. ¡Y siguen negando aumentos salariales que correspondan a la inflación!

El metal, a la vanguardia

La manifestación de Madrid es el reflejo de las numerosas huelgas y acciones de protesta que recorren todo el país y prácticamente todos los sectores. Para buscar un punto de inflexión sobre este movimiento hay que remontarse a la huelga del metal de Cádiz de noviembre de 2021. Durante nueve días mantuvieron una dura huelga, aguantando duras cargas policiales y logrando la solidaridad de la población gaditana que les permitió lograr la mayoría de sus reivindicaciones. Como también fue ejemplar la lucha de Tubacex, que aguantó 234 días hasta lograr impedir los despidos. Fueron luchas que demostraron a la clase trabajadora de todo el país que si se luchaba se podía avanzar y dieron confianza para las movilizaciones que ahora estamos viviendo.

Por esas mismas fechas del 2021, el metal de Alicante también fue a la huelga. A partir de ahí, el metal de Cantabria aguantó 20 días de huelga; el de Coruña, 7; en Álava, 4, y en Orense acaban de cerrar un acuerdo después de 16 días de huelga. En algunas provincias el anuncio de movilizaciones sirvió para cerrar el convenio, como en Sevilla, o más recientemente en Tarragona y Barcelona. Mientras que, en Vizcaya, con alrededor de 50.000 trabajadores, llevan 6 jornadas de huelga y, si no hay acuerdo, anuncian nuevas huelgas desde el 28 de noviembre hasta el 2 de diciembre.

El listado de huelgas, protestas y manifestaciones abarca a todo el país. Airbus, unos 3.400 trabajadores, fue a la huelga el 2, 3 y 4 de noviembre. En Correos se pelea para defender su carácter público. En el calzado de Alicante, Rioja y Toledo hay concentraciones y manifestaciones. Bizkaibus, el servicio de transporte en Vizcaya, empezó el 25 de octubre con paros parciales y tienen convocadas 13 jornadas de huelga. A finales de octubre pararon en el servicio de residencias de mayores en Navarra. Tienen convocada huelga los ayudantes de vuelo de Ryanair y Vueling. Como también los profesionales de urgencias del Servicio Andaluz de Salud y el personal de urgencias sanitarias de la Comunidad de Madrid. En Burgos, los 3.500 trabajadores de la limpieza tienen convocada asamblea y manifestación y anuncian huelga si no se llega aun acuerdo. Las trabajadoras de tienda de Inditex se manifiestan en Coruña el domingo 6 de noviembre. El sindicato gallego CIG convoca para el 29 de noviembre acciones en todas las comarcas contra la carestía de la vida. Es un clamor: los salarios tienen que subir.

Los datos confirman la tendencia ascendente del movimiento huelguístico. De enero a septiembre de 2021, 121.637 personas habían participado en huelgas y 313.952 fueron las jornadas no trabajadas. En 2022, han sido 187.236 los participantes y 439.789 las jornadas no trabajadas. Los sectores de servicios e industria concentran la mayoría de las huelgas y por Comunidades, País Vasco, Catalunya y Cantabria (por la larga huelga del metal).

La lucha da resultado

La protesta, la movilización, la huelga da resultados. Algunos ejemplos. El metal de Orense, tras 16 días de huelga, ha logrado una subida salarial del 15% para los próximos tres años, con carácter retroactivo desde principios de año, 8 horas de reducción de jornada y dos días de libre disposición. No se ha logrado la cláusula de revisión salarial al 100%. Habrá revisión hasta el 18% si los precios superan lo pactado.

Para el metal de Barcelona, que no llegó a ir a la huelga, el acuerdo supone unos incrementos salariales de un 4,2 % para este año, con efecto retroactivo al 1 de enero, un 3,9 % para 2023 y un 3,9 % para 2024. Además, se establece una cláusula de revisión salarial al final de la vigencia que garantiza el 85% de la diferencia de la suma de los IPC reales de los tres años y la suma de los incrementos acordados.

Aunque no se llega a recuperar toda la diferencia entre salarios e inflación, en la mayoría de convenios se incorporan cláusulas de revisión (que la CEOE rechaza públicamente, aunque a las patronales sectoriales no les queda otro remedio que aceptar para evitar el conflicto). Cierto que estos convenios se firman en sectores fuertes sindicalmente y con tradición de lucha y en muchos otros, pequeñas empresas o servicios en los que abunda la precariedad, la situación es más compleja. Por eso mismo, son importantes las acciones generales y coordinadas que presionen al conjunto de la CEOE y que no se dejen atrás sectores con menor peso sindical.

Propuestas sindicales

Las intervenciones de los secretarios generales de UGT y CCOO cerraron el acto de Madrid. El plan sindical para los próximos meses consiste en reforzar la movilización, si no hay aumentos salariales dignos habrá conflicto; en exigir al gobierno que se aumente el salario mínimo interprofesional hasta 1.100 euros, hay muchos trabajadores y trabajadoras que tienen esa referencia salarial y la inflación ha dejado muy atrás el actual SMI; en mantener la revisión de las pensiones y exigir el aumento de las más bajas y también exigir al gobierno y a la CEOE medidas para mejorar los riesgos laborales. Ambos dirigentes exigieron la puesta en marcha de medidas sociales para paliar el enorme gasto de luz y electricidad y apoyaron los impuestos a la banca y a las empresas que se están aprovechando de las condiciones actuales para tener unos beneficios más que escandalosos.

En Madrid se pudo comprobar que el movimiento sindical, que es más amplio del que se manifestó, recupera fuerza porque impulsa la respuesta a la pérdida de condiciones de la clase trabajadora y porque se apoya en la movilización para arrancar las reivindicaciones. Como se escuchó repetidamente, esto no es el final de nada; si acaso, la continuación de un proceso necesario de movilizaciones que deberá ir a más.

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